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La alta dirección de la CNMC arropa a Marín en la guerra interna del órgano supervisor
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PUESTA EN ESCENA EN EL PARLAMENTO

La alta dirección de la CNMC arropa a Marín en la guerra interna del órgano supervisor

La CNMC se enfrenta a un cisma interno donde algunos consejeros han decidido encarnar una dura oposición contra el presidente del supervisor mayor del Reino, José María Marín Quemada

Foto: El presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC), José María Marín. (EFE)
El presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC), José María Marín. (EFE)

Más allá de las 148 actuaciones comprometidas en el Plan de Acción 2015 y al margen también del balance edulcorado de los primeros catorce meses de vida que acaba de cumplir la CNMC, lo que más llamó ayer la atención en el Congreso de los Diputados fue el respaldo unánime con que la alta dirección del organismo regulador acompañó la comparecencia parlamentaria de su presidente, José María Marín Quemada. Todos a una, los principales responsables de los departamentos técnicos hicieron piña en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo para poner sordina al cisma soterrado que de un tiempo a esta partecaracteriza las relaciones internas del llamado supervisor mayor del Reino.

Como suele ocurrir con todos los organismos de gobierno colegiado, el presidente de la CNMC no deja de ser unprimus inter paressometido al fuego cruzado de intereses que no siempre están alineados en la misma dirección. A ello se une el agravante de un pecado de juventud que se ha manifestado de forma más alarmante con la proliferación de votos particulares que evidencian la falta de sintonía entre los vocales del consejo. El máximo órgano de dirección atraviesa por una crisis interna que complica las discusiones y favorece la posición defensiva de las grandes empresas reguladas a la hora de recurrir de manera sistemática en los tribunales las resoluciones sancionadoras en materia de competencia o regulación.

La estructura funcional de la CNMC, dividida en dos salas autónomas de mando, induce a un primer pulso de representación, en el que Marín Quemada tiene que hacer frente al legítimo protagonismo que se concede a la figura de la vicepresidenta, María Fernández. No en vano, esta última lidera la sala de Regulación con los mismos poderes que el presidente tiene en la sala de Competencia, cuyos miembros se muestran, por lo demás, bastante peor avenidos cada vez que tienen que afear la conducta de algunas sociedades cotizadas con rancio abolengo y no menos capacidad de influencia en el entramado económico del país.

Marín Quemada ha constituido lo que se podría denominar como una especie dejoint venture con las vocales María Ortíz e Idoiza Zenarruzabeitia en un intento de bloquear la oposición que ejercen los otros dos consejeros de su negociado. Tanto Fernando Torremocha como Benigno Valdés han exhibido sin ningún pudor su queja institucional ante todas y cada una de las últimas decisiones trascendentales adoptadas en la sala de Competencia. En el seno de la CNMC esta división es un secreto a voces que se ha trasladado incluso al pleno del consejo, provocando el consiguiente revuelo entre los empleados y también dentro de los servicios técnicos de la casa.

La situación creada ha llegado a un punto culminante, si se apura peligroso para la imagen de la CNMC, que ha obligado a los directivos y segundos niveles del regulador a salir al quite para cortar de raíz el conflicto. Con este objetivo, la guardia pretoriana del organismo regulador ha querido escenificar ante los padres de la patria el respeto inequívoco a la figura del presidente como máxima autoridad del organismo regulador. Es importante recordar que, en puridad, las entidades de supervisión tienen una dependencia directa del Parlamento y de ahí la importancia del gesto político que supone el apoyo a Marín Quemada y, especialmente, su puesta en escena en el Congreso de los Diputados.

Relación de asistentes al Congreso

El titular de la CNMC no pudo estar mejor ‘escoltado’ en su comparecencia ante los distintos grupos parlamentarios en la Comisión de Economía. Con muy contadas excepciones la intervención de Marín Quemada fue seguida en vivo y en directo por la totalidad de los directores responsables de los distintos sectores de actividad económica que estructuran la operativa del organismo regulador. En el séquito presidencial estaban el nuevo secretario general, José Manuel Bernabé, además del director de Competencia, Eduardo Prieto; su colega de Telecomunicaciones, Alejandra Iturriaga; el director de Energía, Fernando Hernández y el titular de Promoción de la Competencia, Antonio Maudes.

También acudieron puntuales a la cita algunos miembros destacados del propio consejo de la CNMC, como María Ortiz y Clotilde de la Higuera, además de Josep María Guinart y el propio Fernando Torremocha, uno de los principales ‘azotes’ de Marín Quemada en estos meses de refriega dentro de la sala de Competencia. La disputa entre el presidente y su díscolo consejero se ha saldado, por ahora, a favor del primero dado que el Tribunal Supremo acaba de consagrar la doctrina que defiende el incremento de las sanciones económicas hasta el 10% del volumen total de negocio de las empresas reguladas.

La disposición de un arma tan poderosa facilita el objetivo ansiado por los servicios técnicos de la CNMC, que vienen reclamando de antiguo la posibilidad de contar con herramientas verdaderamente disuasivas y que impidan en la práctica la proliferación de conductas lesivas para todos los ciudadanos y que están prohibidas por la ley de Defensa de la Competencia. Los consejeros de la oposición no comparten este anhelo y estiman que las sanciones multimillonarias pueden hacer un daño irreparable en compañías esenciales para el desarrollo de la imagen de marca de España.

El pulso se ha resuelto, de momento, a favor de las tesis mayoritarias que encarna Marín Quemada pero el contencioso no ha hecho más que empezar y el presidente de la CNMC sabe que se enfrenta a entidades muy poderosas que actúan como gigantescos molinos de viento contra los que tampoco conviene chocar frontalmente. De ahí la importancia de asegurar la cohesión interna a la hora de afrontar riesgos que son inherentes a todo organismo regulador que se precie y pretenda hace honor a su nombre. El supervisor mayor del Reino nació hace poco más de un año con todas las bendiciones pero en este corto periodo ha pisado demasiadas ampollas. Los próximos días pueden resultar decisivos para conocer cómo termina el combate.

Más allá de las 148 actuaciones comprometidas en el Plan de Acción 2015 y al margen también del balance edulcorado de los primeros catorce meses de vida que acaba de cumplir la CNMC, lo que más llamó ayer la atención en el Congreso de los Diputados fue el respaldo unánime con que la alta dirección del organismo regulador acompañó la comparecencia parlamentaria de su presidente, José María Marín Quemada. Todos a una, los principales responsables de los departamentos técnicos hicieron piña en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo para poner sordina al cisma soterrado que de un tiempo a esta partecaracteriza las relaciones internas del llamado supervisor mayor del Reino.

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