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Las campañas tienen mucho de juego de cartas y estas son las bazas de cada partido
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Observatorio 13-F

Las campañas tienen mucho de juego de cartas y estas son las bazas de cada partido

La contienda electoral traerá más novedades que en ocasiones anteriores. Algunas, como la implantación de las candidaturas provincialistas y el ascenso de Vox, podrán tener un impacto de largo recorrido y a escala nacional

Foto: Imagen: Irene Gamella.
Imagen: Irene Gamella.

El diseño de las campañas electorales no es un dibujo a mano alzada. Muchos, muchísimos factores restringen el rango de actuación, condicionan el juego antes de que comience. En el fondo, este trabajo se parece más a una partida de cartas en la que cada actor solo puede jugar con lo que le ha tocado. La diferencia está en que aquí el azar pesa menos que el poder, el desempeño anterior de cada uno o las condiciones ambientales. El objetivo, el modelo de campaña, el número y la potencia de los recursos y herramientas disponibles, todo, está marcado antes de que comience el juego.

Las candidaturas provincialistas lo están viviendo en primera persona. Por un lado, cuentan con la corriente emocional a favor. La sensación de malestar y abandono es clara en la periferia, el hartazgo con el bipartidismo es notorio. Eso hace previsible su discurso, la formulación de la razón de voto, incluso el tono. Identitarismo, victimismo y ánimo de revancha impugnatoria desde las urnas. Esta vez nos van a oír.

Por otro lado, estas candidaturas están siendo las más perjudicadas por el adelanto de la convocatoria. No disponen de líderes suficientemente conocidos. No han tenido tiempo para levantar estructuras suficientemente competitivas. Y no deben andar muy sobrados de financiación. Con esos mimbres, las opciones se limitan a un despliegue comparable al ejecutado por Teruel Existe. Una campaña bajo el radar, muy de tierra, completamente emocional, en la que solo la creatividad puede matizar las carencias materiales. Una campaña primitiva bien ejecutada, con aire artesano, puede servir para llegar hasta la meta. No es difícil, pero toca trabajar mucho.

Foto: Mañueco, candidato del PP; Gallardo, de Vox y Fernández, de Unidas Podemos (EFE/Hidalgo/Gallego/Alvarado)

Ciudadanos, que es un partido joven, hacía campañas de ese tipo hace menos de una década. El problema está en que ahora el viento sopla en contra. La marca está muy dañada, la generalizada impresión de que el proyecto está en decadencia resta mucha tracción de voto. Nadie quiere tirar el suyo.

La paradoja está en que los naranjas sí cuentan esta vez con el aval de haber estado gobernando y con la aceptable valoración del Ejecutivo saliente. Su líder es conocido, probablemente tenga mejor imagen que el resto de protagonistas. Y todo parece indicar que el adelantamiento electoral provocado por el PP no ha sido entendido por los castellanoleoneses.

placeholder El candidato de Ciudadanos, Francisco Igea (c), en un acto en Ávila. (EFE/Raúl Sanchidrián)
El candidato de Ciudadanos, Francisco Igea (c), en un acto en Ávila. (EFE/Raúl Sanchidrián)

Por lo tanto, hay relato. Cuentan con eso y con un mapa más que claro. Valladolid es el 'battleground'. Tener pocos recursos y saber dónde apostar no es, precisamente, la mejor mano. Pero puede servir para cubrir las expectativas a corto cuando son tan escasas como en esta ocasión.

Foto: El candidato de Ciudadanos a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea. (EFE/Raúl Sanchidrián)

Con Podemos, por motivos completamente distintos, sucede algo parecido. Tampoco están en condiciones de desplegar una campaña de marca. No solo porque está dañada, que lo está. Sobre todo porque se encuentra en pleno reciclaje hasta que Yolanda Díaz lance el nuevo producto —habrá qué ver hasta que punto se involucra—. La implantación territorial tampoco está muy enraizada. A pesar de todo, como en el caso anterior, existe un nicho electoral nítido.

Y cuentan también con un líder que ya ha acumulado experiencia política, conocimiento entre el electorado y un perfil definido. No es mal comunicador, es un buen polemista. El hecho de que Podemos no participe en los debates perjudica claramente las expectativas moradas. Hace apenas unas semanas solo había motivos para el optimismo.

placeholder El candidato de Podemos, Pablo Fernández, durante una rueda de prensa. (EFE/David Fernández)
El candidato de Podemos, Pablo Fernández, durante una rueda de prensa. (EFE/David Fernández)

Sin embargo, ha ocurrido algo inesperado. Las declaraciones de Garzón a cuenta de las macrogranjas han tensado las cosas para mal y para bien. Una organización tensa, más todavía cuando se siente agredida, es un tesoro en cualquier competición electoral porque te arma frente al principal adversario que afrontan los de Podemos, la desmovilización. Necesitarán tensar la cuerda con los socialistas. Habrá que ver hasta dónde llegan.

Foto: Díaz, Garzón y Montero. (EFE/Mariscal)

Vox lleva ya todo un ciclo demostrando una enorme capacidad de marcar la agenda, especialmente durante los tramos electorales. Su desempeño es, sin duda, el más moderno que puede verse en el mercado. También, aunque pueda sorprender a algunos, son los más avanzados en el plano de la creatividad. Las siglas siguen fuertes y el líder nacional no ha perdido tirón en el público objetivo.

Con toda seguridad veremos una campaña muy de marca en la que todo el discurso discurrirá por fuera de las categorías políticas que manejarán el resto de actores. Ningún indicador permite aventurar que perderán eficacia en el manejo de las emociones más primitivas. Y menos ahora con el malestar agudizado. El estado anímico actual es el caldo de cultivo idóneo del nacional populismo.

placeholder El candidato de Vox, Juan García Gallardo, en el acto de inicio de campaña del partido en Valladolid. (EFE/ R. García)
El candidato de Vox, Juan García Gallardo, en el acto de inicio de campaña del partido en Valladolid. (EFE/ R. García)

Puede darse por descontado que los de Abascal serán los que más representación sumen respecto a los números anteriores. El misterio no está ahí. El enigma quedará en saber hasta dónde podrían haber llegado con un candidato más adecuado para una cita de este tipo. Lo mismo sorprende, veremos.

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado (d), visita Matadeón de los Oteros (León). (EFE/J. Casares)

El Partido Socialista puede presentarse a estas elecciones vendiéndose como la única alternativa al PP. Sin embargo, está prácticamente descartado que pueda articular una mayoría suficiente. El riesgo de desmovilización, que ya sufrieron ante las últimas urnas andaluzas y madrileñas, puede repetirse por ese motivo —ser alternativa y no poder gobernar— y por una razón adicional: el candidato es flojo. Vacío y vacuidad en el liderazgo.

Como consecuencia de lo anterior, lo previsible es que el PSOE vuelva a hacer lo de siempre. Una campaña de marca para el electorado habitual, sin nada novedoso que ofrecer, sin nada rompedor comunicativamente, y sin ambición para expandirse hacia otros caladeros electorales —como los votantes por debajo de 35 años—. Es decir, a la defensiva, a perder la menor cantidad de escaños posibles.

placeholder Acto de presentación del candidato socialista a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Luis Tudanca. (EFE/Nacho Gallego)
Acto de presentación del candidato socialista a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Luis Tudanca. (EFE/Nacho Gallego)

Una estrategia a la ofensiva sorprendería. No lo hará su intento de volver a asociar a los populares con la corrupción. Lo más probable es que Sánchez renuncie a involucrarse demasiado en esta campaña, cubrirá mínimos y a otra cosa. De todas formas, resulta necesario apuntar que el posible estallido del conflicto en Ucrania sí que podría alterar la dinámica actual.

Foto: Fernández Mañueco, durante la presentación de su programa. (EFE/José C.Castillo)

El Partido Popular está, a día de hoy, lejos de la mayoría absoluta. Las opciones para lograrlo pasan por la tradicional lealtad de voto conservador combinada con una caída progresista. Ese es un escenario verosímil y difícil de medir. Nada en sociología electoral es más difícil de anticipar que la participación electoral.

Adelantar la convocatoria electoral es un experimento arriesgado. Funcionó en Madrid, cierto. Pero también parece verdadero que Mañueco no tiene el magnetismo de Isabel Díaz Ayuso. El desempeño del castellanoleonés en el debate resultará seguramente decisivo. No es un gran competidor y puede estar emitiendo una señal de falta de garra, pujanza y autonomía —sometimiento a la dirección general relegando el interés real de la región—.

placeholder Pablo Casado (d), y el candidato a la Presidencia de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en IFEMA, Madrid. (EFE/Fernando Villar)
Pablo Casado (d), y el candidato a la Presidencia de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en IFEMA, Madrid. (EFE/Fernando Villar)

Pablo Casado sí que se volcará en esta campaña. Su partido buscará extraer el máximo rendimiento posible al aparato y a los mecanismos de control social que tiene en el territorio. Desplegarán multitud de actos de todos los tamaños. Exprimirán el acierto de haberse hecho con el marco discursivo de lo rural.

Conclusión: los muy cafeteros tendremos una campaña electoral entretenida, no tanto los votantes, aunque hay más novedades que en ocasiones anteriores. Algunas, como la implantación de las candidaturas provincialistas y el ascenso de Vox, que podrán tener un impacto de largo recorrido y a escala nacional. Abran juego.

El diseño de las campañas electorales no es un dibujo a mano alzada. Muchos, muchísimos factores restringen el rango de actuación, condicionan el juego antes de que comience. En el fondo, este trabajo se parece más a una partida de cartas en la que cada actor solo puede jugar con lo que le ha tocado. La diferencia está en que aquí el azar pesa menos que el poder, el desempeño anterior de cada uno o las condiciones ambientales. El objetivo, el modelo de campaña, el número y la potencia de los recursos y herramientas disponibles, todo, está marcado antes de que comience el juego.

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