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La receta del poder en la España de hoy: jóvenes y guapos para ganar las elecciones
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Políticos cortados por el mismo patrón

La receta del poder en la España de hoy: jóvenes y guapos para ganar las elecciones

La recuperación de Borja Sémper e Íñigo de la Serna entronca con una corriente habitual en política. "Los candidatos más guapos tienen más valoración", apuntan los politólogos

Foto: Íñigo de la Serna y Borja Sémper en la reunión del equipo de campaña del PP para las elecciones del 28-M. (Cedida)
Íñigo de la Serna y Borja Sémper en la reunión del equipo de campaña del PP para las elecciones del 28-M. (Cedida)

¿Qué tienen en común Justin Trudeau, Pedro Sánchez y Borja Sémper? "Que parecen salidos de la planta de caballeros de El Corte Inglés". Con ese símil tan ilustrativo, el politólogo Pablo Simón aborda una sensación que tiene mucho de "realidad empírica". Los ciudadanos valoran más a un candidato atractivo, asegura el investigador de la Universidad Carlos III de Madrid. "Yo he escuchado a gente decir que va a votar a un candidato porque es el más guapo", bromea. Con estos mimbres, cobra sentido la apuesta de Alberto Núñez Feijóo por recuperar a Sémper o a Íñigo de la Serna. No solo por su apuesta de potenciar la vertiente moderada del PP que llevó a Juanma Moreno a la primera mayoría absoluta de los populares en Andalucía. Sino también porque hay un "consenso académico" que indica que "la gente guapa tiende a tener apoyo electoral".

Según el profesor de la Carlos III, este fenómeno tiene que ver con la manera que tienen los ciudadanos de formarse una opinión de los políticos. "Lo hacemos a través de atajos informativos o heurísticos", ilustra Simón, en referencia a las herramientas que utilizamos para formarnos la opinión de una persona sobre la que no tenemos mucha información. "Es algo universal, occidental; son patrones sociales que terminan generando un consenso sobre lo que consideramos ser guapo", abunda el politólogo, que explica así esa suerte de políticos de catálogo, cortados por un patrón similar como Sánchez, Trudeau o Emmanuel Macron.

Foto: Borja Sémper, en la sede de Génova junto a Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Sergio Pérez)

Hay otro punto en común entre estos dirigentes y los fichajes del PP de Feijóo para esta nueva etapa y es su juventud. "Es algo muy propio de España", reconoce Simón, que alude a la "velocidad" de los ciclos políticos de la última década y a la ausencia de una carrera establecida, como es habitual en otros países como EEUU. Salvando la excepción de Donald Trump, todos los presidentes estadounidenses desde Eisenhower habían pasado por el Senado, la Cámara de Representantes o fueron gobernadores antes de llegar a la casa blanca. "Aquí se puede ser candidato al final de la treintena, ahora tenemos ministros muy jóvenes", señala Simón.

Ese rejuvenecimiento de la política española también tiene que ver con la aparición de las nuevas formaciones nacidas tras la crisis de la pasada década, como Podemos, Ciudadanos y Vox. Pero también a la generalización de los procesos de primarias en los partidos clásicos, explica el profesor de Ciencias Políticas. "Son siempre una ruptura generacional", como demuestran los casos del propio Pedro Sánchez respecto a Alfredo Pérez Rubalcaba o de Pablo Casado tras la salida de Mariano Rajoy. La llegada de Alberto Núñez Feijóo es una suerte de anomalía en este fenómeno y Pablo Simón encuentra en la llegada de Sémper y De la Serna un intento de compensar esa brecha de edad con el resto de partidos. "Es la primera vez que la generación anterior vuelve", dice en referencia al ascenso del gallego tras el paréntesis de Casado.

La también politóloga Ana Salazar, especializada en marketing político, no conoce casos en los que la elección de un candidato haya respondido a sus rasgos, pero sí admite que la "dictadura de la imagen" funciona en un momento en que el político vive "rodeado de cámaras". "Hay que tener en cuenta el pelo, los colores que utilizas, los cortes de pelo, el maquillaje", desgrana la experta, que además considera que es algo que funciona para todo el arco ideológico.

"La memoria es muy frágil, pero hubo un debate en Vistalegre II sobre si había que ponerse americana", rememora Pablo Simón sobre el cónclave de Podemos que enfrentó a Pablo Iglesias y a Íñigo Errejón. El exvicepresidente del Gobierno abogaba entonces por la "estética de la resistencia" y el ahora líder de Más País buscaba una estética "más mainstream para ensanchar mayorías". "Cuando Iglesias ganó, acabó poniéndose americana también", relata Simón, que recuerda cómo los afines al exlíder de Podemos calificaban como "pijos" a quienes habían empleado ortodoncia en contraposición a "la clase obrera, que tiene malos dientes".

Guapos… ¿y guapas?

Tanto Salazar como Simón coinciden en que esta apuesta por la belleza o el cuidado de la imagen es más "compleja" en el caso de las mujeres. La politóloga se refiere a las críticas que recibieron las ministras de José Luis Rodríguez Zapatero en aquella portada de Vogue o la entrevista de Vanity Fair a Soraya Sáenz de Santamaría. Más reciente es el caso de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que cuida mucho su imagen, lo que le ha granjeado el apelativo de "la fashionaria" entre sus detractores. "Este tipo de prácticas han sido tremendamente contestadas", apunta Salazar, que ve machismo detrás de las mismas.

Foto: Díaz, junto a los participantes del proyecto Sumar. (EFE/Zipi Aragón)
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El exceso de relumbrón no se les vuelve en contra solo a las mujeres, ya que los rivales políticos intentan aprovechar las apuestas por presumir de imagen para erosionarla. Le pasó a Pedro Sánchez cuando inauguró su "Gobierno bonito", el gabinete que formó tras la moción de censura de 2018. El mensaje que intentó mandar, recuerda Pablo Simón, fue que se producía "la salida de una época gris a un cartel florido y hasta un astronauta". Después, ya en coalición con Unidas Podemos, Sánchez remodeló el gabinete, del que salieron los veteranos Carmen Calvo y José Luis Ábalos, para dar entrada a una pléyade de ministros jóvenes, sobre todo mujeres, como Diana Morant, Raquel Sánchez e Isabel Rodríguez.

No es la única crítica que ha recibido Sánchez por este asunto, a quien se le achaca una pose fría y en exceso centrada en su imagen. La foto dentro del Falcon con unas gafas de sol es objeto de bromas, como ya lo fue Artur Mas en Polònia, el programa satírico de TV3. "Se decía guapo y se daba las gracias", recuerda Simón. Ana Salazar ve en este tipo de fenómenos un ejemplo de "política pop", ya que cada vez hay una mayor tendencia a la "viralidad". Cuando un lapsus se viraliza, el protagonista en cuestión tiene un problema, pero a veces es positivo ese éxito en redes. Salazar habla de "estrategias de estrellificación", técnicas que imitan a lo que hacen los influencers y cuentas de apoyo como las que les han salido a Pedro Sánchez (@PdrSnche) e Isabel Díaz Ayuso (@ayusers_). "El objetivo es llevar la política a segmentos que no siguen la actualidad", expone Salazar, que se refiere especialmente a los más jóvenes.

Cada vez son más comunes las prácticas de "estrellificación", que imitan en política técnicas propias de los influencers

No es casualidad este intento por hablar un lenguaje que llegue fácilmente a un segmento concreto de la población. O mostrar una imagen que sea más cercana. Por eso, recuerda Ana Salazar, a Juanma Moreno le desaparecieron las patillas, asociadas a un sector más conservador de la población, para buscar ensanchar la mayoría del ahora presidente andaluz. Simón además añade un fenómeno llamativo: buscamos a un político que se parezca a nosotros. Y el politólogo riojano alude a un experimento que hicieron con imágenes de Barack Obama. Los blancos eligieron fotos en las que salía más blanco, mientras que los negros optaban por fotos donde el expresidente de EEUU aparecía con la tez más oscura. "Transformamos la imagen en función de lo que nosotros somos", zanja Simón.

¿Qué tienen en común Justin Trudeau, Pedro Sánchez y Borja Sémper? "Que parecen salidos de la planta de caballeros de El Corte Inglés". Con ese símil tan ilustrativo, el politólogo Pablo Simón aborda una sensación que tiene mucho de "realidad empírica". Los ciudadanos valoran más a un candidato atractivo, asegura el investigador de la Universidad Carlos III de Madrid. "Yo he escuchado a gente decir que va a votar a un candidato porque es el más guapo", bromea. Con estos mimbres, cobra sentido la apuesta de Alberto Núñez Feijóo por recuperar a Sémper o a Íñigo de la Serna. No solo por su apuesta de potenciar la vertiente moderada del PP que llevó a Juanma Moreno a la primera mayoría absoluta de los populares en Andalucía. Sino también porque hay un "consenso académico" que indica que "la gente guapa tiende a tener apoyo electoral".

Política Partido Popular (PP) Pedro Sánchez
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