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Villar de Cañas clama por su cementerio nuclear: "El pueblo se vacía, que llegue ya"
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"EL PROYECTO NO ESTÁ PARADO", DICE ENRESA

Villar de Cañas clama por su cementerio nuclear: "El pueblo se vacía, que llegue ya"

Villar de Cañas tiene 479 habitantes, un área de 70 kilómetros cuadrados y está llamado a albergar el mayor proyecto nuclear de los últimos tiempos en España

Foto: Un cartel indica la llegada a Villar de Cañas, el pueblo elegido para albergar la sede definitiva del ATC (Efe)
Un cartel indica la llegada a Villar de Cañas, el pueblo elegido para albergar la sede definitiva del ATC (Efe)

Villar de Cañas tiene 479 habitantes, un área de 70 kilómetros cuadrados y está llamado a albergar el mayor proyecto nuclear de los últimos tiempos en España. Este pueblecito de la provincia manchega de Cuenca fue elegido en 2011 para construir en su tierra el Almacén Transitorio Centralizado (ATC), un depósito que guardará todos los residuos de alta actividad generados en las centrales nucleares españolas. Hay quien prefiere llamarlo cementerio nuclear. Las localidades de Ascó (Tarragona), Zarra (Zaragoza) y Yebra (Guadalajara) fueron descartadas para acoger el proyecto, una noticia recibida con alegría entre sus dirigentes, y la opción de Cuenca fue la seleccionada.

Pero el ATC ni se ha paralizado ni se está reteniendo, el expediente sigue “en curso”. Retrasos -y muchos- sí ha sufrido desde que el Congreso aprobó su construcción en la primera legislatura de Zapatero. Y esta semana el proyecto ha vivido horas convulsas por culpa de algunos actores involucrados en la obra. Francisco Gil-Ortega dimitió hace días como director de Enresa, empresa pública al frente de la gestión de ATC, alegando “motivos personales”. Llegó de la mano de María Dolores de Cospedal a este puesto y se ha marchado a tres meses de las elecciones. Su lugar ya está siendo ocupado por Juan José Zaballa, anterior presidente de Paradores y hombre de confianza del ministro de Industria José Manuel Soria.

Que ATC es “una cuestión política” es de las pocas cosas que generan consenso entre todos los implicados. Hay varios elementos que podrían haber influido en la decisión de Gil-Ortega de abandonar la gestión de un proyecto que en los últimos tiempos ha sufrido varios choques. El primero ha sido el malestar generado por los ceses de estos meses en el seno de la empresa –el último el 27 de enero a Eugenio Alejandre Siscar, director de Administración–. Además, el pasado noviembre se filtró la Petición de Información Adicional (PIA) que el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) requería a Enresa sobre los terrenos de Villar de Cañas tras haber detectado algunas "carencias" en abastecimientos, movimientos de tierras y medidas de protección. El Consejo recibió presiones por los nervios que esa petición generaba y la empresa pública, muchas críticas por entender que el proyecto no era viable en las tierras de la localidad de Cuenca.

Otra de las polémicas a las que tuvo que enfrentarse Gil-Ortega y que habrían podido forzar su marcha fue la posibilidad de que hubiera comenzado a adjudicar las obras del proyecto antes de que el informe del Consejo de Seguridad Nuclear estuviera acabado. Pero desde Moncloa no ven con buenos ojos esta iniciativa, que en ningún caso se puede llevar a cabo sin el informe del CSN y su posterior autorización. Ruido político desde luego no falta, este viernes el PSOE ya anunció que pedirá en la Cámara Baja una auditoría sobre la gestión de Gil-Ortega al frente de la empresa pública, para aclarar si realmente existen esos precontratos.

Los ecologistas echan en cara “las prisas y los nervios”

Este colectivo es, como cabe esperar, el máximo detractor del proyecto. Ecologistas en Acción trabajan intensamente en una campaña de alegaciones contra el almacén nuclear. Su principal queja son “las prisas y los nervios” con las que se está llevando a cabo el proyecto ante la cercanía de las elecciones y que no se hayan tenido en cuenta para nada las sugerencias presentadas por su plataforma. Además, aseguran que la documentación presentada por Enresa es “incompleta con múltiples lagunas”.

Se apoyan además en un informe elaborado por una consultora independiente estadounidense, URS, en cuyo dictamen concluyó que los terrenos de Villar de Cañas no eran adecuados para desarrollar el almacén; así como en la petición de información solicitada por el CSN, porque según dicen, “hay problemas graves y evidentes” en los terrenos.

Pero la intención del Gobierno es que los trabajos comiencen en la primavera de este año para que el cementerio nuclear pueda empezar a almacenar residuos a finales de 2017 o principios de 2018. Mientras tanto, la batalla política continúa y los vecinos de Villar de Cañas rezan para que las obras empiecen cuanto antes, esperanzados en que su pueblo, como tantos otros en España, dejede ir camino de la despoblación y recuperela vida, el empleo y la juventud.

Villar de Cañas tiene 479 habitantes, un área de 70 kilómetros cuadrados y está llamado a albergar el mayor proyecto nuclear de los últimos tiempos en España. Este pueblecito de la provincia manchega de Cuenca fue elegido en 2011 para construir en su tierra el Almacén Transitorio Centralizado (ATC), un depósito que guardará todos los residuos de alta actividad generados en las centrales nucleares españolas. Hay quien prefiere llamarlo cementerio nuclear. Las localidades de Ascó (Tarragona), Zarra (Zaragoza) y Yebra (Guadalajara) fueron descartadas para acoger el proyecto, una noticia recibida con alegría entre sus dirigentes, y la opción de Cuenca fue la seleccionada.

Ministerio de Industria José Manuel Soria María Dolores de Cospedal