Pero… ¿Hasta cuándo vamos a estar comiendo roscón después de Reyes?

Los niños en el cole. El árbol y el Belén en el trastero. Y los roscones de Reyes en los mostradores de las pastelerías de Madrid incitando a postergar la dieta durante –al menos- un día más. Pero, ¿hasta qué fecha se puede seguir comiendo? En La Barra Dulce (calle del Mesón de Paredes 22) aguantaron el año pasado hasta San Valentín (14 de febrero). Su dueño, Samuel Serrano López, confía estirar ahora un poco más dado el volumen de pedidos. En Madreamiga (calle Teruel 26), una de sus socias, Begoña San Pedro tiene claro que será hasta que el cliente quiera. Esto suele suceder en marzo. Pero, hará cosa de tres o cuatro años, se plantaron en mayo aún vendiendo roscones.

Por alguna razón, hasta los más fieles de este producto empiezan a mostrar síntomas de agotamiento conforme empiezan los primeros calores primaverales y las torrijas de la Semana Santa comienzan a pedir paso. Casi todos los establecimientos consultados coinciden en que la subida de la temperatura tiene un efecto letal en la venta de dulce, que cae en detrimento de las variedades saladas y el pan integral. Aquí pueden influir tanto el calor en sí como el afán de cuidarse.

El roscón de Reyes está en el origen de Pan Delirio (calle Juan Bravo 21). Javier Cocheteux, padre e hijo, decidieron abrir un negocio sobre la base de la receta que ya hacían en casa. De modo que el desafío al calendario es absoluto: su roscón está visible en los mostradores tanto un cinco de enero como un quince de agosto. “Mucha gente no sabe que lo tenemos, pero viene, lo ve expuesto y se lo lleva”, cuenta Javier hijo.

El producto, de hecho, es el más consumido en la cafetería que tienen dentro de El Corte Inglés de Castellana en cualquier momento del año. Incluso en los dos peores meses, julio y agosto, se venden una decena de unidades. La clave, piensa, es ofrecer un producto “excepcional”. “En Navidad hay una especie de vale todo, da igual uno industrial de supermercado que uno artesanal, hay que llevar un roscón porque es algo cultural del cinco de enero”.

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En Luzón, la pastelería más antigua del Barrio de Salamanca (calle Conde de Peñalver 42), seguirán haciendo roscones todo el mes de enero. Pero, a partir de febrero y durante todo el resto del año, se pueden encargar en su página web (www.pastelerialuzon.com) con un margen de 24 horas. El origen de esta desestacionalización tiene cierta historia. Durante el confinamiento que empezó en marzo de 2020, se dieron cuenta de que la clientela llamaba pidiendo que se hicieran roscones. Antonio Palomo, que ahora lleva las riendas del obrador readaptando las enseñanzas de su abuelo, lo achaca al hecho de que estuvieran las familias forzosamente reunidas o al deseo de concederse una alegría que hiciera olvidar las circunstancias, muy anómalas, de aquellas jornadas.

La tienda en Internet ayuda mucho a hacer visible el producto y provocar la curiosidad de clientes

De aquel furor salió la posibilidad de vender el roscón online los 365 días. Sostiene que la tienda en Internet ayuda mucho a hacer visible el producto y provocar la curiosidad de clientes que a lo mejor entraron en la web buscando otra cosa. “No es una venta masiva como diciembre o enero, pero cada día te pueden salir uno o dos encargos, en cualquier época del año”.

Cocheteux cree que el roscón de Reyes tiene tantos fans cuando Melchor, Gaspar y Baltasar están ya reinstalados en Oriente porque está asociado a valores positivos: “felicidad, magia de los Reyes, regalos, compartirlo con familiares y amigos… en eso el roscón es único”. Begoña San Pedro tiene una opinión distinta. De hecho, lo que le parece especial es, precisamente, circunscribirlo a unas fechas determinadas. Si está disponible todo el año, “no llegas a noviembre con ganas de comerlo. Cuando abrimos reservas a mediados de noviembre la gente lo coge con ganas. Te puedes comer un polvorón en verano pero no es lo mismo”.

El periodista Antonio Martín se mueve por Instagram buscando la mejor tarta de queso de Madrid (@lamejortartadequesodemadrid). Su experiencia con los roscones es la de un consumidor asiduo que procura probar variedades distintas en múltiples establecimientos. Pero da por finalizada la cata en estas fechas. Toca cuidarse, admite. Reconoce que ayudaría a cambiar de mentalidad encontrarlo disponible en los mostradores o que sus hijos se lo pidieran en casa. Pero otros carecen de tanta fuerza de voluntad y no resisten hasta la próxima campaña navideña. Ahora ya saben que tiene opciones para comer roscón en la piscina.