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Margaret Thatcher en España: decepcionada con Fraga y satisfecha con la Monarquía
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TESTIMONIOS DE POLÍTICOS Y ECONOMISTAS QUE LA CONOCIERON

Margaret Thatcher en España: decepcionada con Fraga y satisfecha con la Monarquía

La Dama de Hierro visitó España en distintas ocasiones a lo largo de su vida, la primera de ellas, cuando aún se encontraba en la oposición,

Foto: Margaret Thatcher en España: decepcionada con Fraga y satisfecha con la Monarquía
Margaret Thatcher en España: decepcionada con Fraga y satisfecha con la Monarquía

La Dama de Hierro visitó España en distintas ocasiones a lo largo de su vida, la primera de ellas, cuando aún se encontraba en la oposición, sólo un año antes de convertirse en la primera ministra de Gran Bretaña y también la primera mujer que ostentó ese cargo.

Corría el año 1978 y Margaret Thatcher se presentó en Madrid para acudir al I Congreso de la UCD. José Pedro Pérez-Llorca recuerda a la perfección cómo llegó al acto: “Exultante”. Según cuenta el exministro, era la primera vez que una figura política británica de la talla de Thatcher acudía a un evento así en España, para dirigirse, además, a un público tan masivo como el que se vio en aquella ocasión. Un evento de gran importancia en aquella época: la presentación de un partido político que nacía de una reciente fusión y al que estaban invitadas muchas personalidades. Entre las más esperadas y polémicas, ella, la Dama de Hierro. “Invitamos a muchos políticos y diplomáticos extranjeros. Thatcher estaba incluida en la lista, algo que gustaba más a unos que a otros”, reconoce en declaraciones a El Confidencial Pérez-Llorca.

Y es que Thatcher no pasaba desapercibida en España. “Todos sabíamos que era un experimento, podía salir bien o mal. Había gente preocupada, era un personaje polémico, pero salió muy bien”, asegura el exministro. “Ella estuvo admirable y obtuvo una enorme ovación que la dejó complacida. Thatcher vivía también un momento muy importante en su carrera. Poder dar un discurso tan importante en Madrid, y que fuera un éxito, fue muy beneficioso también para ella”.  

Cuenta Pérez-Llorca que Margaret fue muy inteligente en sus palabras. “Esa mujer era puro magnetismo”, suspira, mientras recuerda “el magnífico speech” que la británica regaló a un público que, aunque no lo siguió de manera instantánea ya que muy pocos hablaban inglés en aquella época, gracias a una traducción consecutiva y “maravillosa”, apunta el exministro, sí logró captar a la perfección el discurso estratégico de Thatcher.

“Energía, fuerza y dureza”, por ese orden. Son las palabras que según Pérez-Llorca definen a la política británica más influyente del siglo XX. Y lo pudo comprobar hasta en tres ocasiones más; dos en Londres, ya como ministro de Asuntos Exteriores, y otra en la Cumbre de Bonn, durante la Alianza Atlántica, acompañado también por Calvo Sotelo.

Thatcher tenía dos hombres importantes en su vida que la acercaban a España. El primero, su fiel embajador en Madrid, que la mantenía al tanto de cada situación; y el segundo, el historiador hispanista Hugh Thomas, un gran amigo de Margaret, que le contaba historias sobre Cuba y España. La guerra civil española y los conflictos más encarnizados eran lo que más interesaban a la líder tory. Thatcher y Thomas compartían reflexiones acerca de la relación entre Gran Bretaña y España, en la que veían oportunidades de alianza por sus ideas cercanas sobre la visión de Europa, y por su común posición geográfica, apartada del corazón más europeo. Otra de las cosas que más le gustaba a Thatcher de España era la Monarquía. Tal vez se sentía cerca de casa, pero Pérez-Llorca recuerda que se contentó con la instauración borbónica.

El economista liberal Lorenzo Bernaldo de Quirós también tuvo “la suerte de coincidir” con ella poco después. Fue en Londres, en 1981, cuando la vio por primera vez. Le recibió en el famosísimo ‘number 10’ de Downing Street durante una pequeña reunión de jóvenes liberales. Todos ellos insistieron mucho en verla y lo consiguieron sin mayor inconveniente. “Nos dedicó media hora o cuarenta y cinco minutos. Mucho tiempo para tres niñatos que queríamos verla como fuera”, cuenta a El Confidencial el economista. Quirós reconoce que la mujer más temida de Inglaterra era todo un personaje y analiza la influencia de Thatcher en España.

La herencia ‘thatcheriana’

“Es cierto que la relación entre Thatcher y nuestro país nunca fue intensa, a diferencia de la que tuvieron después Aznar y Blair. La de Thatcher fue pura ideología política, una inspiración para toda la corriente liberal posterior”, asegura Quirós. Con quien sí tuvo una relación más cercana fue con Federico Trillo. El político, de hecho, le hizo una importante visita con el objetivo de contarle en qué se estaba convirtiendo el Partido Popular tras la ruptura de Alianza Popular. Aunque para Thatcher, durante un tiempo, no fue más que el mismo partido con algo de maquillaje. 

Sánchez Quirós recuerda con gracia lo que la Dama de Hierro reconoció no haber perdonado nunca a AP. “Fue cuando Manuel Fraga pidió en 1986 la abstención de España como miembro de la OTAN”. Thatcher nunca lo entendió y se sintió decepcionada. “Con esas cosas no se puede jugar”, repetía la líder conservadora con un tono gruñón. “La seriedad de un político y un partido se miden realmente con este tipo de actuaciones”, espetaba con cierta indignación.  

Lo que es imposible concebir es la ideología de la derecha española más liberal sin Margaret Thatcher. José María Aznar nunca lo dijo en alto, pero era thatcheriano, afirma Quirós. “La Dama de Hierro era un personaje muy polémico y podía ser peligroso decirlo con tanta claridad. Pero desde luego, el modelo de privatización de los años 90 llevado a cabo por el PP, y la posterior política liderada por Esperanza Aguirre no existiría sin la teoría más thatcheriana”.

Pero la seriedad y rigidez no la acompañaban siempre en el gesto. La imagen de extrema dureza que mostraba cuando hacía política, en sus luchas contra los sindicatos o cuando intentaba ganarse el  respeto en el Parlamento británico no se correspondía con la imagen que a Quirós y a sus compañeros les demostró en la intimidad. “La única condición para desprenderse de su coraza era percibir una cierta sintonía contigo. Lo que no soportaba era la gente insulsa, a los llamados weeps, esos que no se mojan”. La líder tory necesitaba intuir un cierto intelectualismo en su interlocutor, un cierto interés. “Si así te percibía, era realmente encantadora y, sobre todo, muy didáctica”, afirma el economista. Y asegura que lo que más le impresionó fue la diferencia que presentaba con los ‘políticos pragmáticos’ a los que “estamos acostumbrados” ahora. “Ella desprendía firmeza en sus palabras, en sus convicciones”. Demostraba lo que realmente un político debería saber demostrar: liderazgo.

Quirós recuerda una anécdota con mucho carácter en otra de las ocasiones en las que coincidieron. Fue a mediados de los años noventa: “Estábamos en una reunión muchos de los empresarios españoles del momento. Uno de los presentes quiso hacer la típica pregunta del ‘lucimiento’, una provocación en toda regla”. El economista no recuerda la cuestión con exactitud, pero sí la respuesta de la Dama de Hierro a tal intento de humillación: “Es increíble que alguien como usted, que se supone inteligente, pueda preguntar esa estupidez”. El estallido de risas en medio de aquel grupo de hombres liberales, recuerda Quirós, fue memorable.

La Dama de Hierro visitó España en distintas ocasiones a lo largo de su vida, la primera de ellas, cuando aún se encontraba en la oposición, sólo un año antes de convertirse en la primera ministra de Gran Bretaña y también la primera mujer que ostentó ese cargo.

Margaret Thatcher