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El juez a los policías de la patada en la puerta: "¿Nadie pensó en pedir autorización judicial?"
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LAS DECLARACIONES ÍNTEGRAS

El juez a los policías de la patada en la puerta: "¿Nadie pensó en pedir autorización judicial?"

El Confidencial accede al interrogatorio íntegro a los seis agentes acusados por allanamiento. Los implicados se cubrieron unos a otros: "La situación había que pararla de alguna manera"

Foto: La Policía tira abajo la puerta de una casa por una fiesta ilegal sin orden judicial.
La Policía tira abajo la puerta de una casa por una fiesta ilegal sin orden judicial.

"¿Nadie pensó en pedir autorización judicial?". Esta es la pregunta que casi de forma idéntica les hizo el juez a los policías nacionales investigados por tirar abajo la puerta de una casa para disolver una fiesta durante la pandemia. Su interrogatorio anticipó lo que pasaría días después cuando el magistrado acordó que todo el grupo sea juzgado ante un jurado por allanamiento de morada. El Confidencial ha accedido a las declaraciones íntegras de los agentes. Acudieron al Juzgado la semana pasada con un relato uniforme en el que se protegían unos a otros, pero sus respuestas chocaron numerosas veces con las preguntas del juez y la acusación hasta el punto de caer en contradicciones.

La versión que ofrecieron los policías es que recibieron una llamada por ruidos en una casa en el centro de Madrid. Al llegar, escucharon “música muy alta”. Una vecina les dijo que no podían más con las fiestas diarias en ese lugar. Pidieron que les abrieran, pero desde dentro se negaron. Tras insistir media hora, los uniformados intentaron abrir por el método del resbalón, luego forzando la cerradura y finalmente con un ariete. Se justifican en que no identificarse cuando lo pide la Policía es un delito flagrante. Algunos de ellos dijeron, además, que la casa parecía más bien un local para fiestas. El Gobierno y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, avalaron su actuación.

Foto: La Policía tira abajo la puerta de una casa por una fiesta ilegal sin orden judicial.

Agente 116.8XX (El que usó el ariete)

Lleva doce años en la Policía. Fue el que terminó de derribar la puerta tras darle relevo a otro compañero. El juez les recibió a todos con la misma pregunta sobre sus años de experiencia. También acerca de su formación en materia de seguridad ciudadana y entradas en domicilios para después interesarse por si en alguna ocasión habían hecho una intervención similar, es decir, tirar la puerta abajo con un ariete. Este agente, igual que los demás, contestó que no.

“No nos planteamos solicitar una autorización judicial, mi jefe es el que maneja la intervención”, dijo en alusión al subinspector que estaba con ellos en el rellano. Tan solo unos segundos después de pronunciar esa frase, el agente dejó claro que todos estaban “de acuerdo plenamente en cómo se llevó la actuación”. Esto lo repitió también el resto del grupo casi con las mismas palabras. Ninguno dio muestras de pensar que se habían excedido.

"Cinco manifestaron que querían salir. Les estaban coaccionando para que no salieran"

Este policía justificó la patada en la puerta no solo en la negativa de los jóvenes a identificarse, sino en unas presuntas coacciones a varios asistentes a la fiesta que sí querían abrir la puerta. “Cinco de ellos manifestaron que sí querían salir. De una manera directa o indirecta les estaban coaccionando para que no salieran”. Antes de terminar su interrogatorio, el juez le preguntó si aquello parecía una discoteca y el agente contestó que no: “Había baño, un salón, una habitación con una cama y en la puerta tenía el cajetín para dejar las llaves”.

Agente 131.2XX (La única mujer)

Lleva dos años en la Policía, es la única mujer del grupo de investigados. “El subinspector me dijo que bajásemos a hablar con los vecinos. Había una mujer que decía estar enferma y había aumentado su medicación por los ruidos. Le preguntamos si conocía a la persona que vivía ahí y nos dijo que no, que siempre vivía gente diferente”. En ese punto, el juez le preguntó a la policía si corroboraron esa versión con más vecinos. La agente contestó que no.

La realidad es que el inquilino del piso que les ha denunciado por allanamiento vivía de alquiler desde hacía varios meses. Contaba con un contrato de arrendamiento de un año de duración por 1.650 euros al mes. Sin embargo, la agente investigada insistió varias veces en que la casa “parecía un bar” y que tenían “muchos indicios” de que era un sitio para hacer fiestas. “¿En algún lugar ponía que fuese un local?”, le cortó el juez de nuevo. Ella contestó que no. “La situación había que pararla de alguna manera (...) nadie dijo: ‘oye, jefe, yo no lo veo’ ”, declaró después.

Esta policía defendió que contaban con una orden de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía para establecer los dispositivos necesarios para hacer cumplir las medidas contra la pandemia. “¿Incluía el ariete?”, preguntó el juez. La policía contestó que no. A preguntas del abogado del inquilino, Juango Ospina, la agente dijo no haber escuchado a nadie de los asistentes a la fiesta manifestar su deseo de abrir la puerta a la Policía.

Agente 130.8XX

Dos años en la Policía. Dijo que en ese barrio han asistido a muchos “pisos turísticos que la agente usa para hacer fiestas no para vivir”. “¿Y no pensaron en esperarles en el rellano?”, le preguntó el juez. El policía replicó que “en la calle no paran de llegar llamadas” y no podían “dejar eso alargarlo eternamente”. Luego secundó la tesis de que allí no vivía nadie porque no había nombre en el buzón y estaba lleno de publicidad. “Mi percepción es que era una discoteca: suelo pegajoso, copas por todos lados, la luz tenue, ceniceros...”, relató.

"A los vecinos no podíamos dejarles así"

El juez volvió por donde había interrogado antes: “Sí, pero le pregunto por datos objetivos, era un edificio de viviendas ¿había baño, dormitorio, cocina...?”. El policía contestó que sí. “Pues ya está”, zanjó el juez quien varias veces quiso saber “¿en qué momento pasa de ser una falta administrativa a un delito flagrante?”. La versión de los agentes es que el detonante se produce cuando se realiza de forma reiterada.

Ante las preguntas de la acusación, este policía desveló una reunión con el subinspector al mando y el resto de policías: “Una vez en comisaría, todos tranquilos, comentamos la intervención. Antes de hacer la comparecencia, el jefe nos habló del tema urgencia, el riesgo de contagio, el riesgo de fuga de la gente, que a los vecinos no podíamos dejarles así”.

Subinspector 89.6XX (El jefe)

Es el policía de más rango y el que ejerció un papel de liderazgo sobre el resto. Él fue quien dio la orden de entrar a la fuerza. El juez testó con él la unidad de acción mostrada por el resto de sus subordinados: “¿Ustedes decidieron los seis que estaban ante un delito flagrante y había que entrar?”. La respuesta fue un “sí”. Tan solo 24 horas antes, este subinspector y otros dos de los investigados habían hecho una actuación similar a pocas calles de distancia. En ese caso, no hizo falta echar la puerta abajo y bastó con el método del resbalón. Consiste en pasar una tarjeta o un plástico por la cerradura para abrir la puerta sin causar daños. Es un método usado por cerrajeros y bandas dedicadas al robo en domicilios.

“Yo no necesito una urgencia, para mí el requisito es un delito flagrante”

El subinspector también respondió tajante cuando el juez le preguntó, como a todos, por qué no solicitaron autorización judicial para entrar en la casa. “En ese momento, como hay un delito flagrante que se está cometiendo in situ pues teníamos opciones de entrar sin tener que pedirla… en este caso, por lo menos a nuestro criterio, todo indicaba que no era necesaria esa orden”, respondió el policía. Según explicó, al entrar comprobaron en las instancias de la casa que no hubiese personas escondidas. Varias de ellas fueron detenidas, esposadas y conducidas a comisaría.

En relación a este subinspector, varios de sus agentes repitieron ante el juez una frase casi con las mismas palabras. Relataron que fueron tantas las veces que su jefe se identificó ante los jóvenes con su número de carnet profesional que se lo acabaron aprendiendo de memoria. El abogado Ospina le preguntó acerca de cuál era la urgencia para entrar a la fuerza. “Yo no necesito una urgencia, es uno de los requisitos, pero para mí el requisito es un delito flagrante”, insistió el policía.

Agente 131.0XX

Este policía insistió en la tesis de que no solo era una desobediencia sino que “habían escuchado un poco de discrepancias, alguna discusión por ahí”. Se refería a las posibles coacciones a los jóvenes que sí querían abrir la puerta a los agentes”. Durante el interrogatorio, los agentes también justificaron su actuación aludiendo a la vecina que decía estar medicada por los ruidos. A su juicio, eso podría constituir un posible delito de lesiones ante el que no podían permanecer impasibles.

"Una vez abrieron, tenía pinta de un lugar nocturno”, reiteró este policía en consonancia con el resto. Una vez más, el juez se interesó por saber en qué momento consideraron que los hechos dejaron de ser merecedores de una sanción administrativa a un delito que mereciera echar la puerta abajo. “Yo no sé hasta qué punto, porque fue el subinspector el encargado de la intervención, pero hasta que ya no había manera posible de identificar a las personas que se encuentran adentro”, contestó antes de insistir que él vio la actuación “ajustada a Derecho”.

Agente 116.8XX (El primero en golpear)

“¿Usted cogió el ariete por decisión propia o alguien se lo indicó?”, le preguntó el juez a este otro policía. El agente contestó que fue el subinspector quien se lo ordenó. “No nos íbamos a ir, y se quedan sin identificar estas personas, no cesa la música, no cesa la fiesta, se supone que estamos en tiempos de covid y estas personas se pueden estar contagiando entre sí”, explicó ante el juez a quien también le describió las distintas instancias de la casa.

En su caso recordó la conversación con la joven que desde dentro de la casa se negó a abrirles. Este intercambio, grabado con el móvil de uno de los asistentes a la fiesta se hizo viral y captó el momento exacto en el que los policías entraban en la casa. “Nosotros intentamos que saliera a identificarse, estamos bastante rato dando lata con ella, hablando con mi jefe, no atiende razones y entonces, posteriormente con el cúmulo de cosas se decide a través del subinspector que entremos a la vivienda haciendo uso del ariete”.

"¿Nadie pensó en pedir autorización judicial?". Esta es la pregunta que casi de forma idéntica les hizo el juez a los policías nacionales investigados por tirar abajo la puerta de una casa para disolver una fiesta durante la pandemia. Su interrogatorio anticipó lo que pasaría días después cuando el magistrado acordó que todo el grupo sea juzgado ante un jurado por allanamiento de morada. El Confidencial ha accedido a las declaraciones íntegras de los agentes. Acudieron al Juzgado la semana pasada con un relato uniforme en el que se protegían unos a otros, pero sus respuestas chocaron numerosas veces con las preguntas del juez y la acusación hasta el punto de caer en contradicciones.

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