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“Vendo árboles en Navidad para viajar en verano a Cuba”
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“Vendo árboles en Navidad para viajar en verano a Cuba”

Los estudiantes de la Escuela de Montes mantienen la tradición de poner montones de abetos a disposición de los madrileños por precios de entre 50 y los 550 euros

Foto: Diego Castro le toca la guitarra a los árboles. (L.F.)
Diego Castro le toca la guitarra a los árboles. (L.F.)

En la mitad de la madrileña Ciudad Universitaria, a escasos metros de la Facultad de Geografía e Historia, la caja de cerillas, anda medio escondida la Escuela de Montes. Allí, entre miles de abetos preparados para convertirse en el centro de atención de centenares de casas el Día de Reyes, están también los estudiantes de último curso de Ingeniería Forestal. Llevan un mes vendiendo árboles con un doble objetivo: por un lado, cumplir con una tradición de más de medio siglo; por otro, pagarse su viaje de final de carrera al Caribe.

Para lograrlo, pasan sus días buscando cómo hacer sus abetos más atractivos para sus posibles clientes mientras sueñan con estar tumbados en una playa virgen. Les cantan, los decoran y hasta les hacen manualidades. Además, los llevan a domicilio y los recogen después de Reyes. Un servicio completo.

Este año, son 58 estudiantes de tres carreras: Escuelas Técnicas Superiores de Ingenieros de Montes, Agrónomos y de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Forestal, por lo que tendrán que vender más de 1.700 abetos para lograr cubrir todos los gastos.

placeholder Miguel Majate junto a uno de los árboles en venta. (L.F.)
Miguel Majate junto a uno de los árboles en venta. (L.F.)

Miguel Gajate, de 24 años, cursa el último año de Ingeniería Forestal. Se le nota feliz entre árboles. Tanto, que busca formas de que ellos también lo sean. Por ejemplo, hoy decidió ponerles la Filarmónica de Viena porque escuchó que los árboles crecen más y mejor cuando son estimulados con música clásica. Usualmente, el pequeño jardín está ambientado con villancicos y la guitarra de otro de los alumnos, Diego de Castro.

Los 1.700 árboles los han adquirido de un vivero en Girona. Aunque son conscientes de que ahora mucha gente prefiere comprar un árbol de plástico, confían en poder ir cambiando la tendencia poco a poco. Llevan en ello más de 50 años, aunque nunca han estado tan cerca: “Hay que apostar por la sostenibilidad, ahora que está de moda”, dice Gajate entre risas.

Los árboles se adquieren a empresas sostenibles que controlan la tala en los bosques

La venta de los abetos se lleva haciendo en la Escuela de Montes desde 1959 y supone para muchos de ellos su primer contacto con su ámbito laboral. Los propios estudiantes se aseguran, además, de que los árboles se adquieren a empresas sostenibles que controlan la tala en los bosques para favorecer el desarrollo de los ecosistemas, relata Gajate.

Los voluntarios de la campaña venden dos tipos de árboles: Picea excelsa (abeto rojo) y Abies nordmanniana (abeto del Cáucaso). Ambos están disponibles en diferentes medidas y sus precios oscilan entre los 30 y los 550 euros. No todo irá al Caribe, pues parte de los beneficios obtenidos en la campaña irán destinados a Cáritas.

Además, los árboles vienen enraizados o repicados, según si el cliente lo quiere conservar y trasplantar o prefiere ponerlo simplemente de decoración durante las fiestas. En la mañana del martes, hay quien se ha animado a acercarse. Ana Dorado, de 45 años, ha comprado dos abetos. “Uno para mi casa y otro para el de mi hija. Ya es tradición venir cada año por nuestro arbolito de Navidad”, asegura mientras se lo envuelven para llevar. Ha comprado un árbol de dos metros de alto por un precio de 145 euros.

placeholder Preparando los pedidos. (L.F.)
Preparando los pedidos. (L.F.)

Ángela García, de 50 años, también ha comprado un abeto, pero ella prefiere que se lo lleven a casa. Para ello, los voluntarios de la campaña tienen dos furgonetas donde llevan los abetos por toda la Comunidad de Madrid, aunque si es necesario, incluso, son capaces de salir de la región: “Hemos ido a Segovia y Ávila”, asegura una de las voluntarias de la campaña de este año, María García, de 22 años.

Los voluntarios se sienten muy orgullosos de que sus árboles ahora estén decorando embajadas, colegios, iglesias y cientos de casas. “Hemos aprendido cómo se organiza un negocio, hemos tenido que ponernos de acuerdo y ser muy responsables con los turnos”, asegura García. “Hasta hemos alquilado un abeto para una boda un fin de semana”, cuenta.

Los estudiantes ayudan a los clientes para mantenerlos en buenas condiciones

Dorado pregunta cuáles son los cuidados que tiene que tener con el abeto durante las fiestas. Ansiosos por poner a prueba sus conocimientos, muchos se lanzan a resolver a la vez sus dudas. Es una de las grandes ventajas de la Escuela de Montes: una vez adquirido el árbol, los propios estudiantes se preocupan también de seguir ayudando a los clientes para que estos se mantengan en buenas condiciones. Un perfecto servicio de posventa.

“Le puedes poner cubos de hielo cada vez que sientas que la tierra ya no está húmeda”, le explica García. “Sí, o también con un pulverizador cada vez que te acuerdes”, salta Aroa Sánchez. Su compañera matiza: “Bueno, lo mejor en realidad es que la riegues dos veces a la semana, y así te aseguras de que no vaya a morirse”, dice María Huerta.

Además de vender los abetos, también han empezado a vender la decoración. “Bolas de España a dos euros”, se puede leer en un cartel. También tienen participaciones para la lotería de Navidad y hasta han impreso papeles decorados para que los niños que vayan con sus padres a escoger los abetos puedan aprovechar para escribirle la carta a los Reyes Magos. Está todo pensado.

Para comprar estos árboles basta con ir al recinto de la Escuela de Montes, ubicado en la calle Avenida de las Moreras s/n- Ciudad Universitaria. El horario es de 08.30 a 22.00 horas y abren todos los días, incluidos fines de semana y festivos. También se puede contactar a los alumnos por redes sociales.

En la mitad de la madrileña Ciudad Universitaria, a escasos metros de la Facultad de Geografía e Historia, la caja de cerillas, anda medio escondida la Escuela de Montes. Allí, entre miles de abetos preparados para convertirse en el centro de atención de centenares de casas el Día de Reyes, están también los estudiantes de último curso de Ingeniería Forestal. Llevan un mes vendiendo árboles con un doble objetivo: por un lado, cumplir con una tradición de más de medio siglo; por otro, pagarse su viaje de final de carrera al Caribe.

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