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Los vecinos de la enferma de ébola: “No ha venido nadie a desinfectar el edificio”
  1. España
CAOS E INCERTIDUMBRE EN LA URBANIZACIÓN

Los vecinos de la enferma de ébola: “No ha venido nadie a desinfectar el edificio”

La urbanización en la que reside Teresa R. y su esposo no han sido informados de que su vecina es la enferma aislada en el Carlos III. "¿Y ahora qué?".

Las persianas están bajadas a cal y canto. Nadie responde al telefonillo y la puerta no está precintada. Excalibur, el perro de la familia, tampoco ladra cuando alguien llama insistentemente al timbre de la puerta. Es la casa de Teresa R., la primera paciente infectada de ébola que atendió a los dos repatriados españoles que llegaron de África con la enfermedad. Las trece familias que comparten edificio en Alcorcón con esta auxiliar de enfermería no salen de su asombro cuando El Confidencial les confirma que su vecina y su esposo están aislados en el hospital Carlos III. Ella sufre ébola y él está en estudio. 24 horas después de que estallara la crisis de la enfermedad en España, nadie ha acudido al epicentro de la epidemia para informar sobre lo sucedido.

“Aquí no ha venido nadie a desinfectar el edificio”, “nos estamos enterando por vosotros”, “pero si yo subí el otro día con ella en el ascensor”, “sabía que era de Alcorcón, pero desconocía vivía aquí”. Conforme los minutos pasaban y la noticia se colaba por todos los rincones de esta urbanización, el caos y la incertidumbre se apoderaba de los vecinos que no sabían si debían tocar el ascensor con las manos o si se han podido contagiar en algún momento que hayan coincidido con la enferma. Todos intentaban recordar cuándo fue la última vez que se cruzaron con ella.

Antonio, el portero del edificio, se apresura a llamar a ponerse en contacto con el administrador de la urbanización, que se compone de varios edificios, para que llame a la Policía y se evite que la prensa siguiera colándose en el inmueble. A las 14.00 horas todavía no había llegado nadie para informar de nada a las personas que vivían más cerca de la infectada, una mujer a la que sus allegados denominan como "una persona muy discreta" de la que conocía pocos datos personales. "Pero nunca le gustaba compartir el ascensor. Siempre te dejaba que subieras tú antes y ella esperaba al siguiente".

Teresa, de 44 años, de origen gallega, solía coincidir con sus vecinos cuando sacaba de paseo a su perro en un parque cercano a la urbanización en la que reside desde que se inauguró hace quince años. A su marido, el presidente de la comunidad de vecinos, lo recuerdan como una persona "más amable" y con más conversación con los vecinos. Ninguno da crédito a que el foco de infección del ébola en España esté en su edificio. “¿Y qué tenemos que hacer ahora? ¿A quién llamamos?", pregunta la vecina del tercero, que anuncia que esta noche ya no dormirá en el edificio. “Y le voy a decir a mi hija que no venga”.

Solo otra vecina de Europa del Este que vive de alquiler desde hace tres años en el edificio se muestra más tranquila ante la alarma que se instala en el recinto en solo unos minutos. “Yo sería capaz hasta de abrazarla si la viera”. A primera hora de esta tarde, la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha informado de que este mismo martes se desinfectarían las zonas comunes de la residencia.

Las persianas están bajadas a cal y canto. Nadie responde al telefonillo y la puerta no está precintada. Excalibur, el perro de la familia, tampoco ladra cuando alguien llama insistentemente al timbre de la puerta. Es la casa de Teresa R., la primera paciente infectada de ébola que atendió a los dos repatriados españoles que llegaron de África con la enfermedad. Las trece familias que comparten edificio en Alcorcón con esta auxiliar de enfermería no salen de su asombro cuando El Confidencial les confirma que su vecina y su esposo están aislados en el hospital Carlos III. Ella sufre ébola y él está en estudio. 24 horas después de que estallara la crisis de la enfermedad en España, nadie ha acudido al epicentro de la epidemia para informar sobre lo sucedido.

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