La dispersión geográfica, el gran reto para la solidaridad de la farmacia española

Cada día, el 20% de la población española pasa por una oficina de farmacia. Con más de 22.200 establecimientos en nuestro país, la farmacia es, posiblemente, el centro de salud más próximo a los ciudadanos. Aprovechar esta capilaridad para promocionar hábitos de vida saludables y favorecer la prevención es una estrategia que se está trabajando desde las comunidades autónomas, especialmente a partir de la pandemia.

Para hablar de las formas de cooperación entre la farmacia y las comunidades autónomas, El Confidencial, en colaboración con Bidafarma, ha organizado un encuentro en el que han participado Jesús Fernández Sanz, Consejero de Sanidad del Gobierno de Castilla-La Mancha, Antonio Mingorance Gutiérrez, presidente de Bidafarma y María del Carmen Encinas Barrios, directora general de Planificación, Ordenación e Inspección Sanitaria y Farmacia del Gobierno de Castilla-La Mancha.

Con todos ellos hemos abordado cuestiones como el reto de la despoblación y dispersión demográficas, el apoyo a la atención primaria y los beneficios que esta cooperación reporta al ciudadano y al paciente en términos de acceso mejorado a servicios de salud, atención más personalizada, mejor adherencia al tratamiento, prevención de enfermedades y mayor comodidad y accesibilidad en la atención sanitaria.

El punto de partida del encuentro ha sido la particular realidad que envuelve a la prestación farmacéutica. En este contexto, “cobran especial importancia factores como la dispersión geográfica y demográfica”, ha señalado Fernández Sanz, que ha añadido que, en territorios dispersos, “el ámbito de la salud es realmente el foco donde se une la mayoría de las familias”.

Por ello, es fundamental “hacer llegar los servicios sanitarios a todos los ciudadanos con independencia de dónde vivan. De lo contrario, no podríamos hablar de equidad o decir que todos somos iguales ante la ley”. En este sentido, recuerda que en su comunidad, una de las que más dispersión tiene, la mitad de la población vive en núcleos de menos de mil habitantes. “Para asegurar la prestación, es necesario que haya oficinas de farmacia en todas partes”.

Es una cuestión de equidad y solidaridad, ha corroborado Antonio Mingorance, que ha destacado el “modelo de distribución solidario, que permite que quien vive en un pueblo pequeño reciba su medicamento en las mismas condiciones y con el mismo margen de tiempo que quien viva en la ciudad. Es un esfuerzo en el que todos debemos participar y ponernos de acuerdo para que salgan ganando los ciudadanos, porque el objetivo es hacer llegar un bien esencial que se sufraga entre todos”.

Este esfuerzo solidario ha sido destacado por Carmen Encinas, que ha recordado que “en la prestación farmacéutica hay una parte tangible, que es el medicamento, pero otra intangible, que son aquellas actividades que le dan valor añadido. La prestación es un constructo que hacemos entre todos, son piezas de un puzle basado en la colaboración y en el trabajo multidisciplinar”.

Hacia un modelo de cambio

Desde esta perspectiva de los intangibles, ha surgido el concepto de la humanización de la asistencia sanitaria y, con ella, de la prestación farmacéutica. El objetivo, ha señalado Encinas, es ir “hacia un modelo de cambio en el que es esencial poner el foco en la atención primaria, porque es en ella donde se desenvuelve la red de farmacias. Es atender con criterios de cercanía y dirigirnos hacia un modelo en el que no solo se preste asistencia al enfermo con el medicamento, sino ayudando a las personas a no enfermar”.

En este sentido, el consejero de Salud ha recordado el papel de la atención primaria como puerta de entrada al sistema de salud: “Es aquí donde las farmacias pueden jugar un papel vital, porque lo ideal es mejorar la salud para no tener que llegar a tratar la enfermedad; por eso, en ese primer escalón, todos los agentes de la salud deben colaborar para la promoción de la salud”.

Se habla de la prevención y del papel que puede jugar la farmacia en la promoción de la salud, un terreno “donde el farmacéutico tiene mucho que decir —ha asegurado Mingorance—. No nos podemos quedar en entregar el medicamento: ya que por las oficinas de farmacia pasa cada día el 20% de la población, son el lugar idóneo para ayudar a la atención primaria: alimentación, hábitos saludables, vacunas… Hay mucho donde actuar”.

Las vacunas son, precisamente, uno de los retos que están en el horizonte. Más allá de su labor durante la pandemia, son una estrategia crucial para la sostenibilidad del sistema, ha explicado Fernández Sanz: “Es mucho mejor trabajar la prevención, hacer detecciones precoces, procurar vivir sanos. Si solo nos dedicamos a curar, hay un problema importante de sostenibilidad, y ahí las farmacias son un gran apoyo. Con respecto a la distribución, estamos trabajando para que lleguen en igualdad de condiciones que los medicamentos, y que lo hagan a través de profesionales”.

La farmacia como altavoz

Una vez más, es aquí donde la capilaridad de las oficinas de farmacia puede prestar su ayuda, ya que, “unida al compromiso de los profesionales, puede actuar como altavoz y mejorar la información que le llega al ciudadano”, ha señalado Carmen Encinas, que ha explicado que en el Plan de Salud 2025 se defiende “la implicación con la atención primaria para fortalecer estructuras. Se trata de aprovechar la red que tenemos y el compromiso de los profesionales para comunicar mensajes que faciliten, por ejemplo, la adherencia a los tratamientos”.

Los aspectos económicos también han surgido en el encuentro. Al fin y al cabo, ha recordado el consejero de Salud, “la prestación farmacéutica supone una cuarta parte del presupuesto. En nuestra comunidad, de los 4.000 millones de presupuesto, mil se van a esta partida. Pero hay que tener en cuenta que no se pueden hacer todas las medidas en función de su rendimiento económico, porque hay acciones que deben llevarse a cabo aun cuando el número de personas que se beneficien sea pequeño”.

Es el caso de los medicamentos extranjeros, de los hospitalarios o de aquellos que se deben hacer llegar a personas que están en núcleos aislados. “No se puede banalizar el medicamento como si fuera el pedido del supermercado. Para quien tiene una enfermedad y está sufriendo, que le hagan llegar ese medicamento, y lo reciba de un profesional que le proporciona amparo, no tiene precio”.