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Los pecados de la Guardia Civil
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Los pecados de la Guardia Civil

La Guardia Civil ‘pecó’ por omisión al no investigar la trama de explosivos asturiana y por intentar destruir las evidencias documentales de que existían indicios de

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Los pecados de la Guardia Civil

La Guardia Civil ‘pecó’ por omisión al no investigar la trama de explosivos asturiana y por intentar destruir las evidencias documentales de que existían indicios de su existencia. Así las cosas, los datos del confidente de la Benemérita Rafa Zouhier acerca del tráfico de explosivos en Asturias no se tuvieron en cuenta y su constancia en una nota informativa se quiso destruir un día antes de que compareciera ante la Comisión del 11-M del Congreso el responsable de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil Félix Hernando con el único objetivo de salvarle la cara.

Todo ello se deduce del testimonio ante el tribunal del agente asturiano Francisco Javier Jambrina. Dicho guardia tuvo las buenas intenciones de crear un grupo de investigación en el Principado de Asturias a raíz de la comunicación del controlador de Zouhier, el famoso ‘Víctor’ de la UCO, sobre el ‘chivatazo’ de la pretensión de los acusados Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro de vender una sustanciosa cantidad de explosivos. Es más, Jambrina incluso tuvo conocimiento de una muestra de explosivo que Rafa Zohuier aportó a la Guardia Civil y que posteriormente fue destruida. Con todo ello, el agente asturiano elaboró una nota en marzo de 2003, ¡un año antes de los atentados!

Ese pretendido grupo de investigación no vio la luz por la negativa de la Comandancia de Gijón. Ese fue el primer ‘pecado’. El segundo, cuando ‘Víctor’ le instó a Jambrina para que esa nota fuera destruida. “Yo me negué, no me dijo por qué había que destruirla, pero tal vez no le di pie porque inmediatamente le dije que la UCO se desentendía del asunto y le recordé todos los agravios que estábamos sufriendo”.

El más interesado en que esa nota de marzo de 2003 fuera destruida era el mencionado responsable de la UCO Félix Hernando quien, precisamente, compareció momentos antes que el agente Jambrina.

Hernando negó haber participado en forma alguna en la investigación de los atentados del 11-M. Y justificó no haber seguido la pista sobre los explosivos ofrecido por el confidente Zouhier porque no era un asunto “que se circunscribiera a la UCO” y tampoco había “datos contrastados”. De hecho, “aún dudo de la existencia de los 150 kilos de explosivos” de los que hablaba Zouhier.

Así, la información se remitió a Asturias y, a partir de aquí, a lavarse las manos como Pilatos. Con respecto a por qué no se investigó la muestra de explosivo aportada en un frasquito por el confidente, el jefe de la UCO recordó que un Tedax determinó que dicha sustancia “era poca, no aportaba nada y lo mejor era destruirla”. Y así se hizo.

Mentes privilegiadas

Si en la sesión matutina del juicio del 11-M se revelaba la existencia de espías desmemoriados y el modus operandi más chapucero de algunos funcionarios de policía (ver crónica), por la tarde comparecía una de las mentes más privilegiadas en cuanto a capacidad para recordar se refiere. Se trata del comisario Rafael Gómez Menor, en comisión de servicios de la Unidad Central de Información Exterior cuando aconteció el 11-M. Gómez Menor se jacta de haber localizado tanto la finca de Morata de Tajuña como el piso de Leganés gracias a su perspicacia.

La Guardia Civil ‘pecó’ por omisión al no investigar la trama de explosivos asturiana y por intentar destruir las evidencias documentales de que existían indicios de su existencia. Así las cosas, los datos del confidente de la Benemérita Rafa Zouhier acerca del tráfico de explosivos en Asturias no se tuvieron en cuenta y su constancia en una nota informativa se quiso destruir un día antes de que compareciera ante la Comisión del 11-M del Congreso el responsable de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil Félix Hernando con el único objetivo de salvarle la cara.

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