El mejor croissant de toda España está en una pastelería de Barcelona

Este lunes 30 de enero se celebra el Día Internacional de uno de los dulces preferidos para todos los públicos: el croissant. Pocos son capaces de resistirse a su crujiente textura, su particular sabor entre dulce y salado y el potente aroma de la mantequilla, pero lo que ha convertido al croissant en algo único es su versatilidad, perfecto para consumir casi a cualquier hora del día.

Francia es la cuna de esta deliciosa pieza de bollería, pero no hace falta ir tan lejos para degustar uno. Y es que, en mejor croissant de España, está en Barcelona, concretamente en la pastelería Canal. Así lo determinó hace unos meses el concurso del Mejor Croissant Artesano de Mantequilla de España 2022.

La pastelería, fundada el año 1970, ya se hizo con este galardón en 2016 y 2019. Cuenta con establecimientos en la calle Muntaner y Calvet, en los que innovan en la tradición, elaborando bollería y pastelería clásica y contemporánea al mismo tiempo. El trabajo de Toni Vera –con estudios de química y encargado de los cruasanes de la Pastelería Canal– se impuso a la de 53 establecimientos más, todas pastelerías de primera línea.

Origen vienés

Para empezar la semana lo mejor posible y homenajear como se merece a este tipo de bollo, el pastelero ha explicado que los clientes encontrarán en sus confiterías cruasanes de pistachos, vainilla galleta, lemon pie, frambuesas, manzana al horno, praliné y bañados por fuera en chocolate 70% cacao. Desde la pastelería han comentado que, tras los galardones que han obtenido, han pasado de hacer 250 cruasanes al día, a hacer más de 1.200.

En realidad, el origen del popular dulce está en Viena, aunque mucha gente cree que proviene de Francia. Como ocurre con muchas recetas emblemáticas de la gastronomía mundial, la historia del croissant tiene varias versiones. Existen varias leyendas sobre su origen, pero la más extendida es que surge en Viena, a finales del siglo XVII, durante la invasión otomana.

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EC

En 1683, los soldados otomanos al mando del gran visir Kara Mustafá, después de conquistar la mayoría de las regiones a orillas del Danubio, sitian Viena que, después de Constantinopla, habría sido la primera conquista importante en Europa. La ciudad se encontraba rodeada por una muralla, así que la estrategia de los 20.000 soldados fue socavar el terreno, a fin de que una trinchera o corredor pasara por debajo de las murallas, hasta desembocar en el centro de la ciudad.

Para no ser descubiertos trabajaban solo por la noche, pero no se habían percatado de que los panaderos también trabajaban a esas horas. Estos oyeron el ruido que hacían los turcos con las palas y picos, y dieron la voz de alarma. De esta manera, toda la ciudad y el ejército pudo repeler el ataque del invasor, que no tuvo más remedio que retirarse. Como celebración de esta victoria, los panaderos crearon un bollo con forma de luna creciente, la misma que lucía en la bandera otomana.