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Zouhier: confidente, chacha, stripper y “superinocente”
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Zouhier: confidente, chacha, stripper y “superinocente”

Con Rafá Zouhier llegó el espectáculo. Ya había dado pistas a lo largo de las seis jornadas anteriores del juicio del 11-M de que su declaración

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Zouhier: confidente, chacha, stripper y “superinocente”

Con Rafá Zouhier llegó el espectáculo. Ya había dado pistas a lo largo de las seis jornadas anteriores del juicio del 11-M de que su declaración iba a ser sonada. Sus gestos desde la pecera blindada ya le habían costado ser expulsado en una ocasión de la Sala. Y ayer, a las primeras de cambio, ya se hizo notar: “¿Se declara usted inocente o culpable?”, le interrogó formalmente el juez Javier Gómez Bermúdez como ha hecho con el resto de los acusados. “Superinocente”, respondió.

A partir de ese momento, el confidente de la Guardia Civil dio todo un recital de su vehemencia. Se empeñó en mostrarse como una persona tan altruista que si estaba metido en el tráfico de drogas y explosivos era con el único y noble fin de informar a las Fuerzas de Seguridad de lo que hacían los malvados delincuentes con los que se relacionaba casi por vocación. Porque, como recordó, antes de ser confidente había sido “lavandero”, frutero, asistente de hogar, telepizzero y hasta stripper. “Si fuera médico o abogado no me hubiera enterado de lo que me enteré”.

Su altruismo le llevó a asegurar que “a mi me da igual la cárcel” y que, realmente, lo único que quería es que su declaración sirviera a la sociedad española para que supiera que él dice la verdad cuando asegura que informó de la venta del explosivo con anterioridad a los atentados del 11-M. Incluso negó interés político en sus manifestaciones anteriores: “No vengo a hablar de política. No voy a perjudicar ni al PP ni al PSOE”.

El interrogatorio al que le sometió el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, le hizo encararse con él continuamente. “No me apriete”, le llegó a espetar al representante del Ministerio Fiscal. Aunque cuando más aspavientos hizo fue cuando el fiscal le interrogó sobre su empeño durante la instrucción del sumario en mostrar conexiones entre la trama asturiana y ETA: “Yo pensaba que hasta los asturianos eran de ETA. Para qué sirven, si no, los explosivos en este país”, aseguró.

Zouheir basó toda su defensa en decir una y otra vez que él hizo llegar la información sobre la venta de la Goma 2 ECO a los guardias civiles “mil veces” y que si no informó del detonador y de la célebre cumbre en el MacDonald de Carabanchel es porque creía que como ya había contado lo anterior, eso no hacía falta. Además, insistió que si iba añadiendo constantemente nuevos datos a los largo de sus once declaraciones ante la Policía y el Juez fue porque se iba acordando de las cosas en la cárcel.

Tanto perdió los nervios el “superinocente” que en los primeros cuarenta y cinco minutos de declaración, el presidente del Tribunal le tuvo que amonestar constantemente e, incluso, amenazar con expulsarle de la sala. El juez Gómez Bermúdez llegó a perder la paciencia con el confidente y le mandó callar “de una puñetera vez”.

Con Rafá Zouhier llegó el espectáculo. Ya había dado pistas a lo largo de las seis jornadas anteriores del juicio del 11-M de que su declaración iba a ser sonada. Sus gestos desde la pecera blindada ya le habían costado ser expulsado en una ocasión de la Sala. Y ayer, a las primeras de cambio, ya se hizo notar: “¿Se declara usted inocente o culpable?”, le interrogó formalmente el juez Javier Gómez Bermúdez como ha hecho con el resto de los acusados. “Superinocente”, respondió.