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Radón, el gas cancerígeno que amenaza ya a la mayoría de hogares gallegos
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300 muertes al año por cáncer de pulmón

Radón, el gas cancerígeno que amenaza ya a la mayoría de hogares gallegos

La ampliación del mapa que elabora la Universidad de Santiago revela que la gran mayoría de los habitantes de Galicia está sobreexpuesta al radón

Foto: A través del sistema respiratorio, el radón accede a los pulmones, donde se descompone y produce partículas que se fijan al tejido pulmonar. (iStock)
A través del sistema respiratorio, el radón accede a los pulmones, donde se descompone y produce partículas que se fijan al tejido pulmonar. (iStock)

Agazapado en multitud de hogares, incoloro, inodoro e insípido, el gas radón provoca cada año la muerte de unas 300 personas en Galicia por cáncer de pulmón, lo que lo convierte en el segundo factor de riesgo para este tipo de tumores, solo superado por el tabaco. El radón causa estragos debido a su elevada presencia en suelos graníticos como los que abundan en territorio gallego, muy especialmente en Ourense y Pontevedra, y la humedad y la piedra de las viviendas hacen el resto. Así lo refleja el mapa gallego del radón realizado por el laboratorio especializado de la Universidad de Santiago de Compostela, que acaba de realizar 400 nuevas mediciones, hasta sumar 3.800. Un trabajo completo con conclusiones contundentes: 42 de sus 53 comarcas presentan concentraciones en niveles de alto riesgo.

En suelos graníticos como los de la mayor parte de Galicia, el uranio presente en estas rocas se descompone y da lugar al radón. Desde el subsuelo, el gas asciende a la superficie para diluirse en la atmósfera sin mayor incidencia. Pero cuando se filtra a los edificios y se acumula en altas concentraciones en espacios cerrados, entonces aparecen los riesgos para la salud. Y son graves. A través del sistema respiratorio, el radón accede a los pulmones, donde se descompone y produce partículas que se fijan al tejido pulmonar. En el peor de los casos, se desarrollan tumores y, finalmente, cáncer. Es el perverso 'modus operandi' de un habitante de nuestros hogares al que nadie ha invitado y contra el que nadie ha tomado medidas. O, mejor dicho, sí se tomaron, pero fueron anuladas cuando la crisis se abalanzó sobre el sector de la construcción.

Un trabajo completo con conclusiones contundentes: 42 de sus 53 comarcas presentan concentraciones en niveles de alto riesgo

En diciembre de 2007, el Gobierno bipartito de la Xunta impulsó un decreto de habitabilidad que obligaba a tomar determinadas prevenciones contra el perverso gas tanto en las nuevas construcciones como en las rehabilitaciones. Se requería un forjado sanitario ventilado que consistía en aislar la casa del suelo con un espacio mínimo de 60 cm desde el nivel inferior. Tres años más tarde, con Alberto Núñez Feijóo en el Ejecutivo gallego y con el sector inmobiliario por los suelos, el decreto se modificó y se redujo el grosor del forjado obligatorio de 60 centímetros a solo 20, una medida que los especialistas consideran insuficiente para una comunidad como Galicia, la más expuesta de España y una de las más afectadas de Europa.

Juan Miguel Barros, investigador de la Universidad de Santiago, coautor del 'Mapa de radón' y auténtica autoridad en la materia, lamenta la falta de soluciones paliativas. “Lo mínimo sería incluir en el código de edificación la obligatoriedad de tomar medidas contra el gas en las zonas de alto riesgo, porque la solución básica es a nivel constructivo”, señala. La filtración a las viviendas puede evitarse con el cierre de los boquetes por los que entra el gas y con la instalación de una arqueta de succión, un sencillo mecanismo que evacúa el gas al exterior. En contra de la opinión mayoritaria, advierte de que no es suficiente con ventilar las viviendas con frecuencia, porque el radón sigue circulando.

placeholder Los profesores Alberto Ruano (d) y Juan M. Barros, en la presentación del 'Mapa de radón'.
Los profesores Alberto Ruano (d) y Juan M. Barros, en la presentación del 'Mapa de radón'.

Se producen así circunstancias como las de Cruceiro de Roo, la aldea de 313 vecinos de Serra de Outes (A Coruña) con 23 tumores diagnosticados para un total de 29 viviendas habitadas. Es un caso extremo, pero en absoluto aislado. El plano cartográfico revela que dos de cada tres ayuntamientos gallegos están expuestos a niveles muy altos del gas radón. En España, y según el Consejo de Seguridad Nuclear, además de Galicia están en zonas sensibles determinadas partes de Madrid, Salamanca, Ávila, Toledo, Cáceres, Sevilla, Córdoba, Jaén, Almería y Gran Canaria.

A falta de soluciones locales, las medidas preventivas vienen de la directiva europea contra los peligros derivados de radiaciones ionizantes, que entró en vigor en 2014, y que obliga a los gobiernos a controlar el radón en las viviendas y a mitigar su concentración en aquellas zonas en las que se registre un mínimo de 300 becquerelios por metro cúbico, la unidad utilizada para medir este gas. En Galicia, son 30 de sus 53 comarcas las que superan este nivel, aunque se considera un riesgo a partir de los 220. En Estados Unidos, el nivel máximo está establecido en los 148 becquerelios y la OMS fija en 100 la frontera a partir de la cual el radón comienza a ser peligroso para la salud.

El reglamento europeo marcaba una fecha en rojo en el calendario: el 6 de febrero de 2018. Ese día, los estados deberían poner en vigor la normativa precisa para hacer cumplir la directiva, que insta a los países miembros de la UE a introducir requisitos específicos en los códigos técnicos de edificación que eviten la entrada de este gas en los inmuebles de nueva construcción y fomenten su reducción en las casas ya construidas. Algunos como Reino Unido, Francia, Italia o Bélgica lo han hecho, pero en España no hay legislación al respecto.

El problema del radón se extiende al ámbito laboral. Está en marcha una investigación sobre su exposición en los puestos de trabajo

Juan Miguel Barros, que también es asesor de la OMS en trabajos sobre los peligros de este gas, firmó en noviembre pasado junto a otros investigadores un editorial en una prestigiosa revista sobre enfermedades respiratorias en el que denuncia el caso de España, donde existe la intención de trasponer la directiva, aunque todavía no se ha hecho.

El problema del radón se extiende al ámbito laboral. Está en marcha una investigación sobre su exposición en los puestos de trabajo, con casi 250 mediciones, que se publicará próximamente en 'Gaceta Sanitaria'. Es el estudio más importante sobre este gas en el ámbito ocupacional, hecho en colaboración con el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (Istas) de Comisiones Obreras. Otro sindicato, el nacionalista CIG, denunció este mismo año a la Xunta ante Inspección de Trabajo, tras la negativa a realizar mediciones del nivel de radón en sus edificios administrativos en Santiago.

La central sindical inició sus solicitudes hace cinco años, para conocer especialmente la situación en los sótanos de los inmuebles donde trabajan los empleados de la Administración gallega. Los especialistas piden evitar el alarmismo, pero defienden la realización de mediciones como fórmula para reducir la incidencia del cáncer como consecuencia del radón, tanto en los centros de trabajo como en las viviendas. “Hay que hacerlas, así lo dice la ley", zanja Alberto Ruano, del Laboratorio de Radón de Galicia y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela.

Agazapado en multitud de hogares, incoloro, inodoro e insípido, el gas radón provoca cada año la muerte de unas 300 personas en Galicia por cáncer de pulmón, lo que lo convierte en el segundo factor de riesgo para este tipo de tumores, solo superado por el tabaco. El radón causa estragos debido a su elevada presencia en suelos graníticos como los que abundan en territorio gallego, muy especialmente en Ourense y Pontevedra, y la humedad y la piedra de las viviendas hacen el resto. Así lo refleja el mapa gallego del radón realizado por el laboratorio especializado de la Universidad de Santiago de Compostela, que acaba de realizar 400 nuevas mediciones, hasta sumar 3.800. Un trabajo completo con conclusiones contundentes: 42 de sus 53 comarcas presentan concentraciones en niveles de alto riesgo.

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