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Ana María: “Mi madre no quería que me mirara al espejo. Tenía la cara quemada”
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Cogía el tren de el pozo

Ana María: “Mi madre no quería que me mirara al espejo. Tenía la cara quemada”

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Ana María de la Rosa es la amiga de Paco, el vecino de El Pozo que llegó a la estación antes incluso que la Policía y el Samur. No recuerda nada de lo que pasó cuando estalló la bomba. Solo la mirada del hombre que tenía sentado en frente cuando se iba a sentar, justo antes de oír un ensordecedor ruido, justo cuando estaba dejando la bolsa que llevaba en el suelo.

Salió despedida desde el segundo piso del tren. Por las magulladuras de su cuerpo deduce que la onda expansiva fue la que provocó que saliera despedida del tren y que las consecuencias no hubieran sido peores.

La recuperación fue lenta. Tenía metralla metida en la pierna y gran parte de su cuerpo estaba quemado. Despertó en el hospital de Getafe días después. Recuerda la primera vez que se vio en el espejo, cuando su madre la acompañó al cuarto de baño del hospital e intentó que su hija no se viera con la cara quemada. “Las heridas se fueron cicatrizando poco a poco. Solo puedo dar gracias porque estoy viva”.

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A Ana Mari, como le llama cariñosamente su familia y sus amigos, el atentado le cambió la vida para mejorar. “Desde aquel 11-M veo la vida de otra forma. Solo doy gracias a Dios por seguir con mis hijas, con mi familia”. No rescató los periódicos de los días posteriores al atentado hasta mucho tiempo después. Ana Mari habla de Paco y de su marido, Miguel Ángel Mejías, como los verdaderos héroes de su historia.

Miguel fue alertado de que algo pasaba en la estación de tren la mujer por Paco, el amigo de la familia que ya se había ido de casa para intentar rescatarla. “Estoy en casa. Sí, Ana Mari se fue a trabajar hace diez minutos”. Acto seguido, Miguel Ángel montó a su hija en el coche y condujo hasta la casa de su suegra, donde la pequeña se quedaba hasta que sus padres volvían del trabajo.

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“Con la niña en el coche pasé por la estación y vi aparcado el coche de mi mujer. También se veía cómo había quedado el tren y pensé que mi mujer no podía haber salido con vida de allí. Que estaba muerta. El mundo se me vino encima”. Aun no sabe cómo pudo entregar a su hija a la madre de su esposa sin contarle lo que acababa de suceder a escasos metros de la vivienda.

“Volví, volví conduciendo hasta la estación. Y me encontré a Paco”. La Policía acababa de sacar al vecino de la estación por protección. “Solo reaccioné cuando me dijo: tranquilo, tranquilo Miguel. Que Ana Mari está viva. Quemada, pero viva”.

Ana María de la Rosa es la amiga de Paco, el vecino de El Pozo que llegó a la estación antes incluso que la Policía y el Samur. No recuerda nada de lo que pasó cuando estalló la bomba. Solo la mirada del hombre que tenía sentado en frente cuando se iba a sentar, justo antes de oír un ensordecedor ruido, justo cuando estaba dejando la bolsa que llevaba en el suelo.

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