Pedro Pacheco: "Me han maltratado más que a cualquier preso de ETA"
Pacheco fue alcalde de Jerez de la Frontera durante un cuarto de siglo y se convirtió en una referencia política nacional de los andalucistas
Cuando Pacheco entra en el Sherry Park, emblemático hotel de Jerez de la Frontera, el personal lo saluda con un efusivo "buenos días, don Pedro; cómo está usted, don Pedro; qué necesita, don Pedro…" que no difiere nada de lo que ocurría veinte años atrás, cuando fue alcalde de la ciudad durante un cuarto de siglo y se convirtió en una referencia política nacional de los andalucistas. Conviene resaltar este aspecto porque no parece que Pedro Pacheco acabe de salir de la cárcel, más de cuatro años a la sombra en el Puerto III; al menos no existe recelo entre los ciudadanos cuando se cruzan con él, ni miradas de desprecio, como suele ser común con los encarcelados por corrupción política. También eso debe tener una explicación, acaso el personal no haya llegado a entender muy bien por qué le cayó una pena tan dura por dos contratos irregulares. Hasta ahora, Pedro Pacheco ha guardado silencio porque no quería complicar con declaraciones su situación penal y judicial. Con la libertad condicional en el bolsillo y todas las causas judiciales resueltas, Pedro Pacheco Herrera (Jerez de la Frontera, 2 de abril de 1949) habla por primera vez en esta entrevista de El Confidencial de su condena. Y como solía, lo hace con la contundencia que le hizo peculiar y famoso como dirigente político.
PREGUNTA. ¿Qué es lo primero que le impacta a una persona como usted, que tantos años ha pisado alfombras y despachos, cuando entra en prisión y oye cómo se cierran las rejas a su paso?
RESPUESTA. Es una pesadilla, eso es lo que me vengo repitiendo desde que entré en la cárcel el 24 de octubre de 2014 y se cerraron las puertas. Mi caso, además, es el de una persona normal, una familia normal, un modo de vida normal, que por lo que tienes que luchar todos los días que estás en la cárcel es por no acabar convirtiéndote en una persona desestructurada. El impacto que eso me produjo a mí, que como dije venía de una actividad política muy activa, y que cerca de los 70 años me veo en prisión… ¡Buf! De verdad que le digo pesadilla porque no consigo encontrarle un nombre a lo que he pasado.
P. Uno de los fines constitucionales de la prisión es la reinserción del preso. ¿Y dice usted que se produce el proceso contrario, que la cárcel desestructura?
R. Por supuesto, tienes que ser muy fuerte para que aquello no te venza. Una cosa es lo que dice la Constitución y otra la realidad, porque, en la práctica, eso no se consigue. Y hay muchas explicaciones para eso, comprobables: superpoblación presidiaria, cárceles abarrotadas, personal escaso en los equipos de tratamiento y, en algunos casos, mal preparado… Así que, diga lo que diga la Constitución, lo normal en la cárcel es que quien entra desestructurado, salga exactamente igual o peor. Y quien únicamente puede cambiar es quien, como yo, entra estructurado y sale completamente desestructurado. Todos los días, y casi a todas horas, me repetía lo mismo: ¿qué hago yo aquí? ¿por qué, por qué?
Todos los días, y casi a todas horas, me repetía lo mismo: ¿qué hago yo aquí? ¿por qué, por qué?
P. Fue el Tribunal Supremo el que elevó su pena a cinco años y seis meses de cárcel, cuando usted les pidió la absolución, por contratar irregularmente a dos personas. Ahora hablaremos de eso, pero dígame antes: ¿el hecho de haber sido político, con poder, y famoso, hace más dura la cárcel?
R. Pues no lo sé; en mi caso, mis compañeros me decían constantemente que no pensara tanto, que lo único que no tiene solución es la muerte, y también que me veían como una persona muy dura, por cómo aguantaba. Pero cuando a las siete y media de la tarde te encierran en la celda y no te abren ya hasta las ocho menos diez de la mañana… Qué largo se hace, qué largo, un día y otro y otro... Desde la ventana de mi celda, a través de los barrotes, se veía Sanlúcar de Barrameda y yo no sé lo que me entraba cuando me recordaba paseando por la Calzada, con ese olor a mar, a vino, a vida.
P.- ¿Usted estaba en algún módulo especial dentro de la prisión?
R.- Yo estaba en el módulo 12, que es un 'módulo de respeto', en el que había violadores, asesinos, estafadores, muchos traficantes de droga… Hasta más de cien reclusos. Pero, vamos, de todo eso se acaba uno enterando por experiencia, porque en la cárcel no se habla de esos temas, nadie cuenta por qué está entre rejas. Yo supe más cosas porque, para matar el tiempo y sacarme de la cabeza el bucle en el que estaba, me incorporé a una 'asesoría jurídica' en la propia cárcel que había montado un famoso abogado que estuvo preso, Miguel Castro. A muchas criaturas que no tienen recursos ni nada, se les presta una gran ayuda para que obtengan permisos o para que interpongan recursos.
P. Por cierto, esa asesoría jurídica acabó provocándole serios problemas con el director de la cárcel. ¿Qué ocurrió?
R. Mire usted, se lo voy a decir muy claramente: lo del director de la prisión Puerto III ha sido una persecución contante contra mí. Quiero dejar muy claro, además, que a mi juicio el nivel del personal de prisiones encargado de la seguridad es bueno; no tengo nada que reprochar a los funcionarios ni a los técnicos. Pero lo del director contra mí ha sido terrible. ¿Por qué? Pues no sé si es por los complejos de ese individuo, porque es del comité ejecutivo del PP del Puerto de Santa María, o vaya usted a saber. Yo he sido más maltratado que cualquier preso de ETA. [La prisión Puerto III es la que concentra a algunos de los presos mas sanguinarios de ETA y con penas más elevadas].
P. Se llegó a publicar que le sancionaron por tener un crucifijo de madera en su celda.
R. Mire, cada veinte o veinticinco días, por capricho del director, venían a mi celda y lo ponían todo patas arriba y en medio del pasillo, el colchón, los libros que tuviera, la ropa limpia… Normalmente, aquello acababa en un expediente disciplinario por mala conducta que lo que conseguía es que me denegaran todos los permisos. La última que me hizo fue la que usted refiere; en una de esas revisiones de mi celda, encontraron un crucifijo de madera, parecido a la Cruz de Oviedo, y me expedientaron porque decía el director que era un arma ofensiva. Y que seis libros en mi celda era una cantidad excesiva. Otra vez me expedientó por tener unos 'tupperwares' de tortas de Inés Rosales, que había comprado en el economato de la prisión: pues nada, me acusó de haberlos llevado a la celda irregularmente. En fin… Ni los funcionarios se explicaban qué estaba pasando, de dónde venía ese resentimiento hacia mí. La única verdad es que se ha cebado, se ha cebado contra mí. Una vez, de como me tenía con tanto acoso, le dije que lo sentía mucho, pero que si le molestaba el lunar que tengo en la cara, que no me lo pensaba quitar.
P. Decía usted antes que la pregunta que se ha hecho más veces en la prisión es 'por qué estoy aquí'. ¿Se la ha llegado a contestar?
R. No. Y, además, es que creo que no tiene contestación. Mire usted a su entorno, en otras muchas instituciones, y analice el tipo de delitos que me colgaron a mí.
El director de la cárcel se cebó conmigo, hasta me abrió expediente por tener un crucifijo
P. A ver, a usted le condena el Tribunal Supremo por los delitos de falsedad en documento oficial, prevaricación y malversación de caudales públicos por haber contratado irregularmente a dos personas en empresas municipales de Jerez. Eso no se discute, otra cosa es que usted diga que en España hay muchos enchufados y no pasa nada…
R. Verá, lo de la irregularidad lo discuto porque los contratos se hicieron cumpliendo todos los requisitos, pero no quiero entrar en eso. Eso ya pasó. Lo que le digo es que mire usted a su alrededor, en toda España. Por ejemplo, aquí al lado, a la exalcaldesa de Chipiona, por contratar irregularmente a 346 trabajadores, la condenaron a inhabilitación en la misma Audiencia que me condenó a mi a cárcel por dos personas. ¿Y el del PP que fue presidente de la Diputación de Orense? Enchufó a 104 personas, sin ningún papel, y también lo condenaron solo a inhabilitación. Si por la contratación de dos asesores a mi me echan cinco años y medio, tendrían que estar en la cárcel la mitad de los alcaldes y presidentes de diputación de España. Está claro que no me han aplicado el mismo rasero. A lo mejor es que yo no pertenecía a un partido poderoso, eso también puede ser.
P. La verdad es que, aquí mismo en Jerez, la Junta de Andalucía designó director del Centro del Flamenco a una persona que, en tres años, jamás pisó el despacho, de hecho, cobraba y cuando le preguntaron los periodistas ni siquiera sabía que ese era su cargo, y aquello acabó con un archivo y una absolución.
R. Je, je, je, je… Pues no le digo. ¿Y por qué a mí me echan cinco años y seis meses de cárcel por dos personas? Me gustaría que me lo explicaran. Un magistrado me dijo que mi proceso se produjo en el peor momento y que, además, en el Tribunal Supremo todavía se acordaban de mí, de cuando dije que la Justicia era un cachondeo. [En 1985, siendo Pacheco alcalde de Jerez, ordenó la demolición del chalé de Bertín Osborne, por obras realizadas sin licencia. Cuando la Justicia paralizó el derribo, dijo: "La gente dirá que la justicia es un cachondeo y yo tengo que darles la razón"].
P. La frase, de hecho, todavía se sigue repitiendo, ha quedado grabada en la memoria colectiva. Pero ¿usted cree que eso ha podido pesar para su condena?
R. Por supuesto. Ya le digo que han sido dos cosas: el momento y que todavía se acuerdan de la frase. Que me estuvieran esperando o no, ya me da lo mismo; la cuestión es que se acordaban de lo que dije. Yo sé que mi sentencia condenatoria se ha comentado en círculos jurídicos por toda España, porque mucha gente no sale de su asombro. Esa dureza de la pena de cinco años y seis meses de cárcel, a pesar de que he satisfecho hasta el último céntimo de los 286.000 euros de responsabilidad. Eso, además de los costosísimos gastos judiciales… En fin, una 'broma' macabra. A nadie le desearía algo así.
P. Su condena se produce en el peor momento de la corrupción en España, tras el estallido de grandes casos como la Gürtel, Bárcenas, Urdangarin o los ERE. En la sentencia del Supremo había frases muy contundentes como que "nada lesiona más la credibilidad de los ciudadanos en sus instituciones que ver convertidos a sus representantes políticos en los vulneradores de la legalidad de la que ellos son los primeros custodios". ¿Se refiere a eso?
R. Casos que por cierto todavía siguen por ahí, sin sentencia. Pero ¿y Pujol y sus hijos? ¿Por qué a mí me mandan a la cárcel por dos asesores y a ellos nada? ¿Es que acaso Pujol tiene inmunidad? Jordi Pujol ya consiguió inmunidad cuando el escándalo de Banca Catalana porque el PSOE ordenó a los fiscales que no lo investigaran y le acabó endosando la pifia de muchos millones al Banco Vizcaya. Pues ahí está Pujol, ni ha pisado la cárcel ni se le espera. En la cárcel, los compañeros me lo decían: 'está usted aquí y ninguno de esos que sale en la televisión'. Lo vuelvo a decir: por una falta, cinco años y medio de cárcel. Que quede bien claro que yo, no solo no me llevé ni un céntimo, porque los que cobraron fueron los dos asesores, sino que además he tenido que pagar de mi bolsillo el dinero que recibieron ellos.
Yo voy a la cárcel por dos asesores y Pujol y sus hijos, ¿qué?, ¿acaso tienen inmunidad?
P. ¿Volvería a decir que la Justicia es un cachondeo o ya no se atreve?
R. Bueno, eso ya está dicho hace muchos años y permanece ahí, en la nube de internet. Ya está dicho y la gente lo comenta sin necesidad de repetirlo. También se lo he oído decir a muchos periodistas.
P. ¿En España hay presos políticos?
R. No, no hay presos políticos, pero le voy a decir una cosa, con la cárcel tampoco se arregla el follón de Cataluña. Aquí, algún día, tendríamos que reclamarle a don Tancredo Rajoy que nos explique cómo dejó que aquello se agravara de esa forma sin hacer absolutamente nada. Por lo demás, mi olfato me dice que la sentencia del Tribunal Supremo va a decepcionar a mucha gente porque no va a ser tan severa y contundente como esperan. Con lo cual, va a tener que retomarse el diálogo político para que, por lo menos, nos enteremos de qué quieren. ¿Qué quiere decir eso de 'un mejor encaje de Cataluña'? Que se sienten en una mesa y que lo digan; ese es el primer paso. ¿Qué es, más dinero? Pues ya le digo que eso nos lleva a plantearnos también lo del País Vasco y Navarra porque España no puede consentir más ese estatus privilegiado. Si el 'encaje catalán' es consolidar aún más la asimetría en España y la diferencia entre autonomías, ya le digo que es una barbaridad y hay que negarse.
P. ¿Cómo ha visto en estos años de cárcel la evolución de la política en España? Desde 2014 han pasado muchas cosas.
R. Yo no quiero caer en el tópico de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, que la clase política de mi época era distinta, pero lo que sí es cierto, desde mi perspectiva actual, que no milito en ningún partido, aunque sigo manteniendo los mismos ideales andalucistas, lo que observo es que a estos políticos de ahora se les ve poco preparados y muy precipitados. Todos manejan ocho o diez frases iguales, que parecen que han aprendido en unos cursillos de oratoria, y no salen de ahí. Y cuando ya están en las instituciones, lo que quieren saber es qué cargo van a tener y cuánto van a cobrar.
A los políticos actuales se les ve poco preparados y muy precipitados. Todos manejan ocho o diez frases iguales
P. Otra de las cosas que ocurrió en 2015, durante su estancia en prisión, es que el Partido Andalucista decidió disolverse.
R. Bueno, se enterró el partido; en las condiciones que estaba decidieron enterrarlo con dignidad. Pero surgen otras cosas. A mí, por ejemplo, me gusta mucho Izquierda Andalucista, donde hay gente muy válida, por lo que he visto. Me alegra mucho comprobar que hay gente luchando por lo mismo que defendíamos; siguen siendo una fuerza política necesaria en una autonomía como la andaluza que ha degenerado en una mera descentralización administrativa, sin peso político alguno en España. Y estoy convencido de que, si hacen las cosas bien, pueden resucitar el andalucismo. Pero vamos, que también le digo que el pueblo andaluz se pasó seis pueblos en su castigo a los andalucistas. En todos los partidos hay problemas, divisiones y conflictos, pero los andaluces solo nos lo hicieron pagar a nosotros.
P. Le veo con ganas, pero claro, le quedan todavía unos años de inhabilitación para cargo público…
R. Un día de estos pido el indulto; ya he pagado bastante con la cárcel. Antes de que vuelva al Ayuntamiento de Jerez en un bote de cenizas, quiero regresar de concejal de mi ciudad. Eso me encantaría.
Cuando Pacheco entra en el Sherry Park, emblemático hotel de Jerez de la Frontera, el personal lo saluda con un efusivo "buenos días, don Pedro; cómo está usted, don Pedro; qué necesita, don Pedro…" que no difiere nada de lo que ocurría veinte años atrás, cuando fue alcalde de la ciudad durante un cuarto de siglo y se convirtió en una referencia política nacional de los andalucistas. Conviene resaltar este aspecto porque no parece que Pedro Pacheco acabe de salir de la cárcel, más de cuatro años a la sombra en el Puerto III; al menos no existe recelo entre los ciudadanos cuando se cruzan con él, ni miradas de desprecio, como suele ser común con los encarcelados por corrupción política. También eso debe tener una explicación, acaso el personal no haya llegado a entender muy bien por qué le cayó una pena tan dura por dos contratos irregulares. Hasta ahora, Pedro Pacheco ha guardado silencio porque no quería complicar con declaraciones su situación penal y judicial. Con la libertad condicional en el bolsillo y todas las causas judiciales resueltas, Pedro Pacheco Herrera (Jerez de la Frontera, 2 de abril de 1949) habla por primera vez en esta entrevista de El Confidencial de su condena. Y como solía, lo hace con la contundencia que le hizo peculiar y famoso como dirigente político.