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Cómo este logo se convirtió en el más odiado de España: "Es el símbolo del mal"
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"Nadie está contra el fin de la pobreza"

Cómo este logo se convirtió en el más odiado de España: "Es el símbolo del mal"

En 2020, el 70% de la población española no sabía nada de la Agenda 2030. En menos de cuatro años, el símbolo que aúna esta serie de principios vaporosos de la ONU está presente en todas las protestas y conspiraciones

Foto: Manifestación en Madrid contra la Agenda 2030 el año pasado. (Europa Press/Fernando Sánchez)
Manifestación en Madrid contra la Agenda 2030 el año pasado. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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Ida Auken dice no saber nada de los agricultores españoles ni de sus protestas. Es la escueta respuesta que da esta diputada socialdemócrata danesa a la pregunta que le hace El Confidencial por correo electrónico. Sin embargo, uno de sus trabajos está presente desde el minuto uno en las manifestaciones que han colapsado las carreteras españolas. Ella es la autora de la frase: "No tendrás nada y serás feliz". Claro, que cuando la escribió en un pequeño informe para el World Economic Forum no imaginaba que ese enunciado sería clave para que un logo de un círculo se convirtiese en uno de los símbolos más odiados: el de la Agenda 2030.

Tras la pandemia y el boom de las teorías antivacunas, la Agenda 2030 fue cogiendo fuerza entre esos grupos que habían hecho de las vacunas contra el covid su gran arma y que necesitaban un nuevo objetivo a batir. Así, el plan creado en el seno de la ONU en 2015 con 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para el planeta que llevan enunciados como "fin de la pobreza" o "hambre cero", acabó convirtiéndose en el nuevo enemigo a batir acusado de, por ejemplo, buscar acabar con la propiedad o acabar con la cultura occidental. Pero su impacto no se quedó en esos ambientes fuera del sistema, sino que en los últimos tiempos entidades como Vox o el propio Donald Trump han añadido la lucha contra esta agenda a su programa político y en protestas como las del campo de estos días se ha visto que su alcance no cesa.

Auken no da más información sobre por qué cree que estas teorías han crecido tanto en los últimos tiempos y es que, en realidad, es una víctima colateral. Su informe no estaba directamente relacionado con la Agenda 2030 aunque ahora todo el mundo lo una y acompaña el escueto mensaje en el que dice no conocer nada de lo que pasa en España de un enlace a un pódcast de la BBC donde explica cómo un inocente informe acabó alimentando una teoría antiglobalista. Ella, asegura, escribió el informe no como un sueño o como un deseo, sino como un escenario al que el mundo podría llevarnos, para bien o para mal, e incentivar el debate sobre esta realidad.

Lo dejó escrito en una actualización del informe en la que aseguraba querer "iniciar una discusión sobre algunos de los pros y contras del desarrollo tecnológico actual. Cuando hablamos del futuro, no basta con trabajar con informes. Deberíamos comenzar las discusiones de muchas maneras nuevas. Esta es la intención de esta pieza". Pero su explicación dio un poco igual. A día de hoy el texto aparece como retirado de la web, nadie puede leerlo y la frase corre por internet tan rápido como el logo de los ODS.

De los expertos preguntados por este periódico, pocos aciertan a explicar cómo esto ha ido cogiendo tanta fuerza en los últimos tiempos, aunque algunos sí apuntan a que encaja bien dentro de las teorías antiglobalistas tradicionales, como ocurre con las del Nuevo Orden Mundial, los Illuminati o el Grupo Bilderberg. Es más, recuerdan que antes de la Agenda 2030 ya hubo críticas similares a la Agenda 21 o Programa 21, un plan creado a principios de los años noventa que tenía los ODM (objetivos del milenio) como metas a alcanzar en el siglo XXI para crear un planeta más sostenible y de las que en 2015 apenas se habían cumplido ciertos puntos. Ahora, los que criticaban la Agenda 21 se han pasado a la 2030. "Es lo mismo de siempre, al final se ve el logo y escuchas algunas teorías y cuadra y tienes un enemigo claro y sencillo", comentan.

Es el argumento que muestra también José Manuel Margallo, uno de los políticos más señalados por defender estos objetivos. "Es algo que se repite desde siempre, es como lo de los Sabios de Sion o la conspiración judeo-masónica. Ante problemas complejos se dan soluciones fáciles, abstractas, generales y que atraen porque te evitan tener que pensar más allá", comenta. "El campo tiene problema con legislaciones concretas como la ley de restauración de la naturaleza que se vota dentro de poco, pero eso no tiene nada que ver con la Agenda 2030. Igual que no se puede decir que hay que derogar la agenda, es un plan firmado por los 193 países de todo el planeta como unas recomendaciones, no hay nada más", detalla el diputado europeo.

"Los conspiranoicos siempre se agarran a estos temas porque las teorías globalistas se venden bien, tienen mucho marketing y te permiten denunciar a una supuesta élite que pone normas en todo el mundo. Pasa igual que lo de Bilderberg o el foro de Davos", apunta Margallo. "Aunque lo que siempre recomiendo es que quien hable de esta agenda ante todo debe habérsela leído".

El salto al campo

Según los expertos, las redes sociales y el apoyo de ciertos sectores políticos han ayudado claramente a que las teorías crezcan. En España, una encuesta del CIS de 2020 reveló que el 70% de los españoles no habían oído hablar de lo que era la Agenda 2030. Pero a día de hoy hay cuentas en redes como X (antes Twitter) con más de 300.000 seguidores que centran todo su contenido en vender teorías sobre la Agenda 2030 y colocarla como principal culpable de los problemas del país, y partidos como Vox la señalan continuamente como un plan que se debe derogar.

Lo curioso es que, como recuerda la gente que conoce los ODS, no se trata ni de un plan cerrado ni de unos objetivos de obligado cumplimiento, la agenda es solo una lista de deseos a cumplir y no tienen nada que ver ni con propiedad privada ni con leyes concretas sobre la agricultura. Sin embargo, en las últimas protestas muchos grupos han pedido su derogación.

"En el campo crece por el entramado de asociaciones que ha ido creciendo de forma alternativa y con discursos cercanos a Vox. Muchas de ellas se han lanzado a las teorías conspiranoicas como motivo de los problemas del sector", comenta un experto en desinformación contactado por este periódico. Sin ir más lejos, la que empezara las últimas protestas como líder de la Plataforma 6F, Lola Guzmán, apareció hace unos meses en otra concentración con diferente merchandising contra la Agenda 2030 y con una camiseta que denunciaba los supuestos chemtrails.

Agricultores como Tomy Rohde, un andaluz que en los últimos años se ha convertido en una de las voces más virales del sector, se separan claramente de este tipo de campañas y creen que hay un intento de utilización de las protestas en favor de ciertos discursos. Eso sí, no deja de criticar por ello las políticas que se están llevando a cabo. "Lo curioso no es que se esté cumpliendo la Agenda 2030 o se esté legislando a favor de los objetivos que marcan, es que se está consiguiendo lo contrario con las medidas que se llevan a cabo, pero luego venden siempre que siguen esos objetivos", comenta Rohde.

Cómo unas propuestas vaporosas acaban en incendio

Para él, que sí se ha sumado a las protestas de estos días de forma, asegura, totalmente independiente, la Agenda 2030 no es el problema del campo, "nadie está en contra del fin de la pobreza o del hambre cero, es más, los agricultores queremos justo eso, que no haya hambre". Pero cree que en el disparadero también lo han colocado los propios políticos. "Todos van con el pin y hablan de estos objetivos, pero luego la cesta de la compra está más cara que nunca, las condiciones de los trabajadores del campo que es algo que en teoría iban a mejorar según ese plan, son peores y si cada vez el alimento está más caro ni acabas con la pobreza ni acabas con el hambre", detalla.

placeholder Pedro Sánchez, con el pin del logo de la Agenda 2030. (Foto: EFE)
Pedro Sánchez, con el pin del logo de la Agenda 2030. (Foto: EFE)

Con este panorama, cree que parte de su sector ha comprado el discurso por desesperación y por entender que es un enemigo común. "La gente lo critica porque sí, porque a algo se tiene que agarrar. Si después de todo cada vez ve que su trabajo va a peor, pues buscas enemigos y si te dicen que todo es culpa de esta agenda y te cuadra, pues listo".

Para terminar, pide una reflexión a los que se quedan en lemas como acabar con la Agenda 2030. "Ya te digo que muchos de los que van con el logo ese tachado ni siquiera saben qué dice, pero bueno es una forma de protestar contra todo", añade. "Lo malo, claro, es que con estas cosas se pierde de foco el objetivo de las protestas y las medidas que de verdad podrían ayudar. Corregir el tema de la burocracia, apostar por la inversión en el sector, mejorar las condiciones... todo eso se queda en un segundo plano".

Ida Auken dice no saber nada de los agricultores españoles ni de sus protestas. Es la escueta respuesta que da esta diputada socialdemócrata danesa a la pregunta que le hace El Confidencial por correo electrónico. Sin embargo, uno de sus trabajos está presente desde el minuto uno en las manifestaciones que han colapsado las carreteras españolas. Ella es la autora de la frase: "No tendrás nada y serás feliz". Claro, que cuando la escribió en un pequeño informe para el World Economic Forum no imaginaba que ese enunciado sería clave para que un logo de un círculo se convirtiese en uno de los símbolos más odiados: el de la Agenda 2030.

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