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Rodrigo Uría o el establishment
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Rodrigo Uría o el establishment

Fue la última gran operación de ese consumado 'deal maker', además de eminente jurista, que era Rodrigo Uría, fallecido el pasado martes en Croacia de un

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Rodrigo Uría o el establishment

Fue la última gran operación de ese consumado 'deal maker', además de eminente jurista, que era Rodrigo Uría, fallecido el pasado martes en Croacia de un infarto de miocardio, cabeza del bufete del mismo nombre, de lejos –con Garrigues- el más influyente de España, operación que en sí misma es un tratado sobre la forma de hacer negocios en la España del siglo XXI. Corría el mes de septiembre de 2006, y un conocido apellido ligado a uno de los grandes bancos de negocios internacionales con sede en Madrid se acercó a su amigo José Manuel Entrecanales Domecq con una cuita parecida a una ensoñación.

La batalla por Endesa estaba en su apogeo y la alemana E.ON parecía a punto de llevarse el gato al agua, derrotada la tropa timorata de Gas Natural con gran disgusto del Gobierno Zapatero, que tras el fiasco del asalto al BBVA se veía de nuevo cosechando otra derrota cargada de oprobio, carente del expertise necesario para moverse en las arenas movedizas del gran dinero.

El alto ejecutivo en cuestión cuenta al oído de Entreca que sí, que la suerte está echada, o eso parece, en Endesa, pero que hay una oportunidad de pescar en río revuelto en caso de que se pudiera repetir una novedosa operación que había sido ya ensayada en NH Hoteles. Es una aventura muy cara, sí, y arriesgada, en la que se puede ganar mucho dinero, y que sin duda el Gobierno vería con los mejores ojos. Es tirar a balón parado, y para vosotros, José Manuel, podría suponer repetir el pelotazo de Vodafone.

Y José Manuel se lo cuenta a un par de hombres de su confianza en Acciona, a su amigo y secretario del consejo, Vega Penichet, desde luego a su padre, José María, en su silla de ruedas, y después, a la fuerza ahorcan, a su tío Juan y a su primo Juancho, que se llevan las manos a la cabeza, estás loco, esa inversión es vez y media el valor de Acciona en Bolsa, mucho riesgo, pero el banquero de negocios insiste, el dinero no es problema, hay de sobra en el mundo, es cuestión de montar un esquema de financiación adecuado, ahora se están haciendo las cosas así, la banca te presta el 80% de la operación y sin recurso, es decir, sin más aval que las propias acciones que compras, y sólo tienes que poner cash el 20% del valor o incluso menos.

Y ¿quién puede financiar un golpe de esa clase en España? ¿Quién puede prestarnos 8.000 millones de euros sin pestañear? Sólo hay un hombre en España capaz de hacerlo. Se llama Emilio Botín y es un bucanero a quien este tipo de operaciones de poder permiten segregar toda su adrenalina. Un hombre que no necesita reunir a su consejo, ni pedir permiso a nadie, para tomar una decisión de esta clase.

Pero José Manuel Entrecanales no se atreve a llamarle, sabe cómo se las gasta Botín y teme que le haga un feo, le aterra la herida de un eventual ninguneo, tal vez incluso ni se le ponga al teléfono, pero qué se ha creído este chico... A sus oídos llegó en su día el trato que Botín dispensó a Carlos March con motivo de la venta de Dragados a ACS y cómo el banquero negó al millonario mallorquín un simple desayuno. En aquella ocasión, los capos cerraron el acuerdo por teléfono, para que después sus capataces, Alfredo Sáenz y Florentino Pérez, arreglaran los detalles.

Una solución que se llama Rodrigo Uría

A las tres de la mañana de una noche de insomnio del cálido septiembre, el joven Entreca tuvo una revelación. Ya está. La solución se llama Rodrigo Uría, uno de los contados amigos de Emilio Botín, porque el banquero tiene fieles servidores (“un Botín y muchos botones”), algunos de lujo, incluso de gran lujo, pero muy pocos amigos. Por otro lado, Uría & Menénez ha sido el bufete que tradicionalmente ha llevado los asuntos legales de la constructora, aparte de ser el propio Rodrigo gran amigo de la familia. Nadie mejor que él para que haga de go-between ante el banquero.

Y Uría lo entiende, le suena bien la operación, no cree que sea una locura, y seguro que al Gobierno Zapatero le va a encantar, de modo que no te preocupes, yo llamo a Emilio esta misma noche. Y Emilio escucha y enseguida comprende, aquella música le suena, le pone cachondo, Botín huele el dinero como los tiburones la sangre, y dice que sí, que le gusta, que quiere oír los detalles, pero mira, Rodrigo, como mañana nos vamos a ver en la boda de mi hijo Javier, pues allí hacemos un aparte con Alfredo y lo comentamos.

El viernes, 15 de septiembre, Javier, el hijo menor de Emilio Botín, contrajo matrimonio con Marta Ríos en el Castillo de Viñuelas, propiedad ahora del Santander como parte de la generosa herencia recibida del extinto BCH de Amusátegui. En torno al primer banquero del Reino se sienta la crema del capitalismo madrileño: Juan Abelló, Isidoro Álvarez, César Alierta, Santiago Ybarra, Jesús Polanco, Alfonso Cortina, Oscar Fanjul y muchos más... Naturalmente, también el vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, haciendo de nuevo realidad la vieja estampa de esa España eterna donde se mezclan lo público y lo privado en inextricable madeja, la corrupta España cañí reñida con la modernidad.

Y, en efecto, después de la pularda con trufas y el pastel de boda con trocitos de brownie, Emilio, Rodrigo y Alfredo hacen un aparte a pie firme durante sus buenos 20 minutos, momento que otros notables aprovechan para idénticos menesteres (“Me recordó una escena de El Padrino, cuando, en la boda de Connie, los amigos de la famiglia van desfilando por el despacho de don Vito –Marlon Brando- con sus peticiones”, relató a Paloma Barrientos un invitado). Tan evidente es el aparte del poderoso trío, que Pedro Solbes exclama divertido ante sus compañeros de mesa:

-¡Pero qué estarán tramando esos tres...!

Emilio cita en su despacho a José Manuel Entrecanales

Apenas unas horas después, domingo 17 de septiembre por la tarde, don Emilio cita en su despacho a José Manuel Entrecanales y le anuncia que todo está arreglado, que el Santander va a financiar su aventura en Endesa, aunque él tendrá que arreglar la vertiente política de la operación con el Gobierno ZP. Algo en lo que el joven Entreca se empleará a fondo durante la semana siguiente, con llamada a la Oficina Económica del Gobierno, visitas a La Moncloa y contacto fluido con Solbes. La bola ha empezado a rodar.

A media tarde del lunes, 25 de septiembre, estalla la bomba: “Acciona compra el 10% de Endesa y no descarta llegar hasta el 25%”. En realidad compra Santander Bolsa y financia el Santander. Aquella noche, Miguel Sebastián envía jubilosos sms a sus amigos: “Acciona reacciona”, mientras el ministro esfinge se limita a decir con su voz pastosa que “ni apoya ni deja de apoyar” la compra, de la que se ha enterado “a última hora de la tarde”. Los Entrecanales acumulan hoy plusvalías del orden de 1.100 millones de euros en Endesa.

A pesar de haber delegado sus funciones como socio presidente del bufete, Rodrigo Uría siguió en primera línea la marcha de la operación como abogado de Acciona, con agotadoras jornadas de trabajo en la sede de La Moraleja –volvió a Madrid un domingo por la mañana desde su casa en Biarritz, nada más conocer que E.On había iniciado pleito en Nueva York-, en las cuales desplegó toda la gama de colores que marcó su personalidad: su talento como letrado, la dureza de su carácter (“Había anulado mi personalidad”, ha dicho Mónica Prado, su ex, cual moderna Emma Bovary enfrentada a su destino) en peloteras a cara de perro con el joven Entreca a propósito de estrategias, su ilimitado sentido del humor y el enorme poso cultural del que hacía gala.

En un momento de la pelea con la gerencia de Endesa, Rodrigo consintió en la entrada de otro bufete –Albiñana y Suárez de Lezo- en Acciona, porque había llegado el momento de arrearle estera a Manolo Pizarro, y para esos menesteres no estaba un tipo tan elegante como Rodrigo Uría Meruéndano, columna vertebral del stablishment patrio, un hombre para todas las estaciones y casi todas las ideologías, votante del PSOE pero escandalizado con la solemnidad de Zapatero, con amigos tan notorios como Felipe González, Polanco o el ya citado Botín, pero también Rodrigo Rato y otros prohombres del PP. Y es que, desde esa su condición de pilar del Sistema, Rodrigo Uría reunía en su ilustrada persona las virtudes del consenso y también los defectos del inmovilismo de los instalados, esa élite que actúa de freno a cualquier cambio capaz de mejorar la calidad de la democracia española. Descanse en paz.

Fue la última gran operación de ese consumado 'deal maker', además de eminente jurista, que era Rodrigo Uría, fallecido el pasado martes en Croacia de un infarto de miocardio, cabeza del bufete del mismo nombre, de lejos –con Garrigues- el más influyente de España, operación que en sí misma es un tratado sobre la forma de hacer negocios en la España del siglo XXI. Corría el mes de septiembre de 2006, y un conocido apellido ligado a uno de los grandes bancos de negocios internacionales con sede en Madrid se acercó a su amigo José Manuel Entrecanales Domecq con una cuita parecida a una ensoñación.