La aristocracia empresarial catalana vela armas para no ser una “colonia del PP”
“No nos sentimos cómodos. Yo me siento español y catalán, pero la resistencia a hablar por ambas partes está provocando una radicalización preocupante. Falta diálogo”, aseguraba
“No nos sentimos cómodos. Yo me siento español y catalán, pero la resistencia a hablar por ambas partes está provocando una radicalización preocupante. Falta diálogo”, aseguraba ayer sin ambages un insigne empresario catalán respecto a la apuesta independentista de Artur Mas. “Creo que reflejo el sentimiento de todos los empresarios catalanes que estamos aquí”, remataba en plena inauguración del XVI Congreso Nacional de la Empresa Familiar en Jerez de la Frontera. Claro que puede que le fallara algo el feeling. Otro ilustre asociado catalán de la casa no era pacato a la hora de expresar su malestar y de asegurar que las empresas catalanas querían un trato fiscal igualitario con Madrid y no ser “una colonia del PP”.
Y es que las casualidades de la vida hicieron que el arranque del Congreso –paradójicamente inaugurado por el Príncipe de Asturias – coincidiera con la “histórica” bajada de impuestos anunciada por el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, una medida que afectará a IRPF, Transmisiones, Actos Jurídicos e Hidrocarburos y que terminó de abrir la caja de los truenos entre los más críticos. “Nuestro esfuerzo fiscal en Cataluña es brutal y Madrid anuncia una bajada beneficiándose del efecto sede. El PP no se da cuenta de que, si esto sigue así, en 20 años podemos tener un problema muy serio”, exponía al tiempo que alertaba también de una radicalización del conflicto entre las nuevas generaciones.
“Hay muchos empresarios independentistas, pero la cartera nos retiene”, remataba con sinceridad, siempre bajo condición del anonimato. Una realidad que reconoce cualquier empresario al que se ponga ante la cuestión. Para las firmas no es sencillo cuando un porcentaje muy alto de sus ventas está en el resto del territorio nacional. Aún se recuerda el daño que sufrieron las empresas de cava por el boicot promovido durante las tensiones políticas que generó la negociación del Estatut en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, allá por el año 2004.
Una situación de dependencia que explica el mimo con el que los diferentes foros de empresarios catalanes tratan la cuestión secesionista. Y en este punto, el Instituto de la Empresa Familiar no es una asociación empresarial cualquiera. Fundada en 1992, no sólo tiene una dimensión nacional con firmas como Inditex, Ferrovial, Acciona, Prisa, Mercadona o Mango, la crème de la crème con el 27% del PIB nacional, sino que en su nacimiento y en sus entrañas se rastrean algunas de las principales familias de la aristocracia empresarial catalana. Su presidente de honor es nada menos que Leopoldo Rodés (Mediaplanning) y en su Junta Directiva están los Carulla (Agrolimen), Lara (Planeta) o Puig, dueños del imperio de perfumerías.
Aunque no existe un listado de socios como tal, está aceptado que en torno a un 45% de los miembros son catalanes, y hay muchas sensibilidades que cuidar en el seno de la institución. El propio presidente del IEF, José Manuel Entrecanales, por más señas presidente de Acciona, no mencionó el asunto en su primera intervención ayer ante el Príncipe, si bien se trataba de un parlamento meramente institucional. No obstante, diferentes fuentes consultadas sobre su alocución de hoy, que se espera más de fondo, insinuaron que tampoco tocaría el tema de lleno, más allá de las interpretaciones que puedan inferirse a partir de reflexiones más genéricas sobre el contexto macroeconómico.
Tampoco es de extrañar después del revuelo que se organizó el año pasado. Durante el Congreso celebrado en Barcelona, Entrecanales sí dio un paso al frente y tomo posición en un debate de largo aliento en el Instituto. “Cataluña y sus empresarios y su empuje económico y social han contribuido a la consolidación de este Instituto y su vertebración en la sociedad civil.Hoy más que nunca necesitamos que esta valiosa aportación se mantenga. Y sin ella sería mucho más difícil salir de la difícil situación económica”, manifestó en su parlamento. Días después, la junta directiva del IEF decidía aplazar sine die un pronunciamiento oficial sobre la cuestión.
De hecho, el IEF como institución siempre ha solventado la papeleta con elegancia y con lo que es un mantra en la casa: no se entra en cuestiones políticas. Sin embargo, nadie en la organización puede ocultar el peso de sus miembros a título personal. “Bastaría con que ocho de esos empresarios se reunieran con Artur Mas para que entrara en razón”, lamentaban ayer fuentes próximas a la organización con cierta dosis de amargura.
Islas en el debate
Sólo a título individual, algunos empresarios catalanes de personalidad larger than life han movido ficha. Es el caso de José Manuel Lara, que en otoño de 2012 ya había advertido de que Planeta abandonaría Cataluña como sede en caso de secesión. Recientemente insistía en que el plan Mas “es imposible”, al tiempo que pedía un diálogo discreto y fructífero entre Administraciones. No es bueno rechazar al hermano que abandona el redil. “No le neguemos el pan y la sal. Hablemos con él. En estos siete últimos años no se ha conseguido hablar. Nadie. El debate se ha llevado al lugar inapropiado, los medios de comunicación”, subraya el dueño de Antena 3 y uno de los primeros presidentes del IEF. Preguntado por esas palabras, no faltaba quien ayer en el Congreso recordaba que Lara es andaluz.
Fuera del Instituto, también hay islas que toman partido. Con dos muy llamativas en los últimos tiempos. La primera, el presidente del Grupo Freixenet, José Luis Bonet Ferrer, barcelonés, que escogía The New York Times para mostrar hace apenas días su preocupación por las tensiones surgidas entre Cataluña y España a raíz de la apuesta de la Generalitat catalana a favor de la independencia de una región que, según afirmaba el empresario sin recato, debería continuar siendo "una parte esencial de España". Y remachaba, para buen entendedor: "Los empresarios tienen derecho a preocuparse si los políticos crean tensiones en lugar de buscar el diálogo".
La segunda, Jaime Malet, catalán que preside la Cámara de Comercio Americana en España (AmChamSpain), se veía obligado a intervenir en función de su cargo. “El dinero es cobarde”, decía. Y advertía de una creciente preocupación de las multinacionales estadounidenses por la situación política en Cataluña que incluso “podría llevar a unadeslocalización masiva de sedes de trabajo e inversión”. Y lo justificaba. “No es sólo el hecho de que muchas empresas están aquí por un mercado de 47 millones y no de siete, sino tambiénla segura inestabilidad política y económica que se prevé en los próximos años”, explicó el presidente de la Cámara, recordando que la inversión bruta en Madrid, sin entidades financieras, cuadriplica la de Cataluña entre 2005 y 2013. Para reflexionar.
Finalmente, la llamada al diálogo apuntada por Lara también fue abrazada la semana pasada por Salvador Alemany, presidente de Abertis y para muchos auténtico termómetro empresarial de las aspiraciones independentistas. Para el ejecutivo, cualquier desencuentro "no se puede acabar de ninguna otra manera que no sea con el diálogo". También subrayaba que todas las posturas en el debate deben contar con hoja de ruta, incluso para rectificar. El también asesor de la Generalitat, a través del Consejo Asesor para la Reactivación Económica y el Crecimiento (Carec),pidió comprensión para las empresas que contratan fuera y dentro de Cataluña. Con un mensaje plagado de coherencia: perjudicarlas sería perjudicar el propio futuro de Cataluña.
“No nos sentimos cómodos. Yo me siento español y catalán, pero la resistencia a hablar por ambas partes está provocando una radicalización preocupante. Falta diálogo”, aseguraba ayer sin ambages un insigne empresario catalán respecto a la apuesta independentista de Artur Mas. “Creo que reflejo el sentimiento de todos los empresarios catalanes que estamos aquí”, remataba en plena inauguración del XVI Congreso Nacional de la Empresa Familiar en Jerez de la Frontera. Claro que puede que le fallara algo el feeling. Otro ilustre asociado catalán de la casa no era pacato a la hora de expresar su malestar y de asegurar que las empresas catalanas querían un trato fiscal igualitario con Madrid y no ser “una colonia del PP”.