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La holgada victoria de Rajoy consolida su liderazgo y mete en problemas a Zapatero
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La holgada victoria de Rajoy consolida su liderazgo y mete en problemas a Zapatero

De la holgada victoria que el PP obtuvo anoche sobre el PSOE no se escuchó una sola interpretación en clave europea. Y el menos interesado en saltarse ese

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y mete en problemas a Zapatero
La holgada victoria de Rajoy consolida su liderazgo y mete en problemas a Zapatero

De la holgada victoria que el PP obtuvo anoche sobre el PSOE no se escuchó una sola interpretación en clave europea. Y el menos interesado en saltarse ese guión era un eufórico Mariano Rajoy empeñado en extrapolar los resultados al escenario político nacional. Razones no le faltaban, porque el líder del PP emerge como claro ganador de estos comicios por partida triple: le saca casi cuatro puntos de ventaja al PSOE, refuerza su liderazgo interno y se consolida, tal vez definitivamente, como candidato del PP para las elecciones generales de 2012.

Casi 600.000 votos más y 3,7 puntos de diferencia: ésa es la ventaja que la lista del PP, encabezada por Jaime Mayor Oreja, ha sacado a la del PSOE, liderada por Juan Fernando López Aguilar. ¿Triunfo aplastante? Desde luego que no. Pero sí más que suficiente para que Rajoy silencie a sus enemigos y refuerce su autoestima, como mínimo, hasta las elecciones municipales y autonómicas de 2011, el último escollo que deberá salvar antes de abordar, en las generales de 2012, su tercer -y seguramente último- asalto a La Moncloa.

Ya puestos a desdeñar la dimensión europea de estos comicios, Rajoy y su equipo podrían caer en la peligrosa tentación de interpretar la victoria de anoche como una señal inequívoca de que el final del Gobierno socialista está más cerca. Y, por qué no, dejarse llevar por la ilusión de que ese triunfo es la prueba irrefutable de que el electorado ha exonerado a Rajoy, a Francisco Camps y al partido en general del círculo de corrupción que le asfixiaba. Al fin y al cabo, el PP ha sacado casi 15 puntos de ventaja al PSOE en la Comunidad Valenciana, el feudo del imputado Camps; y en la Comunidad de Madrid, epicentro del caso Gürtel, los populares se han distanciado de los socialistas en más de 13 puntos.

Maquillar la derrota

Los socialistas se esforzaron en maquillar la inapelable derrota bajo una gruesa capa de amables evasivas en la que mezclaron el contexto de la crisis económica mundial, el recurrente argumento de que "prácticamente todos los gobiernos europeos han retrocedido" (Leire Pajín) o el consuelo de que el PSOE ha "logrado los mejores resultados socialistas en Europa" (López Aguilar). José Luis Rodríguez Zapatero prefirió guardar silencio y ni siquiera arropó al perdedor en la sede socialista -pese a que siguió la jornada electoral desde Ferraz-, tal vez porque intuye que la victoria del PP es lo suficientemente holgada como para ponerle en aprietos.

No habrá, desde luego, adelanto electoral, porque la derrota de ayer, aunque inapelable, no ha sido humillante. Y ningún presidente del Gobierno adelanta una cita con las urnas si teme una derrota, que es, muy probablemente, lo que ocurriría en estos momentos, con unos brotes verdes que empalidecen al lado de la magnitud de la recesión económica y en plena resaca de la pérdida del poder en Galicia. Pero tampoco habrá, a buen seguro, moción de censura contra Zapatero. Por la misma razón: Rajoy sólo la presentaría para ganarla, y, hoy por hoy, los populares no pueden ni soñar con reunir los apoyos necesarios para tumbar al Gobierno.

La abstención, como se temía, ha sido escandalosa, pero no tanto como para eclipsar la victoria del PP y la derrota del PSOE, que pierde cerca de 400.000 votos y casi tres puntos con respecto a las anteriores elecciones europeas, las de 2004. Entonces, sólo el 45,14% de los electores ejercieron su derecho al voto, la cifra más baja de participación de todos los comicios europeos celebrados en España. Ayer, cinco años después, se superó ligeramente esa raquítica cifra, pero sin el menor motivo para la euforia: la participación creció 0,86 puntos, pero volvió a ser ampliamente derrotada por la abstención, que alcanzó el 54% del electorado. Por si a alguien le sirve de consuelo, los españoles volvimos a superar ayer el índice medio de participación de la UE, que fue del 43,39%, y dejamos en pañales a los lituanos, que registraron el porcentaje más pobre de Los 27: sólo el 15,68% fue a votar.

A las 12 de la noche de ayer, Rajoy abandonó la sede popular de Génova. Con los ojos achispados por el cava, un buen puro en la boca y abrazado a su mujer, Elvira Fernández, el líder del PP se subió al coche oficial con una inmensa sonrisa colgada de los labios. Anoche, seguro, durmió a pierna suelta.

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De la holgada victoria que el PP obtuvo anoche sobre el PSOE no se escuchó una sola interpretación en clave europea. Y el menos interesado en saltarse ese guión era un eufórico Mariano Rajoy empeñado en extrapolar los resultados al escenario político nacional. Razones no le faltaban, porque el líder del PP emerge como claro ganador de estos comicios por partida triple: le saca casi cuatro puntos de ventaja al PSOE, refuerza su liderazgo interno y se consolida, tal vez definitivamente, como candidato del PP para las elecciones generales de 2012.