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Una tarde en La Tropi: el fiestón caribeño de los modernos que arrasa en los barrios del sur de Madrid
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Una tarde en La Tropi: el fiestón caribeño de los modernos que arrasa en los barrios del sur de Madrid

¿Qué hacen 200 personas con purpurina en la cara bailando en una churrasquería de Plaza Elíptica? Lo del éxito de la Tropiterraza es, en palabras de su creador, “un milagro”

Foto: La Tropi, en Plaza Elíptica. (A.F.)
La Tropi, en Plaza Elíptica. (A.F.)

¿Qué hacen 200 personas con purpurina en la cara bailando en una churrasquería de Plaza Elíptica? Lo del éxito de la Tropiterraza es, en palabras de su creador, “un milagro”.

Sitúense. A escasos metros del intercambiador de Plaza Elíptica, entre Carabanchel y Usera, hay un complejo formado por un gimnasio, una piscina olímpica, una tienda de nutrición deportiva, una churrasquería llamada Baby Beef y un espacio amplio donde cada fin de semana se juntan centenas de personas –cada día más modernos– a darlo todo. Esta es la historia de cómo una mente espabilada ha conseguido reunir a los amantes del tardeo en un espacio alejado del centro de la capital.

Por la mañana y entre diario, el panorama es de un gimnasio normal al que acuden los fitness a ejercitarse, pero las tardes de los viernes, sábados y domingos, se junta peña de todo tipo para bailar. Bienvenidos a la Tropiterraza, el fenómeno que, por un lado, está descentralizando a quienes salen de fiesta con purpurina y pegatinas en el rostro; y por otro, aglutina a los vecinos de los barrios a los que no les apetece irse hasta el centro.

Viernes en la Tropi

Para acceder a la terraza hay que entrar por la Churrasquería Baby Beef, un rodizio con barriles de madera, una barra de metal, máquinas expendedoras de juguetes para niños y neveras de helados Frigo. Un restaurante normal y corriente. Pero al cruzar una de sus puertas, el tropi-fan se topa con una bola de discoteca, luces tenues y música a todo volumen. Y un señor con un datáfono. "Antes parecía una cafetería de un camping de Albacete. Bueno, lo sigue pareciendo. Pero no estaba ni reformado ni cubierto. Era mucho más kitsch", señala Mikel, un parroquiano.

La entrada cuesta en torno a unos 10 euros –el resto de garitos de la zona suelen ser gratuitos– y a medianoche, cierra. Además, se enfoca más a gente en la treintena. “Ha habido una rotación de público muy grande a raíz de las redes”, señala Martín Valero, la mente pensante de todo este sarao. “La noche estaba muy ocupada y pensé en hacerlo de tarde. Realmente, fue algo con lo que me topé, no era mi primera intención. Pero es perfecto porque la gente puede irse a casa a descansar a las 12 o seguir seis horas más de fiesta”, explica Valero.

placeholder El rodizio desde el que se accede a La Tropi. (A.F.)
El rodizio desde el que se accede a La Tropi. (A.F.)

Viernes, nueve de la noche. Tropi terraza en Plaza Elíptica. “Vengo al perreito”, dice Carolina, una joven de 25 años que se ha acercado a la zona desde La Elipa para celebrar el cumpleaños de su amiga. En mitad de la pista –en realidad, es una piscina de pies que se abre en verano–, hay diez personas en círculo bailando. Una de ellas es Lucía, que vino por primera vez hace un año y reconoce que la Tropi “está conquistando territorio”. Al preguntarle a Marina, de 30 años, de dónde ha sacado la purpurina que lleva en la cara, asegura que han sido los del propio local quienes se la han ofrecido. "Siempre suelen tener. El fin de semana pasado uno de los organizadores se puso al lado del DJ y la gente hacía cola para las pegatinas y ese tipo de decoración", señala.

En la Tropi se escucha de todo, pero depende del DJ. “Hay gente del equipo que es más comercial con hits de verbena, cuando pincho yo, juego más al misticismo”, relata el promotor. Lo que sí tienen en común es la esencia: “Tropicalizar el oído”. Más que una fiesta, quieren vender “una experiencia artística”, continúa. “Básicamente, lo que vamos a pinchar es música de resort del Caribe, pero sin ser all included”. Y es que aquí confluye todo: el espacio al aire libre, el rollo más kitsch y el buen vibe. "La primera vez que fui, se me acercaron los dueños a preguntarme cómo estaba y qué tal lo estaba pasando. Eso fue un punto a favor", relata Marina. "Yo creo que la magia está en que está en un sitio que a priori no lo relacionarías con una discoteca".

placeholder El local de la Tropi desde fuera. 'Gimnasio y piscina'. (A.F.)
El local de la Tropi desde fuera. 'Gimnasio y piscina'. (A.F.)

Luces y decoración vegetal. Mesas y sillas alrededor de la pista de baile (y piscina en verano). Bebidas, en la barra de la churrasquería. Comida, bocadillo de churrasco, claro. Los baños, los del gimnasio del complejo. “Esto no es para todo el mundo. Si buscas algo que tenga una impresión más elitista, aquí no es, esa no es nuestra pretensión”, explica. El ambiente es una mezcla entre el final de una boda y las fiestas de un pueblo, pero con un distintivo clave: el entorno tropical y el rollo alternativo. "Es original, sí. Esa es la vaina de mis proyectos, que tengan un diferenciador. Vamos a hacer lo que nos gusta. Que tenga su identidad propia, sea diferente, y lo que es lo que se intenta hacer. Una fórmula alternativa que consigue gustarle a muchas personas", explica Martín.

¿Cómo empezó el fenómeno?

Recién terminado el confinamiento, Martín paseaba por el parque en el que se ubica el complejo donde ahora se celebra la Tropiterraza. Al pasar por delante, se topó con esa terraza “abandonada” y pensó que tenía mucho potencial. Fue entonces cuando conoció a Gervasio, el dueño del espacio. Un señor asturiano de 63 años que lo último que esperaba era formar parte, de alguna manera, de la fiesta del tardeo por excelencia. "Vino por aquí un muchacho y le dije que sí", explica a este diario, refiriéndose a Martín. El primer evento se hizo en marzo de 2021, y la evolución hasta día de hoy ha sido evidente. Gervasio ha invertido en el local para aprovechar mejor el espacio. "Hemos reformado algunas cosas. Hemos puesto el techo y los calefactores para aprovechar el invierno", señala.

placeholder El señor Gervasio, dueño del complejo. (A.F.)
El señor Gervasio, dueño del complejo. (A.F.)

El complejo lleva 60 años en pie y hace 23 que Gervasio se puso al frente. Ha sido el dueño de multitud de gimnasios y ha gestionado "unos 40 negocios", explica. Ahora también tiene una fábrica de máquinas fitness -Gervasport-. "Es gente con buena presencia", señala Gervasio refiriéndose al público.

Y el boom se dio a raíz de las redes. "La gente venía, subía una historia y se difundía. Eso unido al boca a boca popularizó la Tropi", explica Martín. De hecho, algunos fines de semana del invierno se llegó a celebrar la fiesta en la sala Pirandelo, en Plaza España, e incluso en el local de las famosas Uñas Chung Lee. No obstante, el propio local original es un elemento clave para algunos. "Todo en el centro tira más a lo instagrameable y a seguir tendencias. No es que el sitio en Plaza Elíptica sea el mejor, es que algo así no lo puedes hacer en Plaza España. Con esa corriente un poco castiza, al aire libre, y donde puedes pedir un bocadillo", continúa Marina.

¿Qué hacen 200 personas con purpurina en la cara bailando en una churrasquería de Plaza Elíptica? Lo del éxito de la Tropiterraza es, en palabras de su creador, “un milagro”.

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