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Nueva pirueta del Constitucional: María Emilia Casas asume la ponencia del Estatut
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TRAS EL FRACASO DE LOS SEIS BORRADORES ANTERIORES

Nueva pirueta del Constitucional: María Emilia Casas asume la ponencia del Estatut

Nueva pirueta del Tribunal Constitucional (TC), incapaz de llegar a un acuerdo sobre la constitucionalidad o no del Estatuto de Cataluña. Después de seis intentos de

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Nueva pirueta del Constitucional: María Emilia Casas asume la ponencia del Estatut

Nueva pirueta del Tribunal Constitucional (TC), incapaz de llegar a un acuerdo sobre la constitucionalidad o no del Estatuto de Cataluña. Después de seis intentos de sentencia, seis borradores seis, ayer se supo que el último en probar, el magistrado Guillermo Jiménez, había cosechado un nuevo fracaso, optando por retirar su texto antes de someterlo a votación. Más que enquistado, el Constitucional sigue bloqueado, partido en dos por culpa de la decisión en su día presidente Zapatero de insuflar aire a un Estatuto que estaba muerto. Un episodio que deja una imagen de crisis total, de un país paralizado tanto en lo económico como en lo institucional.   

El último intento realizado por el conservador Guillermo Jiménez era previsiblemente más duro con el Estatut que el formulado por su predecesora, la magistrada Elisa Pérez-Vera, que también fracasó en el empeño, al contemplar la declaración de inconstitucionalidad para una veintena de artículos y la interpretación de otros tantos. En vista de ello, la propia presidenta del TC, María Emilia Casas, ha optado por asumir la ponencia, prometiendo presentar una propuesta “a la mayor brevedad posible”.

El caso es que, casi cuatro años después de que el Partido Popular presentara recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto catalán, sigue sin haber solución. El pasado 16 de abril, el Alto Tribunal rechazó la ponencia más permisiva de Pérez-Vera, que anulaba una quincena de artículos y sometía a otra veintena a interpretación. Este borrador contó entonces con cuatro votos a favor y seis en contra.

Este nuevo parón en las negociaciones llega en plena refriega política por la reforma del propio Constitucional, integrado hoy por diez magistrados -queda fuera Pablo Pérez-Tremps, recurrido por el PP, y hay una plaza vacante tras el fallecimiento de Roberto García Calvo-. Desde el fracaso de la ponencia de Elisa Pérez, tanto el Tripartito catalán como CiU vienen reclamando que no sea la actual composición de la Sala quien dicte sentencia, habiendo llegado incluso a pactar frenar desde el Senado cualquier eventual texto aprobado por el TC.

Nuevas presiones catalanas sobre el Constitucional

Nadie duda de que este nuevo fracaso dará alas a los partidos nacionalistas catalanes para redoblar sus esfuerzos contra un Constitucional al que ya niegan legitimidad para fallar sobre un Estatuto que ha sido aprobado en referéndum, si bien por uno de cada tres ciudadanos catalanes. Ni que decir tiene que esas presiones van a ser muy fuertes para urgir la renovación del tribunal, algo a lo que se seguirá oponiendo el PP al considerar que no se pueden variar las reglas a mitad del partido.

De la información que había trascendido del propio TS podría deducirse que el texto rechazado ahora, aunque sin ser sometido a votación, era aún más duro con la norma catalana que el elaborado por Pérez-Vera, ya que anulaba por inconstitucionales 22 artículos y sometía a interpretación a otros tantos. Además, el texto de Jiménez podría incluir los "peros" al Preámbulo en la parte dispositiva de la sentencia, una cuestión que encontró un fuerte rechazo en el sector "progresista" del órgano.

Nueva pirueta del Tribunal Constitucional (TC), incapaz de llegar a un acuerdo sobre la constitucionalidad o no del Estatuto de Cataluña. Después de seis intentos de sentencia, seis borradores seis, ayer se supo que el último en probar, el magistrado Guillermo Jiménez, había cosechado un nuevo fracaso, optando por retirar su texto antes de someterlo a votación. Más que enquistado, el Constitucional sigue bloqueado, partido en dos por culpa de la decisión en su día presidente Zapatero de insuflar aire a un Estatuto que estaba muerto. Un episodio que deja una imagen de crisis total, de un país paralizado tanto en lo económico como en lo institucional.