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Las jeringuillas de la muerte: piden 40 años a una enfermera acusada de matar a pacientes
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Las jeringuillas de la muerte: piden 40 años a una enfermera acusada de matar a pacientes

Durante años, se sospechó que en el pasillo B de la quinta planta del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares sucedían cosas extrañas

Foto: Beatriz L. D. y un pasillo de hospital. (Foto: Reuters)
Beatriz L. D. y un pasillo de hospital. (Foto: Reuters)

Cuando en agosto de 2017 los agentes de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Madrid enroscaron las esposas a las muñecas de Beatriz López, auxiliar de enfermería del Hospital de Alcalá de Henares, ella no les preguntó qué estaban haciendo ni por qué la detenían. Protestó airada, pero por otra razón: “¡Si me detienen me van a chafar una cita con un chico que acabo de conocer!”.

Si tenemos en cuenta la petición de la Fiscalía y de las acusaciones particulares, es probable que, en su caso, Cupido opte por criogenizar arco y flechas, porque según ha podido saber El Confidencial, el Ministerio Público solicita 40 años de cárcel contra la auxiliar por dos delitos de asesinato. Las acusaciones particulares, por su parte, elevan la solicitud a prisión permanente revisable, ya que a los dos crímenes le suma una tentativa de homicidio más.

Durante años se sospechó que en el pasillo B de la quinta planta del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares sucedían cosas extrañas: algunos pacientes se morían cuando la lógica decía que debían vivir.

placeholder Hospital de Alcalá de Henares. (EFE)
Hospital de Alcalá de Henares. (EFE)

Los recelos comenzaron en noviembre de 2013 con Ana Josefa, de 79 años, que ingresó en urgencias porque tenía muy hinchados los tobillos y las piernas. Pronto mejoró y fue trasladada al pasillo B de la quinta planta, habitación 529. Allí, días antes de que le dieran el alta, concretamente el 30 de noviembre, entró en parada cardiorrespiratoria. El coma se produjo por un “embolismo gaseoso”. Alguien le había pinchado aire en vena.

Los médicos la trasladaron inmediatamente a la UCI y milagrosamente consiguieron salvarle la vida. Cuando recuperó la conciencia le preguntaron quién le había inyectado el aire, pero ella fue incapaz de recordarlo. Ese día, el turno de auxiliar de enfermería le correspondió a Beatriz López. Aun siendo obvio, solo las acusaciones particulares plantean la tentativa de homicidio.

Este periódico ha podido saber que las investigaciones policiales mencionan hasta siete nombres de posibles víctimas, todas ellas ingresadas en el pasillo B de la planta quinta del hospital. Sin embargo, la Fiscalía solo acusa por dos fallecimientos. El primero, el de Luisa Moragón. Ingresó el 20 de julio de 2015 en el centro sanitario, concretamente en la planta de la muerte, la quinta B. Se fue recuperando, pero de repente murió sin causa aparente. Los médicos, desconcertados, la pincharon para hacer un análisis de sangre y su sorpresa fue que al hacerlo salió un chorro de aire como si de un géiser se tratara.

A raíz de aquello, se judicializó la causa y los investigadores pidieron autorización a la magistrada encargada del caso para instalar “un sistema de videovigilancia oculto que grabe todo lo que acontezca en el pasillo B de la quinta planta”.

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Esa fue la clave que ayudó a resolver el caso. El 4 de agosto de 2017, Consuelo Doblado falleció en extrañas circunstancias. Los médicos descubrieron que alguien le había introducido aire con una jeringuilla en el torrente sanguíneo. Los investigadores revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad.

Así descubrieron a Beatriz López, auxiliar de enfermería. Se la ve llegar al trabajo al filo de las tres de la tarde. A las 15:22, los agentes contemplan cómo una trabajadora sale de la habitación de Consuelo sin observar en su actitud que haya detectado ningún problema. A las 15:35, es Beatriz López quien entra por primera vez en la habitación. Sale a las 15:36. Vuelve a entrar dos minutos después y a salir a las 15:40.

En los siete siguientes minutos, nadie se acerca a la habitación de Consuelo, hasta que a las 15:47 “sale del control de enfermería otra trabajadora y entra en la habitación. Beatriz se encuentra junto a un carro y se percata de que la otra enfermera ha entrado”.

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Quince segundos después, la sospechosa deja lo que está haciendo y acude al grito de auxilio de su compañera. Las imágenes muestran cómo entra y sale apresuradamente a pedir ayuda. Consuelo muere apenas unos minutos después. La autopsia determina que alguien le introdujo aire en las venas de forma masiva. La policía, tras el estudio de las imágenes, decide detenerla.

Cuando la interrogan, la auxiliar protesta por el plantón que va a dar a un candidato a novio y luego niega los hechos. Cuando le enseñan las jeringuillas que han encontrado en el registro de su casa, dice: “Me las llevo del hospital. Las utilizo para echar limón al pollo”.

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Cuando en agosto de 2017 los agentes de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Madrid enroscaron las esposas a las muñecas de Beatriz López, auxiliar de enfermería del Hospital de Alcalá de Henares, ella no les preguntó qué estaban haciendo ni por qué la detenían. Protestó airada, pero por otra razón: “¡Si me detienen me van a chafar una cita con un chico que acabo de conocer!”.

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