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La carrera criminal de Adel a los 18: dos asesinatos en Madrid en un año
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Todo empezó en las fiestas de Cobeña

La carrera criminal de Adel a los 18: dos asesinatos en Madrid en un año

Ahora se encuentra en la cárcel de Alcalá de Henares esperando sus dos juicios. Por uno cumplirá como mucho 8 años de reclusión. Por el otro puede alcanzar los 20 años entre rejas

Foto: Un coche de la Guardia Civil en una foto de archivo. (EFE)
Un coche de la Guardia Civil en una foto de archivo. (EFE)

Dicen que Adel, a pesar de su corta edad, 18 años, maneja la navaja con la destreza del diablo. En el último año su hoja ha brillado a la luz de la luna en dos ocasiones. Sus víctimas, dos jóvenes que cayeron al suelo con mirada incrédula, taponando sus heridas y nunca jamás se levantaron. La carrera homicida de este adolescente de madre española y padre egipcio comenzó hace ahora un año, concretamente en las fiestas de la localidad de Cobeña (un pueblo al norte de Madrid). Por entonces tenía 17 años. Acudió a las fiestas del pueblo con un grupo de amigos.

Foto: Summa 112 de la Comunidad de Madrid (Archivo)

Una multitud se congregó en la plaza del pueblo. Durante la madrugada hubo varios conatos de bronca, pero no fueron a mayores. Sin embargo, a eso de las 4.00 de la mañana los vigilantes de seguridad decidieron echar a todo el mundo porque se les iba de las manos. Coincidió la decisión con que una chica notó que le tocaban el culo y su móvil desaparecía. Se inició entonces una reyerta de enormes dimensiones en las que los del pueblo se pegaban contra los que habían venido de fuera. Nadie sabía muy bien por qué. Pero los puñetazos, las patadas, y las botellas volaban. A Alejandro, un brillante estudiante de historia que cursaba sus estudios en el Reino Unido, le pilló en medio. De repente, sin darse cuenta, sin haber participado de nada, recibió una cuchillada en el corazón. Tres de sus amigos también recibieron navajazos, dos resultaron heridos graves y uno leve.

La sangre en el suelo, los gritos de auxilio y los rostros horrorizados desactivaron la reyerta

La sangre en el suelo, los gritos de auxilio y los rostros horrorizados desactivaron la reyerta. Unos corrieron a esconderse, otros huyeron asustados. En el suelo quedó Alejandro. Lo que debería haber sido una noche de fiesta se tiñó de tragedia.

Es en este punto donde arranca la investigación del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil de Madrid. Durante meses han realizado un trabajo hercúleo. Primero identificar a los asistentes a las fiestas, después tomarles declaración, uno por uno, hasta encontrar las primeras pistas. Finalmente, logran dar con un testigo que dice haber visto al asesino con una navaja en la mano y cómo se la clavaba a Alejandro. Otro escuchó como la víctima pedía ayuda: "Oí como Alejando decía: 'Me han apuñalado, ayuda'. Me giré y me encontré de frente con una persona de tez morena, con una camiseta como de hockey, pelo rapado. Sin mediar palabra, me dio tres puñetazos seguidos en la cara. Cuando me centré, coloqué los brazos en guardia para defenderme, pero entonces observé como aquel tipo metía la mano en un bolsillo y me pareció que sacaba una navaja. Pensé que iba a matarme, así que salí corriendo".

Los testigos que presenciaron la agresión recuerdan sus ropas perfectamente, sobre todo la camiseta que llevaba

Los testigos que presenciaron la agresión recuerdan sus ropas perfectamente, sobre todo la camiseta que llevaba. Es como las que usan los jugadores de fútbol americano, muy parecidas a las de hockey también, con grandes letras y un número a la espalda. También refieren una sudadera roja atada a la cintura.

Al mismo tiempo visionan las cámaras de seguridad de la localidad y localizan al joven llegando, muy cerca de la víctima en el momento del crimen y huyendo. Con el tiempo, consiguen ponerle nombre y apellidos, pero justo cuando van a reventar la operación se enteran de que el grupo de Homicidios de la Policía Nacional también lo tiene en su punto de mira. Es el sospechoso de haber asesinado en el mes de enero de este año a un joven de 23 años de nacionalidad china. A su segunda víctima le dio varias puñaladas. Una de ellas le hizo astillas el corazón. Esta vez en Madrid capital, en el distrito de Moncloa, a eso de las once de la noche.

La colaboración entre cuerpos fue máxima y cuando la Policía reunió todas las pruebas contra Adel, se produjo la detención. En el registro encontraron varias navajas, algún cuchillo, la sudadera roja con restos de sangre y algunos efectos más que está procesando el Laboratorio de Criminalística. Pasó primero a disposición de la fiscalía de menores porque el crimen de Cobeña lo cometió a quince días de cumplir la mayoría de edad. Se determinó que fuese ingresado en un centro de menores acusado de homicidio, pero después llegó el juzgado de instrucción n.º 40 de la capital y, como en el asesinato del ciudadano chino, Adel ya era mayor de edad, lo mandó a prisión provisional acusado de su segundo homicidio. En la cárcel de Alcalá de Henares espera sus dos juicios. Por uno, el de Alejandro, cumplirá como mucho 8 años de reclusión. Por el del joven asiático la pena puede alcanzar los 20 entre rejas. Las cosas de la justicia.

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Dicen que Adel, a pesar de su corta edad, 18 años, maneja la navaja con la destreza del diablo. En el último año su hoja ha brillado a la luz de la luna en dos ocasiones. Sus víctimas, dos jóvenes que cayeron al suelo con mirada incrédula, taponando sus heridas y nunca jamás se levantaron. La carrera homicida de este adolescente de madre española y padre egipcio comenzó hace ahora un año, concretamente en las fiestas de la localidad de Cobeña (un pueblo al norte de Madrid). Por entonces tenía 17 años. Acudió a las fiestas del pueblo con un grupo de amigos.

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