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José Bono deja fuera del hemiciclo a una veintena de diputados
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José Bono deja fuera del hemiciclo a una veintena de diputados

La sesión plenaria del Congreso que ha debatido la prórroga del estado de alarma ha concluido con una monumental bronca del presidente de la Cámara, José

La sesión plenaria del Congreso que ha debatido la prórroga del estado de alarma ha concluido con una monumental bronca del presidente de la Cámara, José Bono, a diputados de dentro y fuera del hemiciclo, provocada porque más de una veintena llegaron tarde y no pudieron entrar a votar. La situación llegó a tal punto que las votaciones se celebraron mientras los diputados "tardones" aporreaban insistentemente las puertas del salón de plenos para exigir su derecho a entrar, al tiempo que se quejaban a voz en grito: "Esto es absolutamente lamentable", o "es una cosa increíble".

A su juicio, el sonido de los timbres que avisan de la votación había sonado poco tiempo, sin darles tiempo a llegar al hemiciclo, han explicado algunos de ellos, como Gustavo de Arístegui, del PP. Lo cierto es que los timbres se han escuchado fuera del salón durante la intervención con la que el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, ha concluido el debate; al acabar, Bono ha preguntado si se había llamado a votación y ha pedido, como es preceptivo, que se cerraran las puertas.

Sin embargo, al poco, algunos diputados presentes han tratado de advertir al presidente de que había compañeros fuera, pero José Bono ha sido tajante: "Si estuviesen dentro, no habría que abrir las puertas. Se ha dicho que estaban las puertas cerradas y están cerradas", ha zanjado. Entre tanto, los timbres de llamada a votación seguían sonando en el Palacio y los demás edificios parlamentarios. Como las protestas continuaban mientras él trataba de dar lectura al enunciado de la iniciativa objeto de votación, ha comenzado a llamar la atención, por nombres y apellidos, a varios de los que protestaban, todos del PP.

Eugenio Nasarre o Juan Manuel Albendea han sido dos de los amonestados por Bono, que cada vez se ha mostrado más enojado y ha insistido en pedir silencio y respeto, negándose a abrir. Dado que los golpes en las puertas no cesaban, el presidente ha proclamado: "Cada uno hace ruidos como puede, pero el ruido importante es el de la votación democrática", palabras que le han valido algunos aplausos.

Todavía, antes de acabar las votaciones, ha tenido que pedir callar al diputado del PP Rafael Hernando y ha leído el artículo 15 del Reglamento, dedicado especialmente a los que estaban fuera. "Los diputados tendrán el deber de asistir a las sesiones del pleno del Congreso y a las comisiones de las que formen parte", ha leído textualmente, manteniendo su enfado y la dureza en el tono.

Y ha concluido: "Si asistieran, no tendrían que llamar con golpes a las puertas", de nuevo provocando aplausos del grupo socialista. Finalmente, la última votación ha podido celebrarse, con 320 diputados presentes de los 350 que componen la Cámara. La salida del hemiciclo ha sido tumultuosa, con muchos diputados alterados, sobre todo del PP, algunos pidiendo la dimisión de Bono, otros instando a anular las votaciones y los que se habían quedado fuera, más molestos aún.

La portavoz del grupo popular, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció en los pasillos que pediría que se computara el tiempo en que estuvieron sonando los timbres de llamada, y el propio Bono remarcó que ninguna regla dice que las puertas deban abrirse cuando el presidente haya llamado a votación. "Tengo muy clara la conciencia de haber actuado de modo correcto", ha sentenciado. No es la primera vez que Bono vive un episodio similar, ya que el 1 de octubre de 2009, varios diputados del PSOE, entre ellos su portavoz, José Antonio Alonso, se quedaron también sin poder votar por haber llegado tarde.

La sesión plenaria del Congreso que ha debatido la prórroga del estado de alarma ha concluido con una monumental bronca del presidente de la Cámara, José Bono, a diputados de dentro y fuera del hemiciclo, provocada porque más de una veintena llegaron tarde y no pudieron entrar a votar. La situación llegó a tal punto que las votaciones se celebraron mientras los diputados "tardones" aporreaban insistentemente las puertas del salón de plenos para exigir su derecho a entrar, al tiempo que se quejaban a voz en grito: "Esto es absolutamente lamentable", o "es una cosa increíble".

A su juicio, el sonido de los timbres que avisan de la votación había sonado poco tiempo, sin darles tiempo a llegar al hemiciclo, han explicado algunos de ellos, como Gustavo de Arístegui, del PP. Lo cierto es que los timbres se han escuchado fuera del salón durante la intervención con la que el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, ha concluido el debate; al acabar, Bono ha preguntado si se había llamado a votación y ha pedido, como es preceptivo, que se cerraran las puertas.

Sin embargo, al poco, algunos diputados presentes han tratado de advertir al presidente de que había compañeros fuera, pero José Bono ha sido tajante: "Si estuviesen dentro, no habría que abrir las puertas. Se ha dicho que estaban las puertas cerradas y están cerradas", ha zanjado. Entre tanto, los timbres de llamada a votación seguían sonando en el Palacio y los demás edificios parlamentarios. Como las protestas continuaban mientras él trataba de dar lectura al enunciado de la iniciativa objeto de votación, ha comenzado a llamar la atención, por nombres y apellidos, a varios de los que protestaban, todos del PP.

Eugenio Nasarre o Juan Manuel Albendea han sido dos de los amonestados por Bono, que cada vez se ha mostrado más enojado y ha insistido en pedir silencio y respeto, negándose a abrir. Dado que los golpes en las puertas no cesaban, el presidente ha proclamado: "Cada uno hace ruidos como puede, pero el ruido importante es el de la votación democrática", palabras que le han valido algunos aplausos.

Todavía, antes de acabar las votaciones, ha tenido que pedir callar al diputado del PP Rafael Hernando y ha leído el artículo 15 del Reglamento, dedicado especialmente a los que estaban fuera. "Los diputados tendrán el deber de asistir a las sesiones del pleno del Congreso y a las comisiones de las que formen parte", ha leído textualmente, manteniendo su enfado y la dureza en el tono.

Y ha concluido: "Si asistieran, no tendrían que llamar con golpes a las puertas", de nuevo provocando aplausos del grupo socialista. Finalmente, la última votación ha podido celebrarse, con 320 diputados presentes de los 350 que componen la Cámara. La salida del hemiciclo ha sido tumultuosa, con muchos diputados alterados, sobre todo del PP, algunos pidiendo la dimisión de Bono, otros instando a anular las votaciones y los que se habían quedado fuera, más molestos aún.

La portavoz del grupo popular, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció en los pasillos que pediría que se computara el tiempo en que estuvieron sonando los timbres de llamada, y el propio Bono remarcó que ninguna regla dice que las puertas deban abrirse cuando el presidente haya llamado a votación. "Tengo muy clara la conciencia de haber actuado de modo correcto", ha sentenciado. No es la primera vez que Bono vive un episodio similar, ya que el 1 de octubre de 2009, varios diputados del PSOE, entre ellos su portavoz, José Antonio Alonso, se quedaron también sin poder votar por haber llegado tarde.

José Bono