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La polarización rompe el modelo territorial: solo un tercio apoya el Estado autonómico
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MÁS INDEPENDENTISMO EN CATALUÑA

La polarización rompe el modelo territorial: solo un tercio apoya el Estado autonómico

Por primera vez, mantener el sistema actual tiene menos apoyos que el resto de opciones. Vox, ante esto, ha desatado el ánimo recentralizador de los ciudadanos

Foto: La última Conferencia de Presidentes y Presidentas de Parlamentos Autonómicos, en 2022. (EFE/A. Visómine)
La última Conferencia de Presidentes y Presidentas de Parlamentos Autonómicos, en 2022. (EFE/A. Visómine)
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El debate por el modelo territorial del país está ahora más igualado que nunca. Por primera vez desde 1984, la opción de continuar con el Estado de las autonomías tal y como lo conocemos ya no es la preferida de los españoles. Según los últimos datos, la población se divide casi a la perfección entre más centralismo, más autonomía y statu quo. En concreto, los porcentajes son 32,8%, 31,8% y 31,6%, respectivamente. Solo en 1984, cuando el CIS hizo por primera vez esta pregunta y con un Estado de las autonomías casi recién estrenado, las proporciones eran similares.

Después de más de tres años eludiendo la pregunta nacional, el organismo público ha retomado una cuestión clave en nuestra política: la preferencia por el modelo territorial. Cuando se pregunta por esto, el organismo ofrece cinco opciones. Dos de ellas inclinadas hacia un mayor centralismo, una tercera a favor de mantener el sistema actual y otras dos favorables a la descentralización. "No hay ningún Gobierno que pueda obviar ese debate", sentencia el sociólogo e investigador del CSIC Luis Miller.

"La novedad en los últimos 15 años ha sido el incremento del apoyo a una mayor centralización", explica Miller, que entre 2021 y 2022 compaginó su labor investigadora con un puesto como asesor de la Moncloa. Esta tendencia comienza en los años de la crisis anterior, cuando, desde un punto de vista económico, "se habló mucho de reducir el gasto en comunidades autónomas". La irrupción de Vox, que nació proponiendo la supresión del Estado de las autonomías, tiene a su vez un efecto impulsador del centralismo que reflejan los datos del CIS.

La encuesta del CIS, con más de 7.000 entrevistas, permite obtener resultados para cada comunidad autónoma, aunque en aquellas con menos población la muestra es más pequeña y el margen de error es más amplio. No obstante, el primer elemento que define la preferencia por el modelo territorial es, precisamente, el lugar de residencia. Madrid se sitúa a la cabeza del procentralismo, seguida de Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia, la Comunidad Valenciana, La Rioja, Aragón y Cantabria.

En el otro lado de la balanza, por debajo de la media de nacional, las regiones menos favorables a reducir la autonomía de los territorios son Andalucía, Extremadura, Canarias, Baleares, Galicia, Navarra, Cataluña y País Vasco, en ese orden. Sin embargo, el porcentaje más elevado de la opción más extrema contra la centralización se observa en Cataluña, donde el 37,5% de la población aboga por un modelo en el que las autonomías tengan derecho a convertirse en Estados independientes.

Crece el independentismo en Cataluña

"He rectificado, he tomado decisiones diferentes a las que dije antes de las elecciones, pero el resultado es que hoy hay una mayor tranquilidad en la sociedad catalana". Así lo afirmaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en las entrevistas que ha ido concediendo estas últimas semanas. Además de las sensaciones, que evidencian que la importancia que se le da al tema catalán es ahora mucho menor que al inicio de esta legislatura, hay algunos datos que respaldan estas afirmaciones.

Después de las elecciones generales de noviembre de 2019, un 11,8% de los españoles mencionaba "la independencia de Cataluña" entre los tres principales problemas del país. Ahora, esta preocupación solo es prioritaria para el 0,3%. Y, según el Centro de Estudios de Opinión (CEO), también conocido como "el CIS catalán", mientras que a finales de 2019 un 37% de los catalanes abogaba por ser un Estado independiente de España, en julio de ese año el porcentaje era del 33%.

Sin embargo, los nuevos datos del CIS permiten ver cómo, más allá de la superficie, el Gobierno de Sánchez no solo no ha aplacado la cuestión territorial en Cataluña, sino que las posiciones independentistas en la población han crecido en esta legislatura. El siguiente gráfico muestra la evolución de la preferencia del conjunto de los españoles y de los catalanes en particular para cada una de ellas desde el último barómetro en que se preguntó (junio de 2019 para Cataluña y febrero de 2020 para España).

"Las fuerzas independentistas han estado colaborando con el Gobierno y no movilizando a sus bases", afirma Miller sobre la acción política en Cataluña. Unas bases que, advierte, están "cansadas". El apoyo al independentismo tocó máximos en 2013 y se mantuvo durante todo el procés, lo que, a juicio de Miller, supone "muchos años de estar movilizado, y los movimientos sociales no aguantan". "Pero todo esto es acción política, no tiene nada que ver con tendencias subyacentes", añade en referencia a los cambios en las posiciones sobre cómo articular poder territorial.

Uno de los estudios más recientes sobre el encaje de Cataluña en España se publicó en 2021 para la Fundación Alternativas. En el mismo, los politólogos Sandra León e Ignacio Jurado hablaban de una "doble polarización" para explicar las divergencias entre los posicionamientos tanto dentro de Cataluña como entre la región y el resto de España. En ambos casos, la división de las posturas respecto al encaje territorial crecieron rápidamente desde finales de 2011, "tras el estallido de la crisis económica y la crisis de representación política". Desde entonces, el apoyo a la independencia se ha mantenido relativamente estable y lejos de los niveles previos, cuando era una posición minoritaria.

Estas divergencias entre las preferencias para articular la relación entre España y Cataluña siguen vigentes, pero los últimos datos muestran una tendencia paralela. En ambos territorios, la opción de tener un modelo territorial en el que las regiones puedan independizarse tiene ahora más adeptos, mientras que el número de personas que no harían ningún cambio ha caído de forma notable. Pero, además, en Cataluña también hay más población que aboga por la extrema centralización, un reflejo que no extraña teniendo en cuenta la penetración de los postulados de Vox en estos cuatro años.

Los rasgos que dividen a los españoles

El fenómeno de la polarización ya no es ajeno en España y, poco a poco, va dejando rastro en las posiciones que tomamos. "Llevamos mostrando desde hace un tiempo que hay un alineamiento de las identidades en España, como pasa en otros países", asegura Miller. Esta división de la sociedad en la que cada vez los polos son más opuestos se observa en los principales posicionamientos políticos, y la preferencia por el modelo territorial no es una excepción.

Primera brecha, el partido al que votas. El 45,6% de los que en 2019 escogieron la papeleta del PSOE prefiere un modelo como el actual y los porcentajes de descentralización son mayores que los de recentralización. Pero hay otro tipo de votante que apoya incluso en mayor medida el statu quo: el de Más País. La fuerza que ahora se integra en Sumar es la más proclive a no tocar el Estado de las autonomías entre sus ahora compañeros de lista, que prefieren las opciones menos centralistas.

Los votantes de partidos del bloque de derechas, por su parte, apuestan sin duda por ir hacia un modelo más centralista. En este sentido, la gran diferencia entre el electorado de PP y Vox se ve en la apuesta por el statu quo. Mientras que un tercio de los que votaron a Casado mantendría el sistema actual, solo un 13,1% de los de Abascal lo haría. "Creo que este es uno de los temas que explican cierto tipo de voto de derechas a Vox, este eje recentralizador", argumenta Miller.

Pese a que el color político sea una variable determinante, en este tema existen otros factores de división de opiniones, como la identificación con una clase social, la ideología, la ocupación e incluso la religiosidad. "Ahora mismo, la identidad coincide con el bloque ideológico", explica el investigador del CSIC, que ha publicado recientemente Polarizados, un libro sobre el fenómeno.

Foto: Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo. (EPA/Julien Warnand)

Los estudiantes son el grupo de población que apoya en mayor medida el statu quo y reniega de un mayor centralismo. "Sorprendente que aquellos que han tenido menos experiencia con el sistema actual son los que más lo apoyan", comenta Miller. Por su parte, los militares y cuerpos policiales o los trabajadores del sector agrario prefieren un Estado con menos autonomía para las CCAA.

Aunque la división por religiosidad es menos evidente, también es un indicador de la posición que toman respecto a esta cuestión política. Cuanto más católico o creyente, más preferencia por opciones hacia el centralismo, mientras que los ateos o no creyentes preferirían un modelo con más independencia para los territorios que conforman el país.

"Sorprende ver que aquellos que han tenido menos experiencia con el sistema actual son los que más lo apoyan"

Para León y Jurado, la doble polarización en el caso del encaje de Cataluña "no es insalvable". "Existe más coincidencia de lo que tal vez asumimos y distintas combinaciones de medidas pueden generar más espacio para el entendimiento", aseguran después de analizar las respuestas sobre la posibilidad de aceptar distintos modelos territoriales.

"Probablemente, vamos a tener que reinventar el Estado de las autonomías", opina Miller, quien recuerda que, en su momento, esta opción no fue la preferida por la mayoría, sino un acuerdo entre extremos que fue ganando legitimidad. Una legitimidad que, sin embargo, se ha ido perdiendo en los últimos años, al igual que el resto del diseño institucional. "Llega el momento de recomponer el sistema del 78 y habrá que converger a ello. Todo está empatado, así que la única opción es acordar posiciones de equilibrio", concluye Miller.

El debate por el modelo territorial del país está ahora más igualado que nunca. Por primera vez desde 1984, la opción de continuar con el Estado de las autonomías tal y como lo conocemos ya no es la preferida de los españoles. Según los últimos datos, la población se divide casi a la perfección entre más centralismo, más autonomía y statu quo. En concreto, los porcentajes son 32,8%, 31,8% y 31,6%, respectivamente. Solo en 1984, cuando el CIS hizo por primera vez esta pregunta y con un Estado de las autonomías casi recién estrenado, las proporciones eran similares.

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