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La gestión de la crisis inclina la balanza hacia el PNV en la lucha del nacionalismo vasco
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LAS PRIMERAS ELECCIONES SIN LA AMENAZA DE ETA

La gestión de la crisis inclina la balanza hacia el PNV en la lucha del nacionalismo vasco

La lucha por la hegemonía del nacionalismo vasco parece decantarse del lado del PNV. A los ciudadanos les importa más la gestión económica de la crisis,

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La gestión de la crisis inclina la balanza hacia el PNV en la lucha del nacionalismo vasco

El debate independentista abierto en Cataluña facilita que el País Vasco recupere una reivindicación que ha estado siempre sobre la mesa, pero que se ha deslegitimado identificándola con los objetivos de ETA. La violencia ha desaparecido, y eso permite al nacionalismo retomar el mensaje soberanista sin temor a ser demonizado por ello.

El 20 de octubre, jornada de reflexión, se cumplirá un año del anuncio por ETA del “cese definitivo” de la violencia. La banda suele “celebrar” este tipo de acontecimientos y no es descartable (así lo cree el resto de partidos) que ese día haga público un comunicado que le sirva a EH-Bildu para recuperar a los votantes que se alejaron de la izquierda abertzale por su connivencia con el terrorismo.

El lehendakari Patxi López se enfrenta a unos comicios en los que se sabe perdedor, aunque ni puede ni debe reconocerlo en público. Lo suyo es una batalla por moderar el impacto de la derrota y que los resultados permitan al PSE convertirse en el partido-bisagra de la legislatura. No hay más. El logro de la paz, su negativa a aplicar los recortes al Estado del Bienestar impuestos por Mariano Rajoy, y la promesa de gestionar la crisis de una manera distinta son su carta de presentación.

La política económica del Gobierno central, y su obligado apoyo, le va a pasar factura a Antonio Basagoiti, y los escaños que consiga el PP es probable que no sirvan para alcanzar una mayoría absoluta (38 sobre 75) sumados a los de otra formación. Su margen de maniobra es mínimo, y como el PSE intentará amortiguar la derrota.

Las encuestas tienen para los partidos una credibilidad relativa. Si les son favorables dicen que marcan una tendencia claramente positiva, y si les son negativas recurren al tópico de que lo importante no es lo que digan las encuestas, sino los ciudadanos en las urnas.

Pese a ello, el Euskobarómetro del pasado mes de mayo y la encuesta preelectoral que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) hizo pública el pasado viernes son idénticas en el resultado global, aunque notablemente distintas en la estimación de escaños. Ambas sondeos dan la victoria al PNV, la segunda posición a EH-Bildu,la tercera al PSE, la cuarta al PP y cerraría la lista IU-Ezker Anitza, a gran distancia del resto de formaciones.

Sin embargo, el sondeo del CIS aumenta la distancia en estimación de escaños de los peneuvistas sobre la izquierda abertzale (entre 5 y 6 escaños de diferencia, cuando el Euskobarómetro la situaba en uno o dos). EH-Bildu ha tocado techo y en este momento conseguiría 21 o 22 diputados, coinciden ambas encuestas. El desplome del PSE y del PP sería, a su vez, mayor del inicialmente previsto. Los socialistas caerían de 17 a 14 escaños, y los populares se quedarían entre 9 y 10, y no en 12-13.

La campaña electoral recién iniciada demostrará si los candidatos son capaces de desmentir las previsiones.

El debate independentista abierto en Cataluña facilita que el País Vasco recupere una reivindicación que ha estado siempre sobre la mesa, pero que se ha deslegitimado identificándola con los objetivos de ETA. La violencia ha desaparecido, y eso permite al nacionalismo retomar el mensaje soberanista sin temor a ser demonizado por ello.