Guardianes del patrimonio: el Parque Móvil y otros 980 bienes en riesgo de desaparecer
El garaje oficial del Gobierno durante décadas está incluido en la lista roja, que recopila todos los bienes culturales e históricos actualmente en riesgo de desaparición
Si uno pasa por delante sin saberlo, difícilmente adivinaría que tras la regia fachada de ladrillo y granito del número 5 de la calle Cea Bermúdez se esconde un lugar, cuanto menos, singular. En este rincón de Madrid se han guardado, lavado y arreglado durante casi 100 años los coches oficiales del Gobierno: desde los más de 40 automóviles de Franco a los que usaba Adolfo Suárez cuando era presidente, pasando por embajadores, directores generales o funcionarios de alto rango.
Creado en 1935, antes de convertirse en el garaje del franquismo fue el sitio donde se reparaban todos los coches dañados en la guerra: ambulancias, tractores, camiones y coches particulares circularon por allí. Pasada la contienda civil, empezó a darse forma a sus más de 75.000 metros cuadrados enclavados en la colonia San Cristóbal, construida a la vez y donde se alojaban las familias de sus cerca de 2.000 trabajadores, algunos de ellos presos políticos que contribuyeron primero a su construcción y luego con su oficio. Esta miniciudad contaba con cine, teatro, iglesia, zonas deportivas y hasta un colegio para los hijos de quienes trabajaban en el Parque Móvil del Estado. Incluso llegó a alojar un helipuerto en su superficie, como puede verse en estas imágenes del NO-DO, y un búnker en el subsuelo al que pocos han podido entrar.
Sin embargo, esta pieza de la historia está en peligro de desaparecer. Tras una revisión del Plan General de Ordenación Urbana llevada a cabo por el Gobierno de Ana Botella en 2013, algunos vecinos se dieron cuenta de que dejaba la puerta abierta a que parte del edificio fuese demolido para transformarlo en viviendas y oficinas. Miguel Ángel Rodríguez fue uno de ellos e inició una lucha por mantener intacto el complejo más allá de los tres elementos arquitectónicos que sí tienen protección ahora mismo: la bóveda, un mural poscubista que representa los oficios relacionados con el automóvil pintado por Germán Cano y una rampa pionera en España por la que los coches subían hasta la azotea, donde eran probados. “Nos da igual si lo convierten en un centro cultural, o si lo alquila Amazon como almacén, pero no queremos que desaparezca”, explica el ahora miembro de la Asociación en Defensa del Parque Móvil.
"Nos da igual si lo convierten en un centro cultural o si lo alquila Amazon como almacén"
Ese año, el Ministerio de Hacienda intentó venderlo a un promotor que quería hacer viviendas de lujo, pero no lo consiguió. “Cuando se modificó el plan general, Hacienda empezó a moverse. Primero, intentó trasladar el mural, pero el Instituto del Patrimonio Cultural no les dejó porque dijeron que solo tiene sentido 'in situ'. Luego intentaron desproteger la bóveda y la rampa, pero también les dijeron que no”, explica Rodríguez. Volvieron a ponerlo en la venta en 2017, de nuevo sin éxito, pero la mosca no se va de la oreja de los vecinos.
Consideran que las tres partes protegidas no son suficientes para garantizar el futuro de un edificio en desuso. Con el paso de los años, la concentración de todos los procesos productivos en un mismo espacio dejó de ser rentable y ahora mismo solo se utiliza el 15% del complejo, con 16 operarios y dos centenares de funcionarios trabajando. “Pero el edificio está perfectamente conservado, porque se renovó hace 10 años, y por eso defendemos que puede reutilizarse sin perderlo”, dice María Unceta, otra de los miembros de la asociación.
Los vecinos han pedido por dos vías que todo el complejo sea declarado Bien de Interés Cultural, con el apoyo de una docena de arquitectos y urbanistas. “El ayuntamiento al principio parecía interesado, con Manuela Carmena, pero luego se lavaron las manos diciendo que era el Ministerio de Cultura el que tenía que pronunciarse”, cuentan a las puertas del complejo, al que el ministerio nos ha vetado la visita por “cuestiones organizativas”. Desde el Ministerio de Hacienda, aseguran que actualmente no les constan “nuevos planes” para que el edificio sea demolido o reorganizado. Sin embargo, la sospecha de que esto puede cambiar en cualquier momento no les ha hecho parar, especialmente desde que hace unos meses se demolieran las cercanas cocheras de Cuatro Caminos, también protegidas, para acoger una promoción urbanística.
De casualidad, han encontrado recientemente otra vía de presión para intentar proteger este enclave antes de que sea demasiado tarde. Esta misma semana, el edificio se ha incluido en la lista roja del Patrimonio, una iniciativa de la asociación Hispania Nostra que intenta visibilizar y concienciar sobre la importancia de la defensa de los bienes históricos y culturales haciendo partícipe a la ciudadanía en la defensa de bienes históricos y culturales en riesgo. La última oportunidad para los restos de la memoria de las ciudades de los que ya nadie se acuerda.
O casi nadie.
Casi 1.000 bienes en rojo
“Es evidente que en el Parque Móvil hay intereses económicos muy fuertes. En estos casos, siempre hay alguien detrás pensando en el rendimiento económico y si se tira será otro fracaso”, explica Victor Antona, arqueólogo, conservador de museos y miembro del comité que determina qué monumentos deben entrar en la lista roja.
Ahora mismo esta lista recoge casi 1.000 inmuebles en riesgo de desaparecer. Iglesias, cuarteles, hospitales o ermitas repartidos por toda la geografía española, desde la prehistoria hasta el siglo XX, que demuestran que el Patrimonio es algo en proceso constante. “El Parque Móvil tiene menos de 100 años, que es cuando se puede considerar algo Bien de Interés Cultural, pero es un ejemplo de la arquitectura del periodo franquista y es innegable que ha dejado su huella en la ciudad. Es parte de su historia y ejemplo de cómo se ha ido transformando”, añade el experto, quien explica que el nivel de protección que tiene actualmente, muy general, entraña cierto peligro para su supervivencia.
El proceso para que un bien sea incluido en la lista roja lleva su elaboración. Primero, un particular o asociación debe rellenar la ficha que tienen en su página web con datos como su historia, su grado de protección —si lo tiene— y los motivos que lo ponen en riesgo. Esta ficha es analizada por un comité de arquitectos, historiadores del arte, arqueólogos y restauradores que realizan un informe sobre su riesgo. Para ello, contactan con otros expertos para indagar en su historia y con la Administración para conocer los planes con el inmueble. Si consideran que, efectivamente, corre riesgo de caerse por abandono o de ser demolido, lo incluyen en su lista roja.
La despoblación y los edificios expropiados a la Iglesia, los que tienen más riesgo
Hay dos tipos de inmuebles que tienen más riesgo de desaparecer. En primer lugar, los que están en zonas cada vez más despobladas. “Si a una iglesia se le caen dos tejas y los vecinos lo ven, lo arreglan y no va a más. Pero si no es así, empieza a entrar el agua, afecta a las vigas y en poco tiempo colapsa”, explica Antona.
El segundo son aquellos inmuebles expropiados a la Iglesia y vendidos a particulares tras las amortizaciones del siglo XIX. “Lo que les interesaba a los compradores nunca fue la ermita o la iglesia, sino las tierras, y poco a poco se han ido abandonando. Hay gente a la que le supone una enorme carga su mantenimiento y nos contactan porque no saben qué hacer. Y la Administración tampoco lo hace porque son de un particular”.
Tras su publicación, a veces consiguen que el caso salga en los medios y, con algo de ruido y voluntad política o particular, logran fondos para restaurarlos o, al menos, detener su envejecimiento. “Con bienes arqueológicos, a veces pasa que la gente quiere que los abran, pero hay que tener en cuenta que entonces pueden deteriorarse porque va a haber que invertir luego en conservarlos, mientras que así se mantienen intactos. No queremos que se restaure todo, pero sí que no se pierda nada”, apunta Antona.
Eso sí, para ellos no existen casos grandes o pequeños, tan importante es una ermita como una catedral. “El patrimonio es un libro, no puedes quitarle frases o capítulos porque son importantes para entender un pueblo o un lugar, y todo es un conjunto”, apunta el arqueólogo. “Se ha tirado mucho fuera de los casos antiguos, por ejemplo, cuando hay edificios maravillosos y se construyen cosas horribles en su lugar simplemente por intereses económicos”.
"El patrimonio es un libro, no puedes quitarle frases o capítulos"
Con esta filosofía, incluyeron también el cargadero de mineral de Dícido, en Cantabria, construido en 1938 después de que un vendaval y la dinamita de las tropas republicanas acabasen con los dos mulles-embarcaderos que había en el mismo sitio. Lleva desde 2018 marcado en rojo por el deterioro de su estructura de piedra y metal.
Desde 2007, cuando se fundó la lista, se ha salvado el 20% de los monumentos que han subido, aunque la mayoría corresponde a los primeros años porque, como cuentan, el proceso es largo. Uno de los que lo consiguieron fue el Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla, en Valladolid. “Somos un grupo de ciudadanos que empezamos a trabajar en 2004 para intentar poner en valor, conservar e investigar”, explica Consuelo Escribano, presidenta de la ahora asociación que sigue implicando a administraciones y particulares en la restauración del monumento. A principios de 2020, consiguieron el sello verde por los trabajos que han realizado hasta la fecha y los proyectos que ya están en marcha para seguir recuperándolo.
También ayudan a sacar adelante micromecenazgos como el que tienen ahora mismo en marcha para hacer visitable el castillo salmantino de Miranda del Castañar, del siglo XIV. "Son muchos los senderistas o ruteros que llegan al pueblo y nos preguntan intrigados si el castillo se puede ver por dentro. Ahora la propiedad se ha cedido a nuestra organización, y es nuestro objetivo que pueda visitarse", contaba hace unos días a este diario Julio de Andrés, promotor del ‘crowdfunding’ para el que esperan conseguir, al menos, 5.000 euros.
Sin embargo, la lista roja no siempre llega a tiempo para salvar lo que queda del bien histórico o cultural. Entonces, el sitio se marca para siempre en su mapa con un sello negro. De momento, ha ocurrido en 11 ocasiones, una de las últimas con las cocheras de Cuatro Caminos. Once fracasos a los que no quieren que se sume el Parque Móvil. “El patrimonio es tan amplio que a veces es imposible llegar a todo”, cuenta Antona. “Los que trabajamos en torno a él somos muy pocos para hacer fuerza, por eso el objetivo es que la gente se implique en identificar y moverse para salvar su entorno”.
Si uno pasa por delante sin saberlo, difícilmente adivinaría que tras la regia fachada de ladrillo y granito del número 5 de la calle Cea Bermúdez se esconde un lugar, cuanto menos, singular. En este rincón de Madrid se han guardado, lavado y arreglado durante casi 100 años los coches oficiales del Gobierno: desde los más de 40 automóviles de Franco a los que usaba Adolfo Suárez cuando era presidente, pasando por embajadores, directores generales o funcionarios de alto rango.
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