Artur Mas y Oriol Junqueras proclaman la victoria del independentismo
Ambos líderes han asegurado que ha ganado en votos el 'sí' pero junto con la CUP no llegan al 50%
Euforia hasta límites insospechados. Euforia y mentiras (o falsedades): el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), uno de los partidos que integraba la candidatura Junts Pel Sí junto a Convergència Democràtica (CDC), la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y varios partidos minúsculos más, Oriol Junqueras, lanzó las campanas al vuelo cuando aún el recuento de votos iba por el 80% y su formación mantenía unos exiguos 62 escaños (la mayoría absoluta se sitúa en 68). “El sí ganó en escaños y en votos”, proclamó ante los suyos.
Hubiese sido una afirmación más política que otra cosa si no fuese por las circunstancias: en realidad, CiU y ERC ya tenían en 2012 un total de 71 escaños y 1.608.000 votos. En las elecciones de ayer, CDC y ERC obtuvieron juntas 1.577.000 votos y 62 escaños, con el 97% escrutado, o sea, 30.000 votos menos. Por debajo, pues, de lo que tenían. Pero desde los partidos implicados, desde los medios públicos y desde el Gobierno catalán se insiste en sumar el voto de la CUP, aunque no sea imputable a Junts Pel Sí. ¿Por qué ese empeño? Porque, si no lo hacen, tanto Artur Mas como Oriol Junqueras deberían dimitir inmediatamente. Por separado, sumaron en el pasado; juntos, no suman en el presente. Por tanto, han fracasado. Tienen menos apoyo popular.
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En la anterior legislatura, los votos de CiU, ERC y la CUP sumaban 1.734.000 sufragios y 74 escaños. Hoy, la suma de Junts Pel Sí y la CUP llega a 1.903.000 votos y 72 escaños (con el 97% escrutado). O sea, antes sumaban 74 y ahora, 72, aunque sí suman 170.000 votos más que se fueron a la CUP. Un batacazo de órdago. Aun así, por transparencia democrática, no sería justo atribuir los votos de la CUP a Junts Pel Sí. Cada uno en su casa y Dios en la de todos: el censo electoral es de más de 5.500.000 votantes. Y acudieron a las urnas 3.996.000, o sea, el 77,46%. Ni sobre el censo total ni sobre el de los votantes la suma supera el 50%. Alguien se equivoca al realizar el recuento… o miente descaradamente. O sea, que el que no se consuela es porque no quiere.
Pero es por eso que los soberanistas apretarán el acelerador. Oriol Junqueras lo dejó entrever en el breve parlamento: “Desde las instituciones y desde la calle nos tocará poner todos los fundamentos del Estado independiente por el que tanto hemos trabajado”, clamó. Para quien lo quiera entender bien: el Gobierno continuará con su carrera hacia delante pero necesitará a la “sociedad civil” para seguir tomando la calle y apretar a Madrid. ¿Es el plan B forzar que el Gobierno español restablezca sin recortes el Estatuto de 2006? Desde las filas independentistas lo niegan. Ya tienen toda la carne en el asador y es un órdago a todo o nada: ya solo cabe la independencia. Con esa premisa, Junqueras terminó su arenga diciendo que “estamos escribiendo las páginas más gloriosas de nuestra historia”.
CiU ya tenía 62 escaños en 2010 ella sola
Artur Mas, el presidente en la sombra, también apeló a la euforia. “Hemos ganado -proclamó-. Hoy tenemos una doble victoria: ganó el sí [evitó aludir a la mayoría de votos] y, además, ganó la democracia. Los que decían que no había ganas de votar en Cataluña, que tomen nota. Y los que le negaban el carácter plebiscitario a estas elecciones, ¿qué dirán ahora con más de un 76% de participación, cosa que nunca se había alcanzado? ¡Claro que era un plebiscito!”.
Mas arengó que “igual que nosotros hubiéramos aceptado la derrota, ahora pedimos que los otros acepten la victoria de Cataluña y la victoria del sí”. La apelación a la “victoria de Cataluña” vincula directamente a Cataluña con una sola tendencia política. Y enfatizó, lo mismo que luego hizo el cabeza de lista, Raül Romeva, que “estos resultados nos dan una gran fuerza y una gran legitimidad”. Romeva fue más allá: “Nadie puede decir ahora que no tenemos autoridad y legitimidad para hacer lo que queremos hacer”. Eso, con 62 escaños, es temerario. Es más: son los mismos escaños que obtuvo CiU en solitario en las no lejanas elecciones de 2010. ¡En una época en que el propio Romeva le negaba esa legitimidad con tan escasa representatividad!
En Junts Pel Sí, no obstante, toca vender optimismo y eludir responsabilidades. Ni la cúpula de CDC ni la de ERC se consideran en entredicho a pesar de haber bajado 30.000 votos. Quico Homs, consejero de Presidencia, que en realidad ha sido uno de los cerebros de todo este proceso y de la reconversión de Artur Mas en un guerrillero urbano, lo dijo muy claro nada más conocerse el primer sondeo: “Hoy hemos conseguido hacer el plebiscito que no nos dejaron hacer”. Resaltó Homs que “nunca hubo una participación tan alta como en estas elecciones/referendo. Para que os hagáis una idea, en el referendo de la Constitución, hace muchos años, votó el 76,9%. Pero hoy el pueblo de Cataluña se movilizó y eso es un dato muy importante porque revela el sentido profundo de lo que significan estas elecciones/referendo”. Pero la lectura final es igual que la de los restantes líderes políticos de la amalgama de Junts Pel Sí: “Nuestro objetivo era obtener una mayoría soberanista a favor de la independencia. Lo hemos conseguido”.
Pero ninguno quiso desvelar cómo se conformará el futuro Gobierno, máxime teniendo en cuenta que Romeva es un hombre de paja y que es Artur Mas el ‘tapado’ para ser nuevo ‘president’. Porque el problema es que nadie de los restantes partidos está dispuesto a facilitarle la investidura y han anunciado su ‘no’ rotundo a que repita. O sea, lo consideran un político amortizado.
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Euforia hasta límites insospechados. Euforia y mentiras (o falsedades): el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), uno de los partidos que integraba la candidatura Junts Pel Sí junto a Convergència Democràtica (CDC), la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y varios partidos minúsculos más, Oriol Junqueras, lanzó las campanas al vuelo cuando aún el recuento de votos iba por el 80% y su formación mantenía unos exiguos 62 escaños (la mayoría absoluta se sitúa en 68). “El sí ganó en escaños y en votos”, proclamó ante los suyos.