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Franquiciados de Mango demandan a la firma por incumplir el contrato y arruinarlos
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DESEMBOLSARON CASI MEDIO MILLÓN DE EUROS

Franquiciados de Mango demandan a la firma por incumplir el contrato y arruinarlos

Fran y Ana han perdido todos sus ahorros tras invertir en una tienda del gigante textil, al que han demandado por incumplir el contrato y causarles una situación económica "insostenible"

Foto: La mitad de las tiendas de Mango están en manos de franquiciados.
La mitad de las tiendas de Mango están en manos de franquiciados.

Una pareja de franquiciados de Mango culpa al gigante textil de dejarlos en la ruina tras años de pérdidas y numerosos episodios de incumplimiento del contrato. "Desde el inicio de la relación contractual, se han venido sucediendo reiterados incumplimientos de las condiciones del contrato por la parte demandada, causando una situación insostenible para mi representada tanto desde el punto de vista económico como de mantenimiento del negocio", reza la demanda contra Punto Fa SL, empresa titular de las franquicias explotadas bajo el nombre comercial de Mango. Fran y Ana -los nombres propios que aparecen en este reportaje son ficticios- abrieron una tienda en un municipio de la Comunidad de Madrid en mayo de 2010 y desde entonces han cosechado pérdidas inasumibles.

Su sociedad entró en concurso de acreedores en febrero de 2014 al no poder hacer frente a los costes, momento en el que la pareja decidió llevar su caso a los tribunales. El juicio se celebró el pasado 2 de diciembre y los demandantes están a la espera del fallo. Su demanda se basa en "una agresiva estrategia de ventas impuesta por el demandado a los franquiciados que no está legitimada por el contrato firmado”, la cual habría propiciado “una rebaja progresiva en los márgenes desde 2011".

Según el documento al que ha tenido acceso este diario, la empresa amplió el número de jornadas de rebajas y promociones -con márgenes de beneficio menores- quebrantando lo pactado y causando una importante merma en las ganancias del matrimonio de empresarios. Mango prefiere no hacer declaraciones al respecto: "No tenemos nada que decir. Es un asunto que está en manos del juez", indican fuentes de la compañía a este periódico.

"No nos daban ni lo mínimo para la supervivencia. No teníamos caja para pagar", señala Ana. También explica que el franquiciador aseguró unas estimaciones de ventas que no se correspondían con la realidad. "Sus expectativas para 2011 y 2012 eran muy ambiciosas, sin considerar la crisis mundial que afectaba significativamente al consumo", sostiene la demanda. Aunque todas las franquicias sufrieron una caída muy importante de ventas de 2009 a 2010, el franquiciador insistió en que se trataba de algo puntual y convenció a la pareja para que apostase por la nueva apertura. Según el documento, los sucesivos incumplimientos del gigante textil tuvieron “incidencia directa en los resultados de ventas del demandante", si bien "resulta muy complicado determinar una cantidad en concepto de lucro cesante" porque también depende de factores puramente externos como la crisis económica.

En números rojos tras una inversión millonaria

La inversión inicial para poner en marcha la tienda ronda los 240.000 euros, pero Fran y Ana se dejaron en total casi medio millón en el proyecto. Tras valorar distintas opciones, apostaron por una marca fiable que garantizara el éxito de su inversión. "Era mucho dinero pero nos pareció más fiable ir de la mano de un 'partner' tan fuerte que montar algo por nuestra cuenta", explican. Pero nada salió como lo previsto. La pareja considera que Mango incumplía sistemáticamente las cláusulas del contrato, no cesaba en sus exigencias sobre mayores esfuerzos económicos, prometió unas estimaciones de ventas muy alejadas de la realidad, no contaba con ellos a la hora de tomar decisiones ni respondía a sus llamadas cuando las cosas se ponían feas.

La mitad de las tiendas de Mango están en manos de franquiciados

Eso sin contar con errores de bulto que obligaron a la pareja a invertir aún más dinero del previsto. Aquí, algunos ejemplos que figuran en la demanda: un proyecto de interiorismo con graves defectos -como puertas de apertura en sentido contrario- "ocasionados por una total dejadez del franquiciador", una pésima planificación el día del montaje, una "dejación de funciones en cuanto al apoyo comercial", un gasto innecesario de personal al contratar a cinco personas cuando no se necesitaban más de dos teniendo en cuenta las dimensiones de la tienda, campañas de publicidad fallidas, exceso de perchas, alarmas o material de exposición, maniquíes que no cabían en el escaparate...

Los afectados opinan: “Su modelo es un chollo”

“Los asociados siempre pierden y Mango siempre gana”. Ahí está la clave de su modelo de negocio, consideran Fran y Ana, quienes no tienen ninguna duda de que la multinacional catalana abusa y exprime a sus franquiciados para seguir ganando lo mismo que antes de la crisis. “Sube su superficie de metros cuadrados mientras baja la cifra de ventas, pero les da igual porque no les cuesta nada. Los que pagan y asumen las pérdidas son otros”, afirma Fran.

Ana incluso acusa a la firma de “falta de ética y honestidad”, al asegurar que Mango es “perfectamente consciente de la angustia financiera” de sus franquiciados. “Hablar de emprendimiento está muy bien, pero la gente debería saber que algunas grandes empresas que se supone que tienen experiencia en esto y encima te cuestan un ojo de la cara, te engañan”. La mitad de las tiendas de Mango en España están en manos de franquiciados.

Ana y Fran saben a ciencia cierta que no son los únicos que han tenido problemas con esta compañía, aunque sí son de los pocos que se han animado a denunciar. “La gente tiene miedo de ir contra un gigante como Mango”, opinan. Hablamos de la segunda empresa exportadora del sector textil español por detrás de Inditex, con más de 2.000 tiendas en 105 países, según la memoria de sostenibilidad de 2013.

Si bien es cierto que desde ese año su fuerte presencia internacional empezó a mermar. Tras abandonar su mercado en Brasil y otros países europeos menores, se vio obligado a disminuir su negocio en China. Concretamente, pasó de tener 180 comercios a 96 en apenas dos años, aunque el gigante aseguró entonces que se trataba de un cambio de estrategia empresarial.

De la ilusión por emprender a esperar al juez

Ana y Francisco son economistas y han dedicado su vida profesional al sector financiero. Hace cuatro años decidieron embarcarse en un nuevo negocio en un afán emprendedor, como tantos otros empresarios en España. Les apetecía diversificar y la industria textil despertó su interés. Pensaron en Inditex y en la sueca H&M pero ninguno de los dos gigantes de la moda operan con franquicias. Mango fue la tercera opción.

El estudio de mercado que ellos mismos hicieron no parecía tener fisuras: la tienda se ubicaría en un municipio de Madrid, en el que hay alguna universidad privada y por tanto un buen número de estudiantes nacionales y extranjeros con un nivel adquisitivo ciertamente alto. Tampoco había negocios similares en un radio de 20 kilómetros.

La inversión no parecía tener riesgo inicial. Enviaron la propuesta a la matriz, que en última instancia es la que tiene potestad de decidir si se pone en marcha el negocio.Teniendo en cuenta que de cada cien proposiciones que envían suelen aceptar una... parecía seguro. A pesar de la altísima inversión, la marca de Mango era su garantía. Nada salió como esperaban y ahora esperan como agua de mayo la decisión del juez.

Una pareja de franquiciados de Mango culpa al gigante textil de dejarlos en la ruina tras años de pérdidas y numerosos episodios de incumplimiento del contrato. "Desde el inicio de la relación contractual, se han venido sucediendo reiterados incumplimientos de las condiciones del contrato por la parte demandada, causando una situación insostenible para mi representada tanto desde el punto de vista económico como de mantenimiento del negocio", reza la demanda contra Punto Fa SL, empresa titular de las franquicias explotadas bajo el nombre comercial de Mango. Fran y Ana -los nombres propios que aparecen en este reportaje son ficticios- abrieron una tienda en un municipio de la Comunidad de Madrid en mayo de 2010 y desde entonces han cosechado pérdidas inasumibles.

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