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Miedo en el barrio ceutí donde asesinaron al pequeño Mohamed: "Estamos acostumbrados a las pistolas, no a esto"
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EL DETENIDO SE HA RECONOCIDO CULPABLE

Miedo en el barrio ceutí donde asesinaron al pequeño Mohamed: "Estamos acostumbrados a las pistolas, no a esto"

Algo muy frágil se ha roto en lo más profundo de los vecinos de Loma Colmenar, eso que mantenía viva la llama de la vida de barrio: la confianza en el de al lado. La detención del presunto asesino no ha aliviado la tensión

Foto: Vecinos, junto a la vivienda de la familia de Mohamed Abdeselam, el niño de ocho años asesinado en Ceuta el 18 de diciembre de 2022. (J. S.)
Vecinos, junto a la vivienda de la familia de Mohamed Abdeselam, el niño de ocho años asesinado en Ceuta el 18 de diciembre de 2022. (J. S.)

Desde el lugar donde hallaron muerto al pequeño Mohamed Abdeselam, de ocho años, en la barriada ceutí de Loma Colmenar, se ve el cementerio musulmán de Sidi Embarek en que está enterrado, el Hospital Universitario, el skyline de colores de la barriada El Príncipe, las montañas del Rif y la frontera de Marruecos. Y también se ve el barrio de su presunto asesino, Los Rosales.

Dos barrios ceutíes no tan distintos. En el que vivía hasta ahora el asesino confeso del pequeño Mohamed, es uno de tantos barrios de viviendas sociales construidos durante el franquismo por toda España en los años cincuenta y sesenta. El otro, Loma Colmenar, es un barrio joven formado por tres promociones de viviendas de protección oficial construidas en la última década y media. Ambos colindan con barriadas conflictivas.

Los Rosales convive con las habituales escaramuzas de la barriada Juan Carlos I, conocida como La Pantera por el antaño color rosa de sus bloques de viviendas. Y Loma Colmenar, el principal vector de expansión urbanística de Ceuta, tiene como vecinos a Príncipe Alfonso, Príncipe Felipe y Arcos Quebrados. Las tres barriadas que conforman el famoso barrio de El Príncipe, en cuyo laberinto multicolor se esconden las redes del narcotráfico en la ciudad autónoma.

placeholder La barriada de Los Rosales, en Ceuta, en la que vivía el presunto asesino de Mohamed Abdeselam. (J. S.)
La barriada de Los Rosales, en Ceuta, en la que vivía el presunto asesino de Mohamed Abdeselam. (J. S.)

Dos barriadas acostumbradas a ver pasar las desgracias por delante de su puerta, pero que no son, ni de lejos, barrios conflictivos, especialmente en el barrio del pequeño Mohamed. "Esta es una zona tranquila, somos la zona pija de por aquí, pija entre comillas", matiza Manal provocando las risas de sus vecinas. "Si pasa algo es ahí abajo [dice señalando a Arcos Quebrados], pero es entre ellos. Aquí no suele haber jaleo, en verano un poco con la explanada de la frontera con las bocinas y eso", explica. Y es que cualquier coche que quiera cruzar a Marruecos ha de pasar antes por una zona de espera que evita que se pueda colapsar la N-354 que sirve de entrada y salida de la ciudad autónoma. Salvo eso y la cercanía con el Hospital, Loma Colmenar es una barriada relativamente tranquila, como muchas otras de la periferia de Ceuta, en las que todavía se respira la vida de antaño, con los niños a su aire por la calle. O al menos así era hasta el 18 de diciembre, cuando Mohamed salió a jugar al fútbol con sus amigos después de ver a Messi levantar la Copa del Mundo y nunca regresó.

Aquel día se rompió algo muy frágil en lo más profundo de los vecinos de Loma Colmenar, eso que mantenía viva la llama de la vida de barrio: la confianza en el de al lado. El miedo se ha quedado a vivir en la barriada. Ni siquiera la detención del presunto asesino y agresor sexual ha aliviado la tensión. La sensación que recorre la barriada todavía un mes después es la de la incredulidad, el escalofrío de quien despierta en una pesadilla. Un peligro para sus hijos del que creían estar a salvo. Y no será por peligros potenciales.

Los habitantes de Loma Colmenar, como todos los de la periferia de Ceuta, están tristemente acostumbrados a que a su alrededor, más cerca o más lejos, haya tal vez un tiroteo, un ajuste de cuentas, operaciones policiales, ya sea por narcotráfico o por cuestiones relacionadas con el yihadismo, incendios intencionados de coches… Pero el asesinato de Mohamed y la detención de su presunto asesino, Cristian B.P., de 34 años, han añadido un inesperado capítulo al bestiario de miedos de los vecinos.

placeholder Bloques de VPO de la barriada de Loma Colmenar. Al fondo, la frontera del Tarajal. (J. S.)
Bloques de VPO de la barriada de Loma Colmenar. Al fondo, la frontera del Tarajal. (J. S.)

"Esto en Ceuta nunca se ha escuchado, un tema así, llegar a esta situación con un niño, todavía no me lo creo", señala Abdelá, 43 años, amigo de la familia Abdeselam y aún perplejo tras conocer la identidad del presunto asesino. "No he dormido desde entonces. Lo conozco, conozco a su familia, he crecido con sus primos y lo he visto por aquí. No me lo puedo creer, es el que menos se me venía la mente", añade. "No me lo puedo creer", abunda Rabeah, "y además de Ceuta. Y cristiano. Dábamos por hecho que habría venido de Marruecos o estaba de paso. Y de ahí mismo, de los Rosales, que se ve desde aquí", exclama todavía incrédula esta vecina, que pasea a sus dos chihuahuas por el mismo aparcamiento junto a la pequeña pista deportiva en la que se vio por última vez al pequeño Mohamed.

Pero quien mejor lo resume, con tanta inocencia como crudeza, es Himo, una mujer nacida en El Príncipe hace 60 años y que hoy regenta una pequeña tienda de comestibles y golosinas en Los Rosales, muy cerca de la vivienda del asesino a quien más de una vez vendió chucherías y refrescos: "En Ceuta estamos acostumbrados a las pistolas, son como la tortilla para nosotros, ya sabes, pero esto es otra cosa".

Una sensación que ratifica el fiscal de Menores de Ceuta, José Luis Puerta: este es el primer caso de asesinato de un niño en Ceuta en sus 30 años en la Fiscalía de la ciudad autónoma. La singularidad geográfica de Ceuta, una pequeña ciudad fronteriza de 85.000 habitantes en la que todo el mundo parece conocerse y con solo tres salidas posibles y las tres con filtros de Policía Nacional y Guardia Civil —el paso fronterizo, el puerto y el helipuerto— parecía un hábitat poco propicio para la aparición de un depredador sexual. Y menos, como presuntamente ha sido el caso, un merodeador que acecha a sus víctimas y se gana su confianza con golosinas. Pero el cuento de terror se hizo realidad.

"Los niños se han quedado tocados. Y nosotras también. Es un niño al que cogieron a menos de cien metros de su casa"

"Mi hijo hace un mes que no sale a la calle, al lado de la puerta como mucho, donde le veamos, no le dejamos ni subir al parque, pero tampoco quieren salir, tienen miedo", reconoce Abdelá. "Nuestros hijos están traumatizados, todos. No quieren salir a jugar, ni bajar la basura si se lo pides", coincide Fatima Sora, vecina y amiga de la familia. "Yo tengo una niña de la edad de Mohamed y jugaba mucho con él, y la niña ahora no quiere salir y si sales de casa con ella va agarrada. Los niños se han quedado tocados. Y nosotras también, que es un niño al que cogieron a menos de cien metros de su casa, que se le veía desde la ventana del dormitorio de la madre", añade Lubna.

Su hijo, como los de sus amigas Manal y Fatima Sora, tienen entre 10 y 12 años, y eran amigos de Mohamed, "un niño muy sociable". Como lo era también el hijo pequeño de Abdelá, al que su familia tuvo que explicar como buenamente pudo lo que había pasado con su amigo. "Todos los días se acuerda de él, el domingo fuimos al cementerio, quería ir a ver a su amigo", recuerda Abdelá con el corazón encogido. "No son cosas que tengas que explicar a un niño de 8 años". "En verano los niños salen por la noche y las madres nos quedamos también hasta las tantas. ¿Y qué vas a hacer, si no hay nada más aquí? Pues si hay una explanada, salen a jugar con la pelota", relata Fatima Sora. "Pero ahora no hay niños en la calle, la cancha de fútbol está vacía y antes se peleaban por ella".

Pero el miedo no venía solo. Con él vinieron también la sospecha, los rumores y las especulaciones, lamenta Abdelá. "Los vecinos decían a ver si es ese que vive allí arriba, o el que vive ahí abajo, o ese que estuvo en la cárcel… Se ha señalado hasta a padres. Había desconfianza entre los vecinos, rumores, sospechas… Aquí nos conocemos todos, yo vivo aquí desde que dieron las casas hace 11 o 12 años, estas fueron las primeras VPO de esta zona. Pero desde que pasó esto cada uno está con su paranoia".

placeholder Zona en la que se encontró el cadáver del pequeño Mohamed. (J. S.)
Zona en la que se encontró el cadáver del pequeño Mohamed. (J. S.)

"Ha sido un mes con el corazón encogido, la Policía venía a llevarse a un vecino, a los niños, a este, al otro… Ya no sabías que pensar, desconfías de todo el mundo y más cuando la Policía dice que están investigando el entorno", admite Manal. "Y al final resulta que nada tiene que ver con el entorno". "Yo ya desconfío de todo el mundo" confiesa Fatima Sora asintiendo.

Farah, vecina de la barriada desde hace solo un par de años, suspira aliviada por la detención del presunto asesino. Ha sido un mes de elucubrar y dar vueltas a la cabeza. Y sobre todo muchos rumores, algunos "muy dañinos", señala. "Se llegó a hablar y mucho de que habían sido sus amiguitos, hasta eso he escuchado yo. O cuando se dijo en la prensa que la Policía decía que podía haber sorpresas, pues imagina. Y también se hablaba de su familia. Me alegro de que no sea nadie conocido. Pero me sorprende que sea de Ceuta y además cristiano. Increíble".

Solo el tiempo dirá si el recuerdo del asesinato del pequeño Mohamed Abdeselam quebró para siempre la confianza de los vecinos. De momento, coinciden todos los consultados, confían en que esto suponga un punto de inflexión: "Necesitamos más seguridad. Aquí no hay seguridad ninguna. No tenemos vigilancia, no hay presencia policial, no hay nada, puede pasar de todo y aquí como que no ha pasado nada", reivindica Fatima Sora. "¿Estás grabando?", pregunta Abdelá, "pues graba esto: necesitamos más seguridad, más luz, más vigilancia, más policía, más de todo, que estamos olvidados".

Desde el lugar donde hallaron muerto al pequeño Mohamed Abdeselam, de ocho años, en la barriada ceutí de Loma Colmenar, se ve el cementerio musulmán de Sidi Embarek en que está enterrado, el Hospital Universitario, el skyline de colores de la barriada El Príncipe, las montañas del Rif y la frontera de Marruecos. Y también se ve el barrio de su presunto asesino, Los Rosales.

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