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No hay piscinas para tanto madrileño: así perdió la capital sus lugares de refresco
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seis distritos no tienen ninguna

No hay piscinas para tanto madrileño: así perdió la capital sus lugares de refresco

A medida que la ciudad ha ido creciendo, las piscinas de verano han ido abandonando a la población del centro. Además, las que existen son insuficientes para toda la ciudad

Foto: Una mujer en un flotador en la antigua piscina de Lago. (Archivo de Madrid)
Una mujer en un flotador en la antigua piscina de Lago. (Archivo de Madrid)

Eva Minguez lleva tres años sin poder darse un chapuzón durante el caluroso verano madrileño. Desde que cerró hace tres años la piscina municipal que tiene cerca de casa, en la avenida de Pablo Iglesias, todas sus opciones se encuentran a una hora de transporte. Y eso si hay hueco. "Al final cada barrio tiene su piscina y, si te vas a otro, la masificas más".

Lo cierto es que no todos los barrios tienen una piscina de verano pública que alivie el asfáltico calor capitalino. De los 21 distritos que componen Madrid, seis no cuentan con este servicio. Además, en otros tres distritos alguna de sus piscinas se encuentra cerrada este verano (en Vallecas, Fuencarral y la ya mencionada, en Moncloa-Aravaca). Por tanto, de los 22 recintos acuáticos municipales que existen en la ciudad, ahora mismo solo están disponibles 19 para 3,2 millones de habitantes.

De 22 piscinas que tiene la ciudad, este verano solo están disponibles 19

En el caso de Pablo Iglesias, un árbol caído la obligó a echar el cierre en agosto de 2019. Pero llegó 2020 y las obras de rehabilitación con las que se excusa el cartel de la entrada siguieron sin arrancar. Tampoco lo han hecho este año, agotando la paciencia de los vecinos, que han empezado a movilizarse ante el visible deterioro de las instalaciones por el desuso. Aunque oficialmente se encuentra en Moncloa-Aravaca, solo una calle lo separa del barrio de Tetuán, de donde provienen la gran mayoría de sus visitantes. Esta misma semana, el grupo municipal socialista ha visitado las instalaciones y el ayuntamiento se ha comprometido a empezar las obras este agosto.

Tetuán es uno de esos distritos sin ninguna piscina de verano —abierta o cerrada—, junto a Chamartín, Salamanca, Centro, Retiro y Barajas. Salvo este último, todos se encuentran en el centro de la capital. A los vecinos de Chamberí les salva la piscina del Canal de Isabel II, aunque la gestión es de la Comunidad de Madrid, por lo que la entrada cuesta más del doble que en las municipales (cinco euros en lugar de 2,25). Además, solo tiene capacidad para 400 personas, por lo que es incapaz de absorber la demanda de una ciudad que no hace más que crecer.

Mientras la media española es de una piscina pública por cada 59.000 vecinos, en Madrid el ratio es de una por cada 145.000 (contando las de la CAM), muy lejos de la tasa ideal que calculan los estudios de urbanismo y el propio Ministerio de Fomento: una para cada 50.000-100.000 habitantes. "En Madrid el ratio es claramente insuficiente, pero tampoco hay ya espacio para cambiarlo. Habría que dotar de más piscinas los distritos aledaños para que al menos pueda cubrirse a nivel de población. Además, hay que tener en cuenta que quien más lo usa es la población vulnerable, por lo que hay que dotarlas también de opciones de transporte", considera Iñaki Romero, arquitecto urbanista en Paisaje Transversal.

El ratio de Madrid está muy lejos de ciudades como Vitoria, con una piscina por cada 28.000 personas. O Logroño, que tiene una para cada 50.000. Barcelona, aunque tiene ocho para sus 1,6 millones de habitantes, no es comparable porque cubre esta necesidad con una playa que acompaña longitudinalmente a la ciudad. "Hay que pensar que Madrid en realidad son 21 ciudades: cada uno de los distritos es el equivalente a cualquier capital de provincia y, por lo tanto, ese es el concepto que se debería manejar", añade Romero.

Esta escasez respecto a la población provoca que las pocas que hay estén saturadas. De las 19 piscinas abiertas, en dos era imposible sacar entrada este miércoles para ninguno de los tres días posteriores, el máximo que deja la aplicación municipal. "Métete a primera hora de la mañana para conseguir una entrada dos días después", recomiendan en el teléfono de información de la piscina de Entrevías. Tampoco en Palomeras, en Vallecas, era posible sacar una entrada. Los aforos se llenan en seguida y, si las colas ya eran un problema otros años, con el covid no han hecho más que agravarse.

"Hay un abandono en este tema por parte de la política municipal. Desde los años 90 no se plantean nuevas instalaciones, cuando había mucha menos población que ahora", explica Quique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). "Además, todos los veranos hay dos o tres que están cerradas por mantenimiento, o bien carecen de algún servicio o no tienen suficiente seguridad. Es lo de siempre: degradan lo público para que la gente deje de ir mientras promocionan lo privado".

Villalobos pone el ejemplo de la piscina de Cuatro Caminos (Tetuán), una de las planificadas por el Gobierno de Manuela Carmena para dotar de opciones de baño el centro de Madrid. Sin embargo, con la entrada del nuevo Gobierno salió finalmente a concurso y lo gestionará una empresa privada. El otro caso es el de Vallehermoso (Chamberí). El histórico estadio de los años 60 tenía una piscina de verano, pero fue demolido en 2008 para construir otro recinto más moderno. Sin embargo, pasaron los años y en 2011 el ayuntamiento se reconoció incapaz de hacer frente a la obra, por lo que dio la concesión, de nuevo, a una empresa privada. No ha vuelto a abrir hasta este verano, pero ahora solo los socios de la cadena de gimnasios que gestiona el complejo, Go Fit, pueden usar su piscina de verano.

"Madrid son 21 ciudades: cada distrito es el equivalente a cualquier capital"

"Puede parecer que en ciertos barrios no hace falta tener piscina por estar en el centro. Pero hay mucha gente en Lavapiés, Tetuán, Retiro… que no es precisamente adinerada y en verano no tienen ninguna opción para refrescarse", denuncia Villalobos. Precisamente este fin de semana se espera una ola de calor en todo el país, y la Comunidad de Madrid ha emitido ya una alerta de alto riesgo porque se prevé hasta 42º grados en la ciudad.

Las piscinas que desaparecieron

Pero, aunque ahora el centro de Madrid sea un agujero negro de refrigerio acuático, hubo un tiempo en el que el madrileño de centro sí tenía opciones a su alcance. La primera piscina de la que se tiene constancia, de hecho, se situaba en la Cuesta de San Vicente, junto a la Plaza de España. Niágara, construida en 1879, fue primero un recinto de baños medicinales a cielo descubierto, que pasó a convertirse en club de natación en la segunda década del siglo XX. Llegó a tener hasta su propia parada de tranvía desde la Puerta del Sol, pero finalmente desapareció en los años 50 para acoger un cine.

placeholder Antigua piscina Niagara, en Príncipe Pío. (Archivos de Madrid)
Antigua piscina Niagara, en Príncipe Pío. (Archivos de Madrid)

La mayoría de las piscinas llegaron a la capital en los años 30, impulsadas por la Segunda República. Surgieron como una reivindicación social para expandir el disfrute del agua más allá del deporte acuático y como consuelo a los inaccesibles viajes a la playa para gran parte de los madrileños. En esa época se construyó, por ejemplo, La Isla, obra del arquitecto Luis Gutiérrez Soto: un complejo de varias piscinas sobre el río Manzanares que usaban su agua filtrada. Durante la guerra, un obús del bando fascista la dejó maltrecha, pero fue reconstruida hasta que el desbordamiento del río volvió a afectarla y fue finalmente demolida en 1954.

Cerca de allí, y de la misma época, también estaba la piscina de Lago (donde ahora se encuentra la Clínica de la Moncloa) y la famosa Playa de Madrid: un recinto ganado al río Manzanares a la altura del actual Hipódromo y que todavía se conserva. Según Villalobos, no se entiende cómo no se ha mantenido hasta nuestros días para mejorar la oferta recreativa de la ciudad. "La Playa de Madrid supone un déficit histórico. Pertenece a Patrimonio, pero el ayuntamiento considera que no es rentable recuperarla, por lo que se está deteriorando todo el recinto", apuntan desde la FRAVM.

placeholder La Isla tenía tres piscinas, dos al aire libre, y el conjunto simulaba un barco.
La Isla tenía tres piscinas, dos al aire libre, y el conjunto simulaba un barco.

La mayoría de aquellas piscinas no han sobrevivido al paso del tiempo. En Chamartín, otro de los distritos actualmente sin servicio, llegó a haber tres, de las cuales solo una se mantiene en pie. Se trata de la piscina Stella, que fue pionera en permitir el toples y contaba incluso con una zona de nudismo.

Durante los años 80 y 90, a medida que esa generación de piscinas fue desapareciendo, empezaron a construirse otras en lo que era la nueva periferia de la ciudad, es decir, pasada la M-30, donde el precio del suelo era menor. Eso explica que distritos como el de Carabanchel o Usera sean de los que más piscinas públicas tienen y donde están más cerca de cumplir el ratio de cobertura respecto a su población.

Pero, a diferencia del sur, la periferia norte no recuperó la presencia de piscinas que tuvo antiguamente. Aquí, la construcción de urbanizaciones en los nuevos PAU, como Sanchinarro o Las Tablas, con más piscinas comunitarias y viviendas unifamiliares, redujo —aunque solo en parte— la demanda. Lo que ahora se conoce como 'La España de las piscinas'. "La necesidad sigue existiendo, lo que pasa es que se nota menos porque hay gente que ya no las necesita", añade Romero.

Eva Minguez lleva tres años sin poder darse un chapuzón durante el caluroso verano madrileño. Desde que cerró hace tres años la piscina municipal que tiene cerca de casa, en la avenida de Pablo Iglesias, todas sus opciones se encuentran a una hora de transporte. Y eso si hay hueco. "Al final cada barrio tiene su piscina y, si te vas a otro, la masificas más".

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