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Peregrinaje por el dulce: largas colas en la confitería rural de un pueblo asturiano de 200 habitantes
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Peregrinaje por el dulce: largas colas en la confitería rural de un pueblo asturiano de 200 habitantes

Un joven pastelero abrió hace una década un negocio familiar que cuenta con creaciones únicas para los paladares más golosos

Foto: Pastelería Cabo Busto
Pastelería Cabo Busto

Los lugares más desconocidos guardan verdaderos tesoros, en este caso gastronómicos. En Valdés, un pequeño concejo de Asturias con apenas 200 habitantes, funcionan a pleno rendimiento los hornos de una de las pastelerías rurales más reconocidas: Cabo Busto, ubicada en un impresionante entorno natural. Al frente Jonathan González, un joven de 35 años que montó su propio negocio hace ya una década, según se hace eco La Voz de Asturias.

El gusto por la cocina le viene de familia, y es que su tío era el panadero del pueblo. Se formó en la Escuela de Hostelería de Gijón y pasó por diferentes especialidades: la cocina, la confitería o la pastelería. Ahora su local se ha convertido en un lugar de culto al que a diario llegan varias personas -en coche o a pie- dispuestas a degustar sus creaciones.

Comenzó trabajando en algunas confiterías en Gijón, pero con tan solo 25 años decidió volver a sus orígenes, afincarse en Valdés y comenzar esta aventura en la casa de sus abuelos. "Buscar la felicidad es lo que me hizo regresar y cumplir mi sueño de ejercer mi pasión profesional al lado de las personas que más quiero", indica el pastelero en su página web

Su propio chocolate

Jonathan comenzó solo, pero poco a poco fue creando un gran equipo de trabajo. El primero en unirse al negocio familiar fue su hermano, que tenía una empresa de jardinería en Gijón. "Ahora trabajo con mi hermano, mi madre, mi suegro y mi mujer en un negocio de lo más familiar. Cuando abrimos las puertas de nuestra pastelería buscamos, no solo vender productos, buscamos que nuestros clientes sientan la cercanía de esta casa, el trato directo con mi familia. Sobre este deseo se sostiene la base de nuestros productos y creaciones", dice.

Su dueño y creador tiene claro cuáles son las tres claves del éxito: hacer las cosas con cariño, conocer bien el producto y mantener la ilusión. En Cabo Busto cuentan con productos estrella como Sablé Bretón o el de turrón. Se centra en una pastelería basada en frutas y en sabores que pueden gustar tanto al cliente tradicional como a aquel que quiera arriesgarse un poco más.

En Cabo Busto han cumplido el sueño de todo pastelero: crear su propio chocolate, el Orbayu, el cual "ya estamos comercializando online". También lanzan el roscón de San Valentín con vainilla de Tahití y una de sus elaboraciones más especiales: la tarta Asturias. “El arraigo por la tierrina y su belleza natural es la fuente de inspiración de nuestros productos, pero también abre proyecciones interesantes hacia nuevos conceptos”, comenta el repostero.

Los lugares más desconocidos guardan verdaderos tesoros, en este caso gastronómicos. En Valdés, un pequeño concejo de Asturias con apenas 200 habitantes, funcionan a pleno rendimiento los hornos de una de las pastelerías rurales más reconocidas: Cabo Busto, ubicada en un impresionante entorno natural. Al frente Jonathan González, un joven de 35 años que montó su propio negocio hace ya una década, según se hace eco La Voz de Asturias.

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