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'Malaka' revoluciona la vida de La Palmilla: "La serie ayuda a que jóvenes dejen la droga"
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EL IMPACTO DE UNA FICCIÓN QUE ROMPE ESTIGMAS

'Malaka' revoluciona la vida de La Palmilla: "La serie ayuda a que jóvenes dejen la droga"

La serie que hace una semana estrenó TVE logra una gran repercusión social en el barrio malagueño, uno de los más pobres de España. La mayoría de los vecinos son figurantes

Foto: Laura Baena, La Tota en la serie 'Malaka', la semana pasada en las calles del barrio de La Palmilla de Málaga. (Roberto Martín)
Laura Baena, La Tota en la serie 'Malaka', la semana pasada en las calles del barrio de La Palmilla de Málaga. (Roberto Martín)

Los lunes por la noche no se ve a nadie. Las calles están desiertas desde las 22:40. Es la hora de ‘Malaka’. La serie que ha revolucionado el barrio de La Palma/Palmilla en Málaga, uno de los más pobres de España, que lucha contra su estigma de que allí solo se vende droga y hay delincuencia. No, no es cierto. Y ellos lo quieren demostrar. Con hechos y figurantes que parecen actores profesionales.

‘Malaka’, producida por Globomedia, ha supuesto un revulsivo para sus vecinos. Les ha ofrecido un motivo para sentirse orgullosos del lugar donde viven. También ha ayudado a los más necesitados. Unos 50 euros es la cantidad que menos ha cobrado un extra durante los cuatro meses largos que ha durado el rodaje con Salva Reina, 'el Gato', un poli corrupto, como gran protagonista.

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"La Palmilla es un barrio de gente que lucha. Hay un prejuicio cuando se escucha un nombre. Se crea una fama, pero sí es cierto que ya tenía muy buenas sensaciones antes de conocerlo. Conozco a mucha gente que está luchando con iniciativas sociales", cuenta Reina, que estos días está en Madrid en un rodaje. "Hay mucho arte y desparpajo".

placeholder Laura Baena e Inma Martín (Roberto Martín).
Laura Baena e Inma Martín (Roberto Martín).

En el bar de Fernan, Inma, la mujer de este, una malagueña precisamente de esas con gran desparpajo, se queda asombrada cuando se da cuenta de que Laura Baena es La Tota, gitana, y la matriarca de ficción de Malaka. “A mí me gusta ‘to’ de la serie y me encantan los actores. ¿Tú saliste en ‘Vis a vis’ también, verdad? ¡Ay, que tú eres La Tota y no lo pareces!”.

Baena, 53 años, malagueña del barrio de Carranque, se alegra de que la reconozcan. No tiene inconveniente en hacerse fotos. “Pero ¿cómo te han puesto tan fea? Escucha, escucha, que aquí te ha visto ‘to’ el mundo, pero también en mi barrio, en Ciudad Jardín”.

La competencia de las otras cadenas

"¿Qué pasará el lunes, cuando TVE estrene el tercer capítulo de la serie [en el que el barrio apenas salió]?", se preguntaban en La Palmilla el jueves por la mañana. “Dicen que van a echar ‘La Voz Kids’ a la misma hora”. Confían en las posibilidades de la ficción, pero también temen (más bien respetan) a la competencia.

—Yo me sé todas las localizaciones —apunta Manolo Trigos, de 43 años, que no es ‘palmillero’ de nacimiento. Lleva ocho años en el barrio. Era empresario de la construcción y cuando en 2007 perdió todo lo que tenía, un amigo suyo constructor que conocía muy bien a la familia de los Charros, uno de los clanes que mandan en La Palmilla, le consiguió “un pisito”.

placeholder Dos vecinos del barrio de La Palmilla. (Roberto Martín)
Dos vecinos del barrio de La Palmilla. (Roberto Martín)

Manolo paga una hipoteca pequeña. Su vida no tiene nada que ver con la que tenía en Cerrado de Calderón, uno de los barrios donde también se rueda la serie, y de los más pudientes de la ciudad. Está muy contento en La Palmilla. Una vez se le cayó la cartera y llevaba 200 euros. Se la subieron a su casa “personas con síntomas de drogadicción”. Se le cayó el móvil y han llamado a sus familiares para saber de quién era el aparato.

Ahora, junto a Jesús (‘el Chule’) acaba de crear una cooperativa llamada Comapal (Cooperativa Malagueña Palma-Palmilla), destinada a trabajos de reinserción social y laboral con cursos de formación. Si la serie renovara una segunda temporada, podría funcionar la cooperativa al 100%. Es uno de sus grandes objetivos. Quieren crear una empresa para colaborar con la gente más necesitada.

"Aquí había familias que no tenían ni para comer y me llamaban para salir de extra. ‘Méteme, Manolo, que no tengo para comer, tío’, y entraron en la serie"

“La productora ha ayudado lo que no te puedes ni calcular. Aquí había familias que no tenían ni para comer y me llamaban para salir de extra. ‘Méteme, Manolo, que no tengo, tío’, y han entrado en la serie de modo automático”, explica Manolo. Comapal no solo se ha encargado de la figuración, sino de la localización de interiores y exteriores. También de toda la logística del barrio con seguridad, vallado, transportes...

Víctor Castilla, de 28 años, es actor en ‘Malaka’ e interpreta el papel del Suizo. Blanco de piel, tirando a pelirrojo. Es el hermano pequeño en la serie de La Tota. “Pronto se hará aquí un 'tour', como se hace en Colombia con ‘Narcos”, dice Víctor, siempre sonriente y con ganas de disfrutar de la conversación.

placeholder Manolo Trigo, Laura Baena y Víctor Castilla, en una calle del barrio. (Roberto Martín)
Manolo Trigo, Laura Baena y Víctor Castilla, en una calle del barrio. (Roberto Martín)

En el camino entre el colegio Gálvez Moll, el lugar de la cita con El Confidencial, y el bar de Ferna, donde se desarrolla la mayor parte de la conversación, hay varios vecinos que dicen cosas sobre la serie. Uno de ellos, de 71 años, que tuvo orquestas de verbenas, no está muy contento: “Hablan muy malamente de todos los que están en la barriada y todos no somos iguales. Hay algunas palabras que no nos han gustado mucho, por ejemplo, que éramos indeseables”.

A La Palmilla, a dos palmos del estadio de La Rosaleda, del río seco, el Guadalmedina, y a 20 minutos andando del centro histórico, ‘Malaka’ le ha ofrecido una nueva ilusión, una nueva alegría, a personas muy humildes y trabajadoras. Un mosaicio de gitanos, payos, nigerianos y marroquíes.

Silencio y respeto

“Esto no había pasado en la historia del barrio. Los figurantes han podido ganar 50, 60, 70 euros diarios o más, dependiendo del trabajo. Había días con 50 personas. Y no solo la gente, sino casas, locales… La productora ha pagado hasta el último rincón del barrio utilizado. Si salía un perro, pues se pagaba al dueño del perro”. Lo explica Manolo.

¡Rueda!

Sonaba la claqueta. Y ya lo único que se escuchaba era el trabajo de los actores. Había silencio. También un respeto.

—¿Está el Ferna por ahí? —pregunta Manolo.

“Lo bonito que tiene la película es que ves la parte más noble y la parte más de suburbio”, añade Víctor.

—Vengo de pelarme —apunta un espontáneo curioso.

placeholder Laura Baena y Víctor Castilla, con vecinas del barrio. (Roberto Martín)
Laura Baena y Víctor Castilla, con vecinas del barrio. (Roberto Martín)

El Chule no está aquí porque se fue unos días a Ibiza. El Chule es Jesús Rodríguez y es una de las almas del barrio. “El gurú”, apunta Manolo, su íntimo amigo y compadre. Este enseña un wasap del Chule. “Esto quiere que se ponga, por favor”. Son cinco puntos.

  1. “Mucha gente ha comido gracias a ‘Malaka”.
  2. “Hubo conexión con el equipo de la serie. Fue una gente que nos ganó y abrimos las puertas”.
  3. “Se han descubierto nuevos talentos de La Palmilla gracias a nuevas revelaciones”.
  4. “La cooperativa llevó a cabo todo este tinglado”.
  5. “Se ha podido ver la cruda realidad del barrio, que está en el olvido. La serie saca esa verdad y tienen que ponerse a trabajar”.

“A mí me encanta tu serie, guapa", le dicen a Laura Baena. “Y a mí me encantas tú”, apunta ella. Fali tiene 25 años y se acaba de dejar barba. “Me gusta mucho el rollo de la serie”, confiesa. Pero no habla de ‘Malaka’ sino de ‘Vis a vis'. Risas. “La foto está perfecta”, dice tras ampliar con los dedos para ver cómo ha quedado la imagen.

El equipo celebró el primer y último día de rodaje en el bar de Fernan. “Mira, La Tota”. “¿Me puedo hacer una foto contigo? Tía, ¡que no pareces tú! Pareces una gitana de verdad en la tele”, apunta.

“Es que están horas para su caracterización. Afearle a ella es muy difícil, hay que tirarse mucho tiempo", apunta el actor Víctor Castilla

Inma Martín, la mujer de Fernan, no para de contar anécdotas. “Mira, Eva, ¿a que no parece? ¿Tú te crees que ella es La Tota? Es que no veas, no parece”. Eva es la hermana de Inma. “Es que están horas para su caracterización. Afearle a ella es muy difícil, hay que tirarse mucho tiempo", apunta el actor Víctor Castilla.

Fernan lleva toda la vida con el bar. Se levanta a las cinco y media de la mañana y esta mañana, desde muy tempranito, ya le reconocía. “Ostras, tú, ¡tú sales en ‘Malaka’!”. “Digo, Fernan, imagínate un actor… ¡Y tú, que no eres nadie!”.

El dueño del bar salió en el segundo capítulo apenas 20 segundos, pero el teléfono no dejó de sonar. Mensaje tras mensaje. Llamadas. La locura.

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Alguien suelta: “¿Quién ha matado a la muchacha?”. La muchacha es la joven hija del empresario que aparece muerta nada más empezar la serie. “Oye, no, chúpate los seis capítulos que quedan”. Para el papel de La Tota, Laura Baena recibió la llamada directa de Luis San Narciso, el oráculo de los 'castings' en España, y ella, feliz.

La serie viaja en un terreno más cerca del neorrealismo italiano. “Esto es como cuando Passolini y Visconti se iban a los barrios bajos de Italia a retratar la realidad tal cual, con la gente y los acentos de allí”, apunta Víctor.

"Nuestra forma de hablar"

Los acentos. ¿Se entiende lo que dice para alguien no acostumbrado al acento malagueño cerrado? “Sí, hombre, claro que sí. Es nuestra forma de hablar”, apunta Fernan. Laura cree que cada uno con su acento, pero “se vocaliza”. Que no hacen faltan subtítulos, aunque haya palabras y expresiones tan autóctonas que ni siquiera en otros barrios de Málaga se han oído, o si se han oído, de eso hace ya décadas.

¿Qué ha aportado la serie en el barrio? Es la pregunta que quiere contestar el dueño del bar, que también es presidente del Club Deportivo 26 de Febrero, un equipo de fútbol donde juegan no solo niños del barrio sino hijos de abogados, funcionarios de prisiones, policías y hasta de directivos de entidades financieras.

placeholder La actriz Laura Baena se fotografía en La Palmilla con varios fans de la serie. (Roberto Martín)
La actriz Laura Baena se fotografía en La Palmilla con varios fans de la serie. (Roberto Martín)

Este club logró el premio de la Junta de Andalucía a la labor social por su trabajo en pro del fútbol base. Tiene federados a 200 niños y el campo y los vestuarios han salido en la serie. Fernan no ha cobrado ni un euro. El dinero desembolsado por la productora se ha destinado a pagar las equipaciones.

La gente del barrio está muy contenta, pero pocos han entendido, por ahora, de qué va el argumento. Han estado más pendientes de ver a los amigos figurantes, a verse ellos mismos y a ver las calles donde se han rodado las secuencias que en saber cuál es la trama y el desarrollo de la historia. “Yo la ha tenido que ver dos o tres veces porque no le cogía el hilo para nada”, admite Manolo. “Soy de Málaga, pero no había estado hasta ahora por este barrio y me he enamorado. Es la misma sensación de alegría que tienes cuando vas a un pueblo”, narra Víctor sin quitarse la alegría.

El Chule a Fernan: “Escúchame, compadre… Que viene no sé quién, de una televisión de no sé cuánto, y no sé a qué vienen”

“¿Sabes lo que pasa?”, expone Fernan, “pues que los de fuera de aquí creen que somos todos unos traficantes. Tenemos muy mala fama y el trabajo que nos está costando quitarla...”. El primer día que llegó el equipo de la serie, el Chule llamó a Fernan y le dijo: “Escúchame, compadre… Que viene no sé quién, de una televisión de no sé cuánto y no sé a qué vienen”. No se trataba de edulcorar el barrio, ni tampoco de encargar un ‘atrezzo’ más siniestro. No. Había que mostrarlo tal y como es.

Hablan mal de televisiones con reportajes sobre el barrio que se han fijado solo en lo malo, en el lado oscuro de La Palmilla, y han olvidado el trabajo en el colegio Gálvez Moll, el Banco ‘Güeno’, la radio Onda Color y las actividades de organizaciones para lograr que la vida del barrio sea más llevadera.

placeholder La actriz Laura Baena, en una pose característica de 'La Tota'. (Roberto Martín)
La actriz Laura Baena, en una pose característica de 'La Tota'. (Roberto Martín)

—¿Esto para qué es? —se cuestionaron al unísono Fernan y el Chule. "Porque si es para echarle mierda a nuestro barrio, no queremos. Explicadnos la serie", dejaron muy claro.

Que haya una segunda temporada

Se la explicaron. Se quedaron conformes y muy satisfechos del resultado. “A ver, no nos podemos asustar de la droga. Aquí, en la década los ochenta, era droga pura y aquí gracias a Dios esto ha cambiado a mejor; en todo. Antes estaban las jeringuillas y la heroína en la mitad de la calle. Ahora eso ha desaparecido”.

La serie sirve, apunta Manolo, para que muchos jóvenes dejen la droga. Y eso apenas puede ser el principio. Para ello, es clave que haya una segunda temporada. “Lo importante es que la gente del barrio ha visto que no solo se vende droga, que pueden trabajar en una serie. Eso aporta una repercusión social para la gente honrada que quiere tener una vida mejor en este barrio”.

Laura Baena, que se ha preparado su personaje de La Tota con el modelo de personajes masculinos, no para de recibir felicitaciones. Todos se quieren hacer una foto con ella. Víctor, su hermano pequeño en la ficción, habla con los personajes de La Palmilla. A veces, una historia de ficción puede transformar una realidad. Este es un ejemplo.

Los lunes por la noche no se ve a nadie. Las calles están desiertas desde las 22:40. Es la hora de ‘Malaka’. La serie que ha revolucionado el barrio de La Palma/Palmilla en Málaga, uno de los más pobres de España, que lucha contra su estigma de que allí solo se vende droga y hay delincuencia. No, no es cierto. Y ellos lo quieren demostrar. Con hechos y figurantes que parecen actores profesionales.

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