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Blanco se alineó con Rubalcaba para echar a Zapatero y conservar el control del PSOE
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EL 'NÚMERO DOS' DEL PARTIDO FRENÓ LAS PRIMARIAS

Blanco se alineó con Rubalcaba para echar a Zapatero y conservar el control del PSOE

Cuando Carme Chacón lanzó a mediodía del pasado jueves su inesperado y furibundo ataque contra quienes "ponen en riesgo la unidad del partido y la autoridad del secretario

Foto: Blanco se alineó con Rubalcaba para echar a Zapatero y conservar el control del PSOE
Blanco se alineó con Rubalcaba para echar a Zapatero y conservar el control del PSOE

Cuando Carme Chacón lanzó a mediodía del pasado jueves su inesperado y furibundo ataque contra quienes "ponen en riesgo la unidad del partido y la autoridad del secretario general", sabía perfectamente de qué estaba hablando y a quién señalaba con su llanto contenido. La frustrada aspirante a las primarias socialistas era "plenamente consciente", según fuentes de su entorno, de que el número dos del PSOE, José Blanco, llevaba "varios meses" maniobrando en la sombra para impedir que la ministra de Defensa presentara su candidatura y allanar el camino de la sucesión a Alfredo Pérez Rubalcaba. "Carmen no podía citar su nombre públicamente, pero muchos compañeros entendieron, y Blanco el primero, a quién se refería", añaden esas fuentes.

El pasado martes, 48 horas antes de que Chacón anunciase que no competiría en las primarias, Blanco pronunció una frase que entonces pasó casi inadvertida, pero que, a la luz de los acontecimientos posteriores, muchos dirigentes socialistas señalan como reveladora de la estrategia oculta del vicesecretario general del partido. Blanco aseguró, en una entrevista en la Cadena Ser, que confiaba en que los posibles aspirantes a las primarias -ni Chacón ni Rubalcaba habían revelado aún sus planes- "sepan interpretar bien el deseo del partido". Un mensaje claramente dirigido a la ministra de Defensa y que ésta descifró en el sentido que pretendía el número dos del PSOE: Ferraz sólo quiere un candidato, y ése es Rubalcaba.

"Blanco y Rubalcaba saben que, si hay primarias, Chacón podría ganar, porque la respuesta de los militantes después del hostión del 22-M sería imprevisible", afirma un dirigente socialista. "Y si Chacón gana, ellos perderían su poder e influencia. Por eso han movido todos los hilos para que no haya primarias, y han logrado su objetivo. Es una lucha no tanto por la candidatura a la presidencia del Gobierno, sino por el control del partido, sobre todo después de las elecciones generales de 2012", añade.

Congreso o primarias

Su opinión es compartida por no pocos miembros del Comité Federal del PSOE consultados por El Confidencial. "Un congreso siempre resulta más fácil de manejar por el aparato, porque hay mucho trabajo previo en las federaciones y sólo votan entre 1.000 y 2.000 delegados. Pero en unas primarias pueden votar más de 200.000 militantes, y ahí ya no hay aparato ni control que valga. Y si no que se lo pregunten a Blanco y a Rubalcaba, que hicieron todo lo posible por que Tomás Gómez no se presentase en Madrid y luego pasó lo que pasó", sostiene un dirigente socialista que participó el pasado sábado en la reunión del Comité Federal que avaló la candidatura del vicepresidente del Gobierno.

La sorprendente irrupción de Patxi López en escena, reclamando un congreso extraordinario del partido -que habría supuesto el cese de José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general- en lugar de primarias, no fue nada casual, según interpretan varios miembros del Comité Federal. "Blanco lleva mucho tiempo trasladando a las federaciones y agrupaciones el mensaje de que Rubalcaba es el único capaz de salvar los muebles en las generales del año que viene. Y me consta que Blanco habló con Patxi, con Guillermo Fernández Vara y con otros secretarios generales para que dijeran públicamente que unas primarias eran la peor solución en estos momentos. Ellos, además, estaban convencidos de que es así", apunta una dirigente socialista.

"Blanco quiere seguir mandando en el partido cuando se vaya Zapatero, tanto si Rubalcaba gana las elecciones de 2012 como si las pierde. Pero ahora se trataba de elegir al candidato a La Moncloa, no al nuevo secretario general", señala otro integrante del Comité Federal. "Blanco y Rubalcaba han querido matar dos pájaron de un tiro: que no haya primarias y cargarse a Zapatero como secretario general. Pero eso se hará cuando llegue el momento, el año que viene. Y ya veremos entonces quién tiene más apoyos", añade.

Blanco, eufórico

Lo cierto es que el pasado sábado, durante el Comité Federal que consagró a Rubalcaba, se pudo ver a un Blanco eufórico. Pese a que el PSOE había sufrido una de las semanas más duras de su historia reciente, el vicesecretario general socialista parecía estar festejando el feliz desenlace de un plan trazado de forma minuciosa. Fuentes de su entorno señalaron a El Confidencial que el ministro de Fomento no oculta su satisfacción por el modo en que se ha resuelto la sucesión de Zapatero, y reconocieron su activo protagonismo en la conducción de la crisis.

Buena prueba de esta frenética actividad es cómo siguió el pasado jueves la renuncia de Chacón a presentarse a las primarias. Blanco se encontraba en Leipzig (Alemania), donde presidía la reunión anual del International Transport Forum de la OCDE, en la que participaron 55 ministros de todo el mundo. A la vez que moderaba el debate y concedía turnos de palabra, el número dos del PSOE se dedicaba a la tarea que de verdad le interesaba: un intercambio constante de mensajes con otros dirigentes de su partido para zanjar la crisis interna con la designación de Rubalcaba.

Durante esa jornada, quedó clara también la preferencia de Ferraz por el vicepresidente. Tras el discurso de Chacón, trufado de reproches, se desencadenó una fuerte reacción de rechazo en el entorno de Blanco, desde el que incluso se acusó a la ministra de Defensa de "mala perdedora" y de hacer daño al partido.

La contundente derrota electoral del 22-M aceleró la guerra por hacerse con el control del PSOE. El pasado lunes, con los resultados electorales todavía calientes, Blanco defendió públicamente la hoja de ruta marcada por Zapatero -convocatoria de primarias- y rechazó que se fuera a plantear la celebración de un congreso. "No forma parte del debate", sentenció tras la reunión de la Ejecutiva. Y a la mañana siguiente, en una entrevista radiofónica, aseguró que no deseaba "acuerdos entre bambalinas" para impedir una verdadera competición entre Rubalcaba y Chacón. Pero mientras afirmaba eso en público, maniobraba en dirección contraria.

Zapatero, pillado por sorpresa 

Ese mismo martes, la crisis en el PSOE dio un giro que pilló por sorpresa a Zapatero y lo dejó contra las cuerdas. Patxi López pidió la celebración de un congreso extraordinario, lo que en la práctica suponía la dimisión del secretario general y su Ejecutiva, incluido Blanco. Pero el vicesecretario, lejos de salir a desautorizar al lehendakari, dejó que Zapatero defendiera en solitario ante los medios la necesidad de las primarias. "No hago declaraciones", espetó a los periodistas que le abordaron en los pasillos del Senado.

La amenaza de expulsar al presidente del Gobierno de la Secretaría General del partido cobró fuerza al sumarse otros barones como Fernández Vara.  A lo largo del miércoles, los socialistas vascos mantuvieron su órdago, humillando con un comunicado a Zapatero, quien había anunciado un acuerdo con López para eliminar la propuesta de congreso. Entonces, Blanco jugó su doble papel de protector del secretario general y de garante de la cohesión del partido. Apenas 24 horas después, el jueves, Chacón se retiraba de la carrera sucesoria.

El viernes, los barones fueron llamados a Ferraz para ratificar el dedazo y sustituir la celebración de un congreso por el de una inofensiva conferencia política. En realidad, tras la debacle del 22-M, la mayoría de los secretarios regionales estaban deseando poner fin al proceso de democracia interna y cerrar filas en torno a Rubalcaba, por lo que nadie levantó la voz a favor de Chacón o de las primarias.

Cuando Carme Chacón lanzó a mediodía del pasado jueves su inesperado y furibundo ataque contra quienes "ponen en riesgo la unidad del partido y la autoridad del secretario general", sabía perfectamente de qué estaba hablando y a quién señalaba con su llanto contenido. La frustrada aspirante a las primarias socialistas era "plenamente consciente", según fuentes de su entorno, de que el número dos del PSOE, José Blanco, llevaba "varios meses" maniobrando en la sombra para impedir que la ministra de Defensa presentara su candidatura y allanar el camino de la sucesión a Alfredo Pérez Rubalcaba. "Carmen no podía citar su nombre públicamente, pero muchos compañeros entendieron, y Blanco el primero, a quién se refería", añaden esas fuentes.

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