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IU se dirige hacia una refundación en la que deja en el aire la continuidad de sus siglas
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EL DEBATE EN LA IZQUIERDA

IU se dirige hacia una refundación en la que deja en el aire la continuidad de sus siglas

El Consejo Político del 9 de enero convocará una nueva asamblea, en la que discutirá la "conformación de una herramienta de la izquierda federal y transformadora que dispute el poder a la oligarquía"

Foto: Alberto Garzón, el pasado 20 de diciembre en la sede de IU, donde compareció para valorar los resultados de las elecciones generales. (EFE)
Alberto Garzón, el pasado 20 de diciembre en la sede de IU, donde compareció para valorar los resultados de las elecciones generales. (EFE)

Izquierda Unida no está en pleno proceso de convulsión (o de combustión), pero sí de reflexión. Quiere darle una vuelta a su propio proyecto, aprender de lo ocurrido en la última campaña, en la de las generales, para exprimir lo mejor de la experiencia -la confluencia, aunque aún limitada, con otros espacios, y la construcción de Unidad Popular- y desde ahí dar vida a una nueva Izquierda Unida. Con esas siglas o con otras. Se trata, dicho de otro modo, de una "refundación de IU", una adaptación al nuevo escenario, pero sin renunciar a la "mochila" o a la historia de la formación, precisamente lo que Podemos les afeaba, por ser un lastre para la alianza con ellos.

Aún es pronto para saber qué dará de sí el debate interno en una organización poco acostumbrada a las decisiones cupulares y en la que a todo se le da mil vueltas. Las discusiones internas siempre son lentas, de ahí que haya calado la percepción de una fuerza política poco ágil, bastante horizontal. Por lo pronto, el sábado próximo, 9 de enero, se reunirá el Consejo Político Federal de IU, su máximo órgano de poder, que reúne a más de 200 miembros, y en él se dilucidarán las principales líneas estratégicas y el camino hacia la asamblea federal ordinaria, que ya tocaba en 2016, puesto que la anterior se celebró en Madrid en diciembre de 2012. En este caso, si no hubiese unos segundos comicios -que para nada se descartan-, el cónclave tendría lugar avanzada la primavera, hacia mayo o junio, y en él Alberto Garzón sustituiría en el mando a Cayo Lara, coordinador federal desde diciembre de 2008, ya totalmente de salida.

IU salió del 20-D con una sensación agridulce. Por un lado, con la convicción de que había liderado una buena campaña, en la que su candidato a La Moncloa consiguió conectar con nuevas capas sociales, especialmente con jóvenes y mujeres, desplegando todo el potencial posible en las redes, con mensajes llenos de humor e irreverentes, venciendo la imagen de una formación chapada a la antigua. Pero los resultados no acompañaron. La federación se quedó con sólo dos escaños, y los dos por Madrid -en 2011 fueron once-, con un 3,67% y 923.133 votos (762.907 menos que hace cuatro años, cuando obtuvo un 6,92%). Ni siquiera tiene garantizado formar grupo parlamentario en el Congreso, un oxígeno necesario para proyectar su voz en una cámara muy fragmentada.

Un compromiso viejo

El resultado tan desastroso, casi al nivel del de 2008 -dos escaños, uno de ICV- obliga a reflexionar. Garzón ya lo había anticipado antes de los comicios, y así de hecho lo comentó en una entrevista con El Confidencial en octubre pasado, nada más frustrarse la posibilidad de la unión con Podemos -se debe "repensar" la izquierda, "el instrumento tiene que adaptarse, quizá cambiar de nombre"-. Y ese fue el compromiso que se aprobó, de hecho, en la reunión de la Presidencia Federal, el órgano intermedio de dirección, que se celebró justo después del 20-D. Ahora debe quedar ratificada esa hoja de ruta por el Consejo Político.

Ya desde antes de la campaña, Garzón había adelantado que tras el 20-D haría falta “repensar la izquierda“, “ponerlo todo en la olla“ y debatir

El proyecto de "refundación" no es, sin embargo, estrictamente nuevo. Ya fue un compromiso emanado de la IX Asamblea, la que siguió a la debacle electoral de 2008 y la que dio paso al mandato de Cayo Lara. Pero nunca se llevó a término, más allá de un cónclave en Fuenlabrada, Madrid, en 2010. Ahora se trataría de retomar esa idea, aunque superándola, caminar hacia un proyecto mucho más ambicioso, que sume e incorpore a todos aquellos que se embarcaron en Unidad Popular, la marca paraguas con la que IU concurrió el 20-D y que era el reflejo del limitado proceso de convergencia. Ya lo decía el propio Garzón en aquella entrevista, había que "ponerlo todo en la olla de pensar y hacer una reflexión profunda más allá incluso de lo que se buscaba con la refundación".

Este 1 de enero, un titular del diario 'El País', que luego corrigió, impactó en toda IU: "Alberto Garzón pone fin a IU y creará un nuevo partido". El candidato, tras mostrar su asombro por Twitter, publicó después una reflexión en su página de Facebook sobre la "enésima noticia del fin de IU". En su post, insiste en que habrá que "repensar la izquierda", y el lugar previsto es la asamblea de 2016. "Allí se debatirá sobre el futuro de nuestra organización, y estoy convencido de que servirá para fortalecer el instrumento de izquierdas que necesitamos como país. Aprenderemos de lo mejor que ha dado la izquierda en estos años pero también de la experiencia de la campaña y del trabajo, codo a codo, con gentes que no son de IU. Para conseguirlo IU va a encarar un proceso de debate participativo, intenso y honesto y abierto que debe desembocar en la conformación de una herramienta organizativa de la izquierda federal y transformadora que dispute el poder a la oligarquía y abra un proceso constituyente para un nuevo país. Eso es lo hemos dicho siempre, pues creo que una de nuestras fortalezas es la coherencia. Obviamente, desde la autonomía y la independencia de un proyecto anticapitalista, feminista y ecologista. Y sin miedo a nada, sinceramente. Tampoco a los titulares".

No se trata de un desmentido exactamente, sino de una matización. Fuentes próximas a Garzón explicaron a este periódico que IU se plantea su refundación "en los términos en los que venía trabajando en la campaña", que es el "marco de superación, de suma", que es Unidad Popular". "IU debe abrirse y generar un proceso superador, pero la reflexión partirá de un proceso de reflexión colectivo, no lo decide Alberto en su caso. Toca sumar, y hay que ver la forma", indica una dirigente muy cercana al diputado.

"Una herramienta superadora de IU"

En ese proceso de "superación" de la actual IU, que este 2016 cumplirá 30 años -nació en 1986 al calor del movimiento anti-OTAN-, sus siglas están en cuestión. Se cambiarán si es preciso. Algo que ha dicho en varias ocasiones Garzón. Como sostienen varios miembros de la dirección de la federación consultados, "no se trata de un problema de nombres", sino de "conformación de un espacio de trabajo común, un espacio de convergencia para un cambio profundo, pero debe existir ese referente de la izquierda alternativa". Se piensa, en definitiva, de "dar cabida a todos los sectores que se han acercado a IU y formado Unidad Popular".

Centella, líder del PCE: “No hay margen para que IU desaparezca. Ese no es el debate. Como tampoco el asunto de las siglas. Pueden o no desaparecer“

José Luis Centella, secretario general del PCE y coordinador de la Presidencia Federal de IU -y uno de los apoyos orgánicos fundamentales de Garzón-, incide en que el debate es normal, porque siempre lo ha habido tras unos comicios. "Pero no hay margen para que IU desaparezca. Ese no es el debate. Como tampoco el asunto de las siglas. Pueden o no desaparecer. Que cambiemos el nombre o no, no resuelve nada. El debate ha de ser más profundo, y está en toda la izquierda. Desde luego, en el PSOE. Y también en Podemos, que no podrá ser siempre una maquinaria electoral y que desde luego no ha asaltado los cielos, como pretendía. Se trata de pensar cómo organizar a la izquierda, crear una herramienta superadora de IU". La posición de Centella es fundamental, ya que pilota el partido de mayor peso orgánico dentro de la federación.

El exdiputado por Sevilla y portavoz de Izquierda Plural en la última legislatura, defiende que el objetivo "no es crear un nuevo partido". "¿Para qué? El final del debate no está claro. La meta es implicar a todas aquellas gentes que han estado en Unidad Popular". IU, formalmente, no es un partido. Es una federación de partidos -donde se integran el PCE, Izquierda Abierta, Izquierda Republicana, el Partido Feminista...- y en sus estatutos se define como un "movimiento político y social". Lo que se busca, en consecuencia, es poner en cuestión todo, "ya que la carcasa de IU es necesariamente mejorable". "Hay que superar la actual IU, pero no disolverla, ni enterrar IU, ni el PCE. Ahora mismo se está trabajando en Unidad Popular y no se han diluido las siglas. Además, no tiene sentido pensar en la liquidación de IU viniendo de Alberto, que podría haberse ido a Podemos y no lo ha hecho", zanja Centella.

En resumidas cuentas, sintetizan dos dirigentes en similares términos: no a "enterrar IU", sí caminar hacia "un proceso de reforzamiento en el espacio de la izquierda, donde IU adquiera el papel protagonista en el espacio de la confluencia", "partir de UP para construir algo más potente", porque está claro que hay "un millón de votantes de izquierdas radicalmente conscientes". "Hay que trabajar en lo político lo que pasó en esta campaña del 20-D", glosan desde el círculo de Garzón. Otro dirigente, más crítico, advierte de que "no se puede refundar lo que no existe, ni se puede refundar nada después de tiempo".

Críticas de Izquierda Abierta

Del Consejo Político del 9 de enero saldrá una comisión encargada de preparar la asamblea. Un grupo de trabajo cuya función será dirigir todo el debate hacia ese cónclave crucial y que, en la práctica, llevará las riendas de la federación. Pero no es una figura extraña en la cultura de IU. Ya existió en anteriores asambleas. En la última, la de 2012, la comisión la coordinó Centella. "Pero no funciona al margen de la ejecutiva y de los órganos de IU. No podría ser. En nuestros estatutos no existe la figura de la gestora", que sin embargo sí existe en el PSOE, como un sustituto de la dirección, cuando esta cae o es destituida.

Del Consejo Político saldrá la creación de una comisión encargada de preparar la asamblea federal, que no reemplaza a los órganos de dirección

Garzón cuenta con un gran respaldo interno. Cayo Lara, que en meses pasados sí discrepaba de la hoja de ruta del joven dirigente -sobre todo, respecto a la forma de resolución de la crisis en la federación madrileña-, apenas ha sacado los pies del tiesto desde las municipales y autonómicas, y le ha dejado hacer en el proceso de negociación de la confluencia y el diálogo con Podemos. Pero siempre ha incidido en la importancia de preservar el legado de IU, en la historia gloriosa del PCE. Quien sí ha recelado más de Garzón es Izquierda Abierta, el partido coliderado por Gaspar Llamazares y Montse Muñoz. Y este viernes insistió en que lo que pretende el diputado es disolver IU para integrarse en Podemos. "Se les ha ido de las manos. La hoja de ruta es quitarse la rémora de IU, crear un nuevo partido y coaligarse con Podemos. Para ello quieren sustituir la Presidencia Federal, seleccionar al personal y marginar a lo que consideran como vieja guardia. En vez de autocrítica y unidad, hay euforia y depuración", denunciaron a El Confidencial fuentes del entorno de Llamazares, hoy portavoz de IU en el Parlamento asturiano.

La cúpula de IU, sin embargo, así como el círculo de Garzón, remachan que no hay ninguna previsión de disolución en favor de Podemos. Sí se mantiene la "apuesta firme" de la organización "para avanzar en la unidad popular y profundizar en la misma en los próximos meses de cara al futuro", tal y como aprobó su Presidencia Federal el pasado 22 de diciembre. Ello quiere decir que IU insistirá en la alianza con la formación morada. E igual que defendió tras las autonómicas y locales del 24 de mayo que ese era el camino, lo cree igualmente tras el 20-D, visto el buen resultado de las plataformas de convergencia en las que participó: En Marea en Galicia (seis escaños) y En Común Podem en Cataluña (12 actas, y primera fuerza en la comunidad). Además, si el casi millón de votos de IU-UP se sumara a los 5.189.463 sufragios y 69 diputados obtenidos por Pablo Iglesias y las confluencias en Galicia, Cataluña y Galicia, se convertirían en segunda fuerza en España, por delante incluso del PSOE.

Y todo puede volver a entrar en ebullición si hay una repetición de las generales en la primavera. Un escenario nada descabellado. El debate, no obstante, acaba de destaparse, y aún recorrerá varios kilómetros antes de asentarse los cimientos para el futuro. Lo que está claro es que la discusión interna existe, aunque de momento no es tan encanallada como la crisis que sucedió al desastre de 2008.

[¿Qué partidos deberían formar gobierno?]

Izquierda Unida no está en pleno proceso de convulsión (o de combustión), pero sí de reflexión. Quiere darle una vuelta a su propio proyecto, aprender de lo ocurrido en la última campaña, en la de las generales, para exprimir lo mejor de la experiencia -la confluencia, aunque aún limitada, con otros espacios, y la construcción de Unidad Popular- y desde ahí dar vida a una nueva Izquierda Unida. Con esas siglas o con otras. Se trata, dicho de otro modo, de una "refundación de IU", una adaptación al nuevo escenario, pero sin renunciar a la "mochila" o a la historia de la formación, precisamente lo que Podemos les afeaba, por ser un lastre para la alianza con ellos.

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