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El mapa de las calles a las que no se atreven a entrar los repartidores
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GRANADA Y SEVILLA DESTACAN EN ZONAS VETADAS

El mapa de las calles a las que no se atreven a entrar los repartidores

Las principales empresas de mensajería manejan listas negras de calles y barrios por toda España, aunque es un tema del que no hablan públicamente

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Al barrio de las Seiscientas Viviendas, en Albacete, no entra nadie. Sus más de 2.000 vecinos no reciben correo, butano, pizzas ni lo que compran por internet. Considerado como uno de los enclaves con más marginalidad de España, hace meses que los vecinos no ven a un repartidor uniformado. "Antes venía el cartero escoltado por dos policías locales, un par de veces por semana, pero en muchas partes no se atrevían a dejar la correspondencia en el buzón y la dejaban en la calle", dice Isabel Martínez, una veterana vecina de la zona.

El único que reparte en las Seiscientas es Manolo Gascón. El butano, concretamente: "Incluso dejaba el camión aparcado y cargado de bombonas y no pasaba nada", dice Gascón. Tanto Isabel como Manolo hacen hincapié en este pasaje, porque dejar un camión sin vigilancia en las Seiscientas y encontrárselo intacto es un milagro. En realidad, Manolo no es cualquiera en el barrio: "Yo llevo 40 años viviendo aquí. Todos saben quién soy y no me tocan nada, igual que yo no toco lo suyo. En el barrio, cada uno tiene su espacio y lo respetamos, es la única forma de convivir".

Hay gente que no ha recibido citaciones judiciales a tiempo y ha terminado en la cárcel

Ahora, Gascón, con el apoyo de la asociación de vecinos, pide a Correos que le contrate para repartir las cartas. Sus motivos son pragmáticos: "Esto hay que conocerlo, porque muchas casas no tienen buzón y hay que entrar para dejar los paquetes", dice, "y, por otra parte, un repartidor de fuera siempre va a tener algún sustillo, para qué vamos a engañarnos, porque el barrio es como es". Los vecinos, después de meses desabastecidos, ven a Manolo como su gran salvador: "Necesitamos que alguien, al menos, nos traiga el correo. Aquí hay gente que no ha recibido a tiempo citaciones judiciales y han terminado en la cárcel", concluye Manolo.

El caso de las Seiscientas Viviendas no es ni mucho menos el único de España. Aunque evitan a toda costa hablar de ello, las principales empresas de mensajería y 'delivery' manejan listas negras de calles y barrios donde no se atreven a entrar. Hay entre 500 y 800 registros, según la empresa. Cuando alguien de esas zonas compra algo por internet, le llega el aviso de que tiene un paquete en su punto de recogida más cercano. Solo MRW, aunque sin 'link' en su página, dispone de un listado de las zonas negras de España (PDF) alojado en sus servidores. Fuentes del sector sostienen que SEUR y el resto de empresas importantes manejan listas similares, con la excepción de Amazon, que intenta repartir en todo el territorio, pese a que delega parte de su reparto en empresas que sí tienen vetos. La mayoría son evitadas por conflictividad, mientras que una pequeña parte, como la urbanización del Pocero en Seseña, responde a motivos logísticos.

Huelga que decir que en la lista solo se mencionan las zonas urbanizadas, ya que en los poblados y asentamientos ilegales no se reparte nada.

Por ciudades, Granada y Sevilla se llevan la palma, con más de 160 vías vetadas cada una. Destaca el Polígono Sur de Sevilla, también conocido como las Tres Mil Viviendas, el asentamiento más pobre de España, donde 50.000 personas se encuentran sin reparto. Los únicos que se atreven a entrar son los carteros —no siempre— y los repartidores de Amazon. "Usan varios trucos para entrar en el barrio. Vienen en grupo, de forma que siempre se queda alguien al cuidado de la furgoneta mientras se hace la entrega de paquetes", dice Raúl Sánchez, presidente de la asociación de vecinos. "También reparten muy pronto, entre las siete y las ocho de la mañana, que es una hora donde los que causan problemas están durmiendo. La idea es que a primera hora esté ya todo entregado", dice Sánchez.

Foto: Interior de las viviendas a la venta en San Cristóbal (A.P/A.V)

Más allá de lo extravagante de que te despierte el cartero a las siete de la mañana, los vecinos de las Tres Mil Viviendas tienen que fijarse en detalles que a los demás les parecen nimiedades cuando compran un producto por internet. Si las empresas que reparten son MRW o SEUR, se lo piensan dos veces: "Estas empresas no entran aquí hace años. Si te llega un paquete de SEUR, por ejemplo, te llega una notificación y tienes que ir a recogerlo al polígono La Isla, en Dos Hermanas, a más de media hora en coche del barrio", afirma Sánchez. "Y allí no llega el autobús ni ningún otro medio de transporte: si no tienes coche, te quedas sin paquete".

placeholder El barrio de las Tres Mil Viviendas, en Sevilla. (EFE)
El barrio de las Tres Mil Viviendas, en Sevilla. (EFE)

Foco en la población gitana

Hay un patrón en las zonas negras repartidas por toda España: no solo son áreas deprimidas, sino que en su mayoría están ocupadas por población de etnia gitana. Esto es especialmente notorio en Granada, con toda la zona de las cuevas del Sacromonte y el barrio de la Paz, los principales enclaves gitanos en la ciudad, opacada por las empresas de reparto. No obstante, se da en casi todos los casos a nivel nacional. "Sí, aquí hemos tenido algunos atracos a repartidores, y es verdad que han sucedido en zonas donde viven los gitanos", dice Javier Rojas, portavoz de la federación vecinal de Elche.

Se refiere al barrio de los Palmerales, al sureste de la ciudad. Allí no entra Telepizza, pero tampoco los vecinos: "En Los Palmerales hay un hospital, una comisaría y también están los juzgados, son lugares a los que se acude asiduamente", dice Rojas, "pero la mayoría de los ciudadanos evita pasar por esas calles, aunque implique dar un rodeo muy grande. Y esto de día, de noche no hay quien se atreva a entrar ahí", sigue.

placeholder El norte de Granada es territorio comanche para los repartidores. (EC)
El norte de Granada es territorio comanche para los repartidores. (EC)

Doscientos kilómetros al norte, en Valencia, solo hay tres calles prohibidas: la calle Ángel del Alcázar, la calle José Maestre y la plaza de la Colonia Española en México, todas en el barrio de Fuensanta. "En este barrio siempre han entrado los repartidores, pero estas calles que señalas son la parte antigua, adonde han llegado últimamente un montón de okupas, de etnia gitana, que proceden de los desalojos del Cabanyal y Orriols", dice Virgilio Juárez, vecino del barrio. "Este fue un barrio muy problemático en la época de la heroína, como tantos en España, pero la cosa había ido mejorando en los últimos años. Ahora nos ha llegado esta oleada de okupas, que tienen sus roces por ver quién vende hachís o coca en cada zona, y parece que están provocando algunos líos, pero los vecinos de aquí, los de toda la vida, somos gente honrada", dice Juárez.

Algunos repartidores se guían por el número de 'vanettes' blancas en la calle

De las grandes ciudades, en Barcelona solo se evita el Besòs, donde se encuentra el poblado de La Mina, también entre los más conflictivos de España. Pese a que se informó de que las empresas acababan de vetar este barrio por peligrosidad, e incluso la diputada Álvarez de Toledo lo llevó al Congreso, fuentes del sector sostienen que el Besòs es una zona negra desde hace muchos años: "Hay empresas que entran y otras que no, pero eso no ha cambiado recientemente", dicen.

Sorprende que Rivas Vaciamadrid, Alcalá de Henares y Navalcarnero, tres localidades de la Comunidad de Madrid, tengan más zonas negras que la capital, donde solo figuran las principales arterias de San Cristóbal de los Ángeles y dos calles de Santa Eugenia, en Vallecas. El drama de San Cristóbal no es nuevo y los vecinos llevan años clamando contra el abandono institucional del barrio. Sin embargo, en la asociación de vecinos La Colmena, en Santa Eugenia, están negros de estas noticias: "Los periodistas solo nos contactáis para cosas morbosas de inseguridad, inciertas, que luego no son más que ganas de echar basura a los vecinos de este distrito. Tenemos reuniones periódicas con la policía, y la seguridad, tanto en Vallecas como especialmente en Santa Eugenia, está a buen nivel comparada con otras zonas de Madrid", dicen desde la asociación.

placeholder El poblado de Las Sabinas, cerca de Móstoles, con una 'vanette' blanca como la que refiere el repartidor (Comunidad de Madrid)
El poblado de Las Sabinas, cerca de Móstoles, con una 'vanette' blanca como la que refiere el repartidor (Comunidad de Madrid)

Por último, un repartidor de paquetería, que prefiere mantener el anonimato, revela a este periódico un método que tienen para sobrevivir a los peores barrios: "Es un truco que utilizamos nosotros, la policía, los taxistas y algún colectivo más para anticipar los problemas en un barrio. Entras en Google Maps, pones Street View y echas un vistazo a las principales calles y a los aparcamientos. Si hay muchas furgonetas blancas, de esas 'vanette' que no tienen ni rótulos y llevan tapacubos baratos, malo: eso significa que la gente se dedica a robar cartón, y en esas furgonetas siempre suelen ir otros productos además del cartón", relata con sorna. "Cuando un barrio se llena de 'vanettes' blancas, hay que tener mucho cuidado, porque significa que se está moviendo dinero y que por allí hay trapicheo".

El repartidor explica también su sistema de alerta temprana, que a la postre es la primera regla de seguridad laboral: "Entonces das el aviso en la empresa y a los compañeros: 'Aquí está pasando algo, hay vanettes'. Algunos barrios pasan de ser seguros a guetos en poco tiempo, porque los vecinos viejitos se van muriendo y okupan sus casas. Con esa gente hay que tener mucho cuidado, porque ellos no saben si en la camioneta llevas un saco de chupetes o cuatro ordenadores de 2.000 euros cada uno, así que se tiran a abrírtela. Y eso cuando respetan tu ausencia, que a veces te ponen un cuchillo en el cuello. Por eso nosotros tenemos que estar atentos a los cambios, porque cuando te atracan nunca sabes si vas a salir vivo", concluye.

Al barrio de las Seiscientas Viviendas, en Albacete, no entra nadie. Sus más de 2.000 vecinos no reciben correo, butano, pizzas ni lo que compran por internet. Considerado como uno de los enclaves con más marginalidad de España, hace meses que los vecinos no ven a un repartidor uniformado. "Antes venía el cartero escoltado por dos policías locales, un par de veces por semana, pero en muchas partes no se atrevían a dejar la correspondencia en el buzón y la dejaban en la calle", dice Isabel Martínez, una veterana vecina de la zona.

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