La policía detiene al 'rey de la burundanga' de la noche madrileña
Llevaba cinco meses actuando en discotecas y 'after hours' de la capital; daba escopolamina a sus víctimas para anular su voluntad y luego las llevaba a casa para robarles dinero y joyas
El hombre de origen marroquí se acercó a la chica con descaro. Ella se dejó engatusar, porque él era guapo y derrochaba simpatía. Los dos salieron de la discoteca de la mano, pero para entonces la joven ya no era dueña de sus decisiones. En un momento de descuido, su ligue le había hecho oler unos polvos y el burundanga había entrado en el organismo de la víctima cual oxígeno al respirar. La sustancia deprimió en cuestión de segundos su sistema nervioso y anuló por completo su voluntad.
La chica quedó atrapada por el narcótico, débil y completamente sometida a su nuevo dominador. El hombre la acompañó al cajero para sacar dinero y luego a casa. Entró con ella y le ordenó que le indicara dónde guardaba las joyas y la pasta, pretensión a la que la mujer accedió sin mostrar reparo alguno. El falso conquistador se llevó 38.000 euros en efectivo y 10.000 en joyas de aquella casa. No estaba mal para una noche de 'trabajo'.
El estafador repetía el mismo 'modus operandi' casi todos los fines de semana desde hacía cinco meses. Accedía a discotecas y 'after hours' de casi todos los distritos de Madrid, aunque principalmente actuaba en el centro de la capital. Una vez dentro, localizaba a sus víctimas —hombres o mujeres, no hacía distinción—, ligaba con ellas, las narcotizaba con burundanga o sustancias con el principio activo de esta droga —la escopolamina—, las llevaba a casa y les robaba todo lo que pillaba.
En ocasiones, como la relatada, el hombre daba los hipnóticos a sus objetivos a través del aire. En otras, optaba por diluir el material en líquido y la víctima se lo bebía. En ambos casos las consecuencias eran casi inmediatas e idénticas. Las personas se debilitaban debido a que su sistema nervioso quedaba deprimido, su voluntad era reducida a la mínima expresión y por lo tanto podían ser sometidas por su 'captor'.
Agentes de la unidad de la Policía Nacional adscrita a los juzgados de plaza de Castilla han detenido ahora a este hombre por los delitos de robo con fuerza, robo con violencia, estafa y hurto. Le han apresado después de escuchar los testimonios de algunas de sus víctimas, aquellas que decidieron denunciar los hechos. A pesar de la amnesia que produce esta sustancia tóxica, que en ocasiones puede tener consecuencias graves para el organismo —incluso hasta la muerte—, los hombres y mujeres a los que el detenido se la proporcionó lograron hacer una descripción más o menos detallada del individuo.
Con ese retrato, los agentes comenzaron la investigación. Observaron que el comportamiento era similar en las denuncias y que el ladrón operaba siguiendo el mismo patrón antes detallado. Descubrieron que el sospechoso respondía a las iniciales A. T. y que este había sido detenido ya más de una docena de veces por delitos de robo, hurto, estafa, lesiones, robo con fuerza e incluso tráfico de drogas. Observaron que tomaba muchas medidas de seguridad para evitar que le siguieran. Finalmente, varios funcionarios se apostaron en la puerta de su domicilio durante dos días hasta que por fin salió y le arrestaron.
La burundanga y otras sustancias con el mismo principio activo son utilizadas por los criminales para anular la voluntad de sus víctimas y agredirlas sexualmente o robarlas, como en este caso. Este uso del hipnótico comenzó a extenderse en Colombia, donde este componente se conoce como droga de la voluntad. La pérdida del conocimiento y la anulación de la libertad de elección duran horas, según la cantidad que se haya introducido en el organismo. Los restos del narcótico, sin embargo, pueden detectarse hasta días después en algunas ocasiones, dado que se liberan por la orina.
El hombre de origen marroquí se acercó a la chica con descaro. Ella se dejó engatusar, porque él era guapo y derrochaba simpatía. Los dos salieron de la discoteca de la mano, pero para entonces la joven ya no era dueña de sus decisiones. En un momento de descuido, su ligue le había hecho oler unos polvos y el burundanga había entrado en el organismo de la víctima cual oxígeno al respirar. La sustancia deprimió en cuestión de segundos su sistema nervioso y anuló por completo su voluntad.