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El adiós a las mascarillas en el transporte: "En mi tren no la llevaba nadie, pero en el metro, muchos"
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Ya no son obligatorias

El adiós a las mascarillas en el transporte: "En mi tren no la llevaba nadie, pero en el metro, muchos"

Comienza la desescalada de mascarillas en el trasporte público. Mientras desaparecen con fuerza en aviones, trenes y autobuses, aún están bastante presentes en el metro

Foto: Una chica tira su mascarilla antes de subirse a su autobús. (L. V.)
Una chica tira su mascarilla antes de subirse a su autobús. (L. V.)

Un nuevo día, pero no cualquiera. Hoy la vida de los españoles ha dado un paso más hacia la vieja normalidad prepandémica. Las mascarillas ya no son obligatorias en el transporte público (aunque habrá que seguir usándolas en centros sanitarios, residencias o farmacias). Un hito esperado por muchos y que "llega tarde", según otro tanto de los usuarios habituales del transporte público preguntados por El Confidencial. Para un gran número de personas hoy se materializa una victoria en la guerra constante de la sociedad por recuperar lo que el covid arrebató: una vida sin restricciones ni mascarillas.

"La añoranza por el pasado nos ha llenado de tristeza desde el 2020. Hoy puedo decir que hemos recuperado en gran medida la realidad que echábamos de menos y muchos estamos preparados para construir un nuevo futuro ilusionante sin pensar tanto en la vida anterior al coronavirus", defendía una mujer que viajaba en la línea de autobús 651 de Madrid a primera hora de la mañana, mientras otra señora se giraba tras escuchar estas palabras esbozando una media sonrisa ante la profundidad y trabajada declaración.

"La gente no es consciente de la cantidad de discusiones que hemos tenido con personas que se les había olvidado la mascarilla"

Se ven mascarillas por el suelo, en intercambiadores de buses, metro, y diversas papeleras. "¿Ya no hace falta mascarilla, verdad? Se lleva el premio a la frase más repetida del día", apuntaba Javier, un conductor de autobús que también narraba el alivio que le supone a él y a muchos compañeros del gremio que ya no sea obligatoria la mascarilla. "La gente no es consciente de la cantidad de discusiones que hemos tenido con personas que no tenían la mascarilla porque se les había olvidado o porque no les daba la gana llevarla y querían igualmente subir al bus. Era un dolor de cabeza continuo, una lucha diaria", confesaba. Pero esta mañana, con un entusiasmo que se le podía reconocer en el rostro, afirmaba, antes de seguir canturreando una canción que estaban poniendo en la radio y que se escuchaba a todo volumen: "Hoy soy un poquito más feliz".

"Hay más mascarillas de las que me esperaba en el metro"

Pese a todo, lejos de lo que algunos podrían haber pensado, en el paisaje del transporte no ha desaparecido de forma drástica la mascarilla. "Me ha sorprendido bastante que hay más mascarillas de las que me pensaba en el metro", afirmaba un chico que transitaba la línea 6 del suburbano madrileño. Una chica que estaba al lado, de pie, amiga suya, le interrumpió y apuntó: "Creo que hay tanta gente con ella puesta porque hay muchas personas resfriadas, y les da vergüenza andar tosiendo y no tenerla puesta". Y, en efecto, la tos era la banda sonora del vagón.

"No veo diferencia entre ayer y hoy respecto a la gente que lleva puesta la mascarilla", señalaba María Luisa, una anciana madrileña que se acababa de subir en Nuevos Ministerios. El caso del metro es curioso y diferente al del resto de transportes públicos. Ahí la desescalada de mascarillas ya empezó de forma extraoficial hace meses. Mientras en autobuses, trenes o aviones había una obligatoriedad más estricta, ya que los conductores y otros trabajadores como los revisores o azafatas llamaban la atención si no la llevabas e, incluso, te podían llegar a echar del transporte, en el metro se generó un pasotismo frente a la mascarilla que dibujó una estampa en la que prácticamente la mitad de las personas ya dejó de usarla antes de este 8 de febrero.

placeholder Juan en su trayecto habitual de metro sin mascarilla. (L. V.)
Juan en su trayecto habitual de metro sin mascarilla. (L. V.)

"Yo soy de esos, no me escondo", apuntaba Juan entre risas, en referencia al grupo de personas que ya dejó de usar la mascarilla desde hace tiempo en el metro. "No soy negacionista ni nada de eso", dejaba claro, "pero ya era hora de que quitaran las mascarillas aquí porque no tenía sentido tenerlas".

Es llamativo que el lugar donde antes se dejó de usar la mascarilla hoy sea en el que más se han visto. "En mi tren no iba nadie con mascarilla, pero en el metro la llevaba bastante gente", contaba Ángela, una estudiante que llegó por la mañana a Madrid procedente de Málaga y que fue testigo de ese contraste. "En mi vagón te diría que no había nadie con mascarilla y tan a gusto, pero en el metro había muchísimas personas con ella".

Trenes, aviones y autobuses, donde menos mascarillas hay

Aquellos trasportes como los trenes, los aviones y los autobuses, donde el uso de mascarilla era más estricto, han sido los lugares en los que más se ha notado la llegada del día D. "Ni rastro de personas con mascarilla en mi vuelo", comentaban algunos en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. En mitad de un río de gentío que emergía de la puerta de salidas de la Terminal 4, un hombre aparecía con la mascarilla puesta. "Ah, la llevaba en el avión porque duermo más a gusto con ella", explicaba el hombre, y no fue el único que afirmó que voló con ella puesta para conciliar el sueño.

placeholder Dos personas felices tras su primer vuelo sin mascarilla desde que comenzó la pandemia. (L. V.)
Dos personas felices tras su primer vuelo sin mascarilla desde que comenzó la pandemia. (L. V.)

La felicidad se notaba en muchos de los viajeros aéreos ante su primer viaje sin mascarilla. "Estamos muy contentos, cuando viajaba me hacía daño la mascarilla en las orejas, este viaje ha sido mucho mejor", narraba Carlos, un hombre que llegaba procedente de Santander. A pesar del entusiasmo del día de hoy, sigue habiendo un reducido grupo que conforman la resistencia de la mascarilla en algunos vuelos. "Te diría que había poco menos de un 10% con mascarilla en mi vuelo", contaba una mujer recién aterrizada.

En los trenes, la situación es prácticamente calcada a la de los aviones. Barajas y Atocha hoy han presentado la misma cara. Pocas mascarillas. Más de las personas procedentes del metro que otra cosa. "No había casi nadie con mascarilla en mi AVE, dos o tres personas he visto al salir", remarcaba rotundo Jorge, que acababa de llegar de un tren procedente de Sevilla.

placeholder Ana al llegar a Atocha tras viajar en AVE procedente de Barcelona. (L. V.)
Ana al llegar a Atocha tras viajar en AVE procedente de Barcelona. (L. V.)

A la llegada de un AVE desde Barcelona, asomaba la mascarilla FFP2 amarilla de Ana. "Si te soy sincera, me la acabo de poner al llegar a Madrid porque hace un frío increíble, y me sirve para abrigarme un poco, pero no la llevaba en el tren", confesaba. En su mismo vagón iba un anciano que llevaba también una mascarilla "porque delante uno se puso a toser" y no quería resfriarse.

Un pequeño ahorro que valoran bastantes

Muchos ya se han despedido de las mascarillas y se han deshecho de ellas. "Usé la última ayer y doy gracias de no tener que comprar más, era un gasto habitual innecesario, y, bueno, eso que ahorro ahora", afirmaba un joven antes de coger un autobús en el intercambiador de Moncloa.

"No sé si lo que ahorramos nos dará para mucho con lo caro que está todo"

"Usábamos una mascarilla al día, al final teníamos que comprar cada poco tiempo quirúrgicas para ir en el bus, y parece que no, pero, aunque no te arruine, son pequeños granos de arena que al final se convierten en un gasto que ahí está", apuntaba una estudiante de un grupo de chicas que esperaban para subirse al 657 para llegar a la universidad. Una de sus amigas añadió: "Con lo que nos vamos a ahorrar ahora en mascarillas, podemos ir a tomarnos una caña, así que ni tan mal". Entre varias risas cómplices, otra de las compañeras interrumpía: "No sé si lo que ahorramos nos dará para mucho con lo caro que está todo".

Son varias las personas que acaban valorando como "un pequeño ahorro positivo" el hecho de no tener que comprar de forma recurrente mascarillas. Aunque también hay algunos que indican que es "un gasto ínfimo" y que "tampoco va a influir en la economía de casa".

Un nuevo día, pero no cualquiera. Hoy la vida de los españoles ha dado un paso más hacia la vieja normalidad prepandémica. Las mascarillas ya no son obligatorias en el transporte público (aunque habrá que seguir usándolas en centros sanitarios, residencias o farmacias). Un hito esperado por muchos y que "llega tarde", según otro tanto de los usuarios habituales del transporte público preguntados por El Confidencial. Para un gran número de personas hoy se materializa una victoria en la guerra constante de la sociedad por recuperar lo que el covid arrebató: una vida sin restricciones ni mascarillas.

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