¿Se puede visitar Madrid en una mañana?

Me ha parecido que Reikiavik puede visitarse en cuestión de unas horas. Y no de manera profunda, pero la experiencia de un paseo matinal y un recorrido vespertino consienten hacerse una idea bastante enjundiosa de la capital de Islandia, la más septentrional de un estado sobre la Tierra.

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Una ciudad pequeña es Reikiavik. Lo demuestran su bahía y su número de habitantes ―120.000―, aunque estas circunstancias benefician la agenda de quienes visitamos el país con otras prioridades panteístas. Islandia implica, depara, proporciona, una experiencia deslumbrante y extrema ―del fuego al hielo― en los temblores de la naturaleza, así es que se agradece la oportunidad de una escala mundana en una ciudad coqueta cuyo urbanismo es un ejemplo de armonía y cuya principal referencia iconográfica consiste en la iglesia expresionista y de rito luterano que fue inaugurada en… 1986.

Reikiavik ha encontrado un símbolo que la representa en la imagen de la torre del templo Y no lo tiene Madrid ―un símbolo identificativo―, aunque las razones de las analogías entre una y otra capital no proviene de las cuestiones semióticas, sino de la pregunta que encabeza este artículo: ¿Puede visitarse la villa y corte en unas horas, en un día?

La cuestión sería implanteable en cualquiera otra urbe de envergadura ―Londres, Roma, París, Lisboa― y viene a demostrar que la riqueza de Madrid es más implícita que explícita respecto a sus argumentos de interés.

Porque no es una ciudad monumental. Y porque el itinerario turístico que la vertebra puede recorrerse a pie en unas pocas horas. Pongamos que lo iniciamos en el Palacio de Oriente. Y que atravesamos el Madrid de los Austrias, para luego desembocar en el barrio de las Letras, recorrer el paseo del Prado, alcanzar la Puerta de Alcalá, llegar el Retiro, entretener la tarde en la zona comercial de Serrano y concluir la jornada en Gran Vía y Chueca.

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Entiendo que es un recorrido exigente, pero la ayuda de una buena guía turística o la colaboración de un “sherpa” ilustrado permiten recorrer una capital de cuatro millones en los límites de apenas un solo día.

¿Puede visitarse Madrid en unas horas? La respuesta sería negativa si incluimos su misterio o sus museos. El misterio alude a la idiosincrasia de una ciudad acogedora y abierta, a la ciudad invisible, al ambiente, a la atmósfera, mientras que los museos concentran su peso cultural y patrimonial. Y no me refiero al del Real Madrid ni al de Cera, sino a la jerarquía absoluta que impone el Museo del Prado en el área privilegiada de la ciudad donde también cohabitan el Thyssen y el Reina Sofía.

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Madrid no puede visitarse en unas horas, ni en unos días, ni en unos meses, ni en unos años, ni en una vida, si es que la ruta incluye el Museo del Prado. Lo suyo sería quedarse a vivir dentro, convertirse en okupa. Igual que Tom Hanks en La terminal, pero con la recompensa estética y mística que caracterizan los lugares privilegiados de la civilización.