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Noches en vela y una ola de solidaridad en Valencia: "Toda la ciudad nos acompaña"
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"Lo peor son las pérdidas humanas"

Noches en vela y una ola de solidaridad en Valencia: "Toda la ciudad nos acompaña"

Los afectados por el incendio afrontan con incertidumbre los realojos y las ayudas anunciadas por las administraciones. El único consuelo es la reacción de los ciudadanos, organizados para brindar su asistencia

Foto: Un vecino barre las cenizas acumuladas en la terraza de su vivienda frente a los edificios incendiados. (EFE/Biel Aliño)
Un vecino barre las cenizas acumuladas en la terraza de su vivienda frente a los edificios incendiados. (EFE/Biel Aliño)

Adriana está agotada. Exhausta. Con las horas pierde las ganas de hablar e incluso de llorar. No pega ojo desde el jueves. Es una de las vecinas que lo han perdido todo en el incendio de Valencia, el mayor de la historia de la ciudad. La calma parece que no llega: "Esto es insoportable". Pero la esperanza y la solidaridad, como en toda tragedia, se abre camino. La ciudad "se ha volcado" con ellos. Voluntarios y taxistas se movilizaron para trasladar gratis a los heridos hacia el hospital y proporcionarles productos básicos tras el suceso. Asociaciones se coordinan para brindar ropa, comida, medicinas o bienes tan cotidianos como un cepillo de dientes. También cadenas de alimentación que ofrecen sus productos a las víctimas. "Toda la ciudad nos acompaña", asegura.

La mayoría de los residentes del edificio han sido trasladados a un hotel de la ciudad, a instancias de las autoridades. Adriana encontró una opción para alojarse temporalmente en otra casa cercana al incendio. El pesar que siente es enorme. "Es como vivir tres castigos: uno por perder mi casa, otro por coordinar las dudas de tantos vecinos destrozados como yo y el más grande de todos, las vidas que hemos perdido", se sincera.

Es administradora de una de las fincas que ardió y trabaja desde anoche en resolver las dudas que asolan a los vecinos y que ella misma comparte. Mientras habla con El Confidencial, recoge sus cosas para salir hacia el Ayuntamiento. Les habían pedido que esa tarde se acercaran para informarles sobre todo lo que se viene: trámites, opciones, ayudas, alternativas habitacionales, seguros... El papeleo parece infinito.

Horas más tarde, vuelve agotada. "No puedo más", repite un par de veces con la voz entrecortada. Le han dicho que las plazas de alojamiento que brinda la Administración municipal están agotadas por el momento. Se están buscando otras opciones y habrá que esperar.

placeholder Varios bomberos recogen el material usado en la extinción del incendio en el edificio del barrio de Campanar de Valencia. (EFE/Miguel Ángel Polo)
Varios bomberos recogen el material usado en la extinción del incendio en el edificio del barrio de Campanar de Valencia. (EFE/Miguel Ángel Polo)

Luis es otro de los afectados. Las últimas horas las ha pasado gestionando con Mapfre los pagos por el seguro de la vivienda. Es la compañía que se encarga del tema en toda la comunidad de vecinos. "Llevo toda la noche sin dormir", confiesa. Cree que es imposible pegar ojo para quienes han perdido una casa a la que volver. Aunque algunos residentes sí contaban con una segunda vivienda, los hay que "no tienen alternativas" más que las que puedan ofrecer seguros o instituciones.

La ola de solidaridad alivia su pesar. "Algo de paz" en mitad de tanto sufrimiento. "Parece como si toda la ciudad nos acompañara. Se han volcado con nosotros", reflexiona, mientras insiste que esta muestra de gratitud aparezca reflejada en cualquier crónica que lleve su nombre. "A las pérdidas humanas se le suma la incertidumbre de no saber qué va a pasar con nuestras hipotecas, si habrá que seguir pagando el IBI [Impuesto de Bienes Inmuebles] o si recuperaremos algo de todo lo que ya está perdido", concluye con resignación.

Reparar lo irreparable

Muchas víctimas del incendio han necesitado de atención psicológica urgente. Mario Saiz es una de las 40 personas, trabajadores y voluntarios, que trabajan desde anoche para ofrecer su ayuda a los afectados. Pertenece a Cruz Roja, que ha creado turnos para prestar un servicio ininterrumpido desde que el jueves a las siete de la tarde recibieron una llamada de la Generalitat. Ellos brindan apoyo a las instituciones, que tienen desplegados sus propios recursos, y gestionan el equipo de emergencia psicosocial. A última hora del viernes habían atendido a 63 personas, 11 de ellas bomberos.

placeholder Mario Saiz forma parte del equipo de emergencias sociosanitarias que atiene desde anoche a los afectados por el incendio. En la imagen, aparece junto al edificio calcinado. (Cedida)
Mario Saiz forma parte del equipo de emergencias sociosanitarias que atiene desde anoche a los afectados por el incendio. En la imagen, aparece junto al edificio calcinado. (Cedida)

"Ellos también están necesitando un momento de respiro y muchos vienen en shock", expone, señalando que ni los efectivos ni ellos mismos, como trabajadores de la ONG en Valencia, habían vivido nunca "un episodio de este alcance". Hay anécdotas demoledoras. "Esta mañana nos ha llegado una vecina con la que hablamos anoche y que venía exactamente con el mismo pijama, con claras señales de no dormir", apunta.

El operativo ha atendido a personas de todas las edades y representantes institucionales que fueron a ver las instalaciones. Sus preocupaciones son siempre las mismas: el dolor por la pérdida de un vecino, la incertidumbre por lo que vendrá y el temor ante todo lo que está por venir.

Adriana está agotada. Exhausta. Con las horas pierde las ganas de hablar e incluso de llorar. No pega ojo desde el jueves. Es una de las vecinas que lo han perdido todo en el incendio de Valencia, el mayor de la historia de la ciudad. La calma parece que no llega: "Esto es insoportable". Pero la esperanza y la solidaridad, como en toda tragedia, se abre camino. La ciudad "se ha volcado" con ellos. Voluntarios y taxistas se movilizaron para trasladar gratis a los heridos hacia el hospital y proporcionarles productos básicos tras el suceso. Asociaciones se coordinan para brindar ropa, comida, medicinas o bienes tan cotidianos como un cepillo de dientes. También cadenas de alimentación que ofrecen sus productos a las víctimas. "Toda la ciudad nos acompaña", asegura.

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