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La corresidencia de abuelos y nietos bajo el mismo techo
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La corresidencia de abuelos y nietos bajo el mismo techo

La cohabitación suscita un ramillete de preguntas en múltiples direcciones. ¿Cómo afectará a la convivencia en los matrimonios? ¿Y al desarrollo y formación de los hijos?

Foto: Los abuelos, nuevos padres a tiempo completo. (iStock)
Los abuelos, nuevos padres a tiempo completo. (iStock)

*Avance editorial del libro Un planeta diferente, un mundo nuevo de Isidoro Tapia Ramírez, que publicará Deusto el próximo 26 de mayo.

La corresidencia de tres generaciones de una misma familia (abuelos, padres y nietos viviendo juntos) es todavía minoritaria en la mayoría de los países europeos, así como en Estados Unidos. Sin embargo, esta tendencia puede cambiar rápidamente en los próximos años, al hilo del envejecimiento de la población, como consecuencia de la jubilación de las generaciones del 'baby boom', las dificultades para sostener los sistemas públicos de pensiones, la prolongación de la esperanza de vida y un último factor que debería resultarnos ya familiar. Sí, otra vez el cambio climático.

En Estados Unidos apenas un 15 por ciento de los mayores de setenta y cinco años viven con sus hijos (el porcentaje es mucho mayor entre las mujeres, alrededor de un 22 por ciento, frente al 9 por ciento de los hombres). La corresidencia en el país norteamericano se produce de forma excepcional, como una solución transitoria en situaciones como una separación, una enfermedad grave o degenerativa, o la pérdida del empleo. En España, el porcentaje es algo mayor: en 2018, un 25 por ciento de los adultos declaraba estar conviviendo con familiares mayores de sesenta y cinco años. De hecho, en España este porcentaje camufla una relación familiar mucho más cercana, ya que alrededor de un 75 por ciento de los encuestados vive a "menos de una hora" de sus progenitores mayores de sesenta y cinco años.

En otros países, en cambio, la corresidencia es la norma más que la excepción. Volvamos de nuevo a los países de tradición confucionista. En Japón y Corea, la cohabitación intergeneracional es casi una expectativa normativa: muchos adultos esperan recibir cuidados de sus hijos cuando alcanzan la tercera edad. Confluyen también, además de las normas sociales, factores culturales y económicos: el confucionismo valora el mantenimiento de fuertes vínculos entre las generaciones. El sistema tradicional familiar, denominado ie en Japón y jib en Corea, se ha definido como "patrilineal, patrilocal y patriarcal": la familia incluye verticalmente a los padres, sus hijos y sus respectivas familias. La norma es que los hijos, al emanciparse, vivan cerca de la residencia de sus padres, precisamente para poder atenderlos en caso necesario.

En Estados Unidos y Europa, por el contrario, cada generación aspira a formar un hogar autónomo e independiente

En Estados Unidos y Europa, por el contrario, cada generación aspira a formar un hogar autónomo e independiente. Mientras en estos países la cohabitación es una solución de paso para afrontar situaciones de crisis, en los países confucionistas es la manifestación de un núcleo familiar más amplio.

También hay explicaciones económicas (en el fondo, los factores sociales, culturales y económicos suelen beber de un poso común): en las sociedades agrícolas, los abuelos suelen mantenerse como propietarios de las tierras hasta su muerte, mientras que en las industriales ceden el testigo mucho antes. Esto otorga a los abuelos un papel preponderante en las sociedades agrícolas, lo que estrecha los lazos familiares. Las características de las familias en los países confucionistas no serían solo una norma cultural, sino el reflejo de sus economías. La misma razón que hace que las familias en Andalucía, con mayor peso agrícola, tengan núcleos más grandes que en el País Vasco, donde predomina el sector industrial.

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Y, finalmente, existe también una razón demográfica para la corresidencia: en Japón, cerca de un 30 por ciento de la población tiene más de sesenta y cinco años, uno de los porcentajes más altos del mundo. La cohabitación es una solución pragmática a la secular escasez de espacio que caracteriza al país nipón y también, al reducir la renta necesaria para los jubilados, constituye un alivio para el sistema de pensiones, facilitando una tercera edad con mayores desahogos económicos.

¿Cómo puede afectar el cambio climático a estas tendencias? De nuevo, no se trata de que el futuro nos reserve un brusco volantazo, sino más bien de que el cambio climático acelerará un proceso ya en marcha. El envejecimiento de la población es una tendencia común en casi todos los países desarrollados, especialmente en Europa. Como hemos visto, el incremento global de las temperaturas agravará la caída de la natalidad, haciendo más frecuentes los hogares con un único hijo. También convertirá en inhóspitos algunos emplazamientos actuales, lo que obligará a parte de la población a desplazarse.

El resultado de todos estos factores será la reagrupación dentro de un mismo hogar de varias generaciones

Mientras tanto, la esperanza de vida seguirá incrementándose en las próximas décadas (otro ejemplo más de que el futuro nos reserva una combinación de buenas y malas noticias), gracias a los avances en la investigación médica y los tratamientos sanitarios. Y los sistemas públicos de pensiones se verán tensionados por el aumento de gastos y la caída de ingresos.

El resultado de todos estos factores será la reagrupación dentro de un mismo hogar de varias generaciones. Los abuelos disfrutarán de varias décadas de vida después de jubilarse. Como es natural, no se resignarán a tener una vida pasiva, sino que aspirarán a un nivel de ocio y bienestar cada vez más difícil de sostener con unas pensiones tensionadas, como ha señalado Mauro Guillén. A su vez, los hijos sufrirán un entorno laboral más agresivo o al menos con más interrogantes. Las dificultades de conciliación serán generalizadas. Y en muchos casos, los nietos serán hijos únicos, lo que aumentará el espacio disponible dentro de las viviendas. La cohabitación será una solución conveniente y satisfactoria para las tres generaciones.

En el futuro, tendremos que acostumbrarnos a convivir con nuestros abuelos. Esta tendencia, además, será mucho más rápida en países como España, donde los vínculos familiares son más fuertes (de hecho, la familia española tiene muchas semejanzas con la confucionista, y de forma habitual tiene un tamaño mayor que las anglosajonas o centroeuropeas). Además, debido a la baja movilidad geográfica, es habitual que los abuelos vivan en un entorno cercano al de sus hijos, haciendo más fácil la mudanza a una misma residencia.

¿Cómo afectará a la convivencia en los matrimonios? ¿Y al desarrollo y formación de los hijos?

La cohabitación suscita un ramillete de preguntas en múltiples direcciones. ¿Cómo afectará a la convivencia en los matrimonios? ¿Y al desarrollo y formación de los hijos? Hay estudios especialmente curiosos: algunos indican que convivir con los abuelos aumenta los casos de caries y otros problemas dentales entre los jóvenes. También se ha estudiado su efecto sobre el rendimiento escolar, aunque sin resultados concluyentes. En cualquier caso, la familia tipo en el planeta poscambio climático será parecida a la de nuestros protagonistas: un matrimonio con tensiones acumuladas, como el de Samir e Irina, un hijo único, como Rodrigo, y al menos un abuelo conviviendo con ellos.

Biografía del autor:

Isidoro Tapia es licenciado en Economía y Derecho por la Universidad Carlos III y MBA por la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania. Su carrera profesional se ha centrado en el sector energético, primero como consultor en el despacho Solchaga Recio y Asociados y, más tarde, como asesor del secretario de Estado de Energía y secretario general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Durante este periodo, fue también el representante español en la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA). En la actualidad, trabaja como experto senior en energía en un organismo multilateral de crédito.

*Avance editorial del libro Un planeta diferente, un mundo nuevo de Isidoro Tapia Ramírez, que publicará Deusto el próximo 26 de mayo.

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