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Los Ortuzar Ybarra: Huyeron de ETA y llevaron su patrimonio a un paraíso fiscal
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LOS PARADISE PAPERS LO DOCUMENTAN

Los Ortuzar Ybarra: Huyeron de ETA y llevaron su patrimonio a un paraíso fiscal

Tras el asesinato del industrial Javier de Ybarra a manos de ETA, muchos miembros de la oligarquía vizcaína iniciaron una diáspora fuera de Euskadi y expatriaron su patrimonio

Foto: Montaje: Carmen Castellón.
Montaje: Carmen Castellón.

Este es el relato de cómo la organización terrorista ETA propició que una familia vasca de la oligarquía del barrio de Neguri en Getxo emigrara y se llevara gran parte de su patrimonio fuera de España. Entre los lugares elegidos, Reino Unido, Francia, Jersey y Guernsey. Los dos últimos territorios son islas del Canal de la Mancha, dos paraísos fiscales situados frente a las costas francesas de la Baja Normandía.

Corría el año 1977, un hito temporal en la historia reciente de España. Se celebraban en junio las primeras elecciones de la democracia, la incipiente Transición se sometía a continuas convulsiones y los partidos trataban de ubicarse en el nuevo escenario del pluralismo político. En esos meses agitados, ETA dejó claro que su lucha continuaría a pesar de la llegada de la democracia y a pesar de que se negociaba la Ley de Amnistía que liberaría a sus miembros encarcelados y que finalmente se aprobó en octubre. En 1977, ETA esbozó el itinerario de los decenios de violencia que llegaron hasta 2010.

El 20 de mayo de ese año, el industrial y político bilbaíno Javier de Ybarra y Bergé era secuestrado a punta de pistola mientras dormía en su casa. Sus hijos fueron testigos. Torturado y malnutrido durante su cautiverio, encontraron su cadáver cerca de un refugio de montañeros en el Alto de Barazar, a 50 kilómetros de su domicilio de Getxo. Le habían pegado un tiro en la nuca el 22 de junio, una semana después de las elecciones generales que daban comienzo a la democracia.

Javier de Ybarra fue directivo de varias empresas, era consejero del Banco de Vizcaya cuando lo asesinaron, presidente del diario El Correo y había sido alcalde de Bilbao en los sesenta, entre otras muchas ocupaciones durante su vida. A los ojos de ETA, sus buenas relaciones con el franquismo le habían marcado como ‘enemigo del pueblo vasco’.

Cinco días después del secuestro, la familia Ybarra recibía una carta que rezaba: “La oligarquía de los Ybarra entregará a ETA la cantidad de mil millones de pesetas. En caso contrario, J. Ybarra será ejecutado”. Si aplicamos la inflación hasta hoy, ese dinero exigido para el rescate equivale a nada menos que 50 millones de euros. Una cantidad ingente si se tiene en consideración lo que cuenta a este diario Florencio Domínguez, posiblemente el mejor conocedor de la organización terrorista: “Los 86 secuestros que ETA llevó a cabo entre 1973 y 1997 le reportaron entre 101 y 105 millones de euros a precios constantes de hoy”.

Pero los Ybarra no financiaron a ETA porque nunca pagaron. Llevaban diez años recibiendo cartas y llamadas de extorsión antes del asesinato del patriarca de la familia. Les espetaba ‘majaderos’ y colgaba cada vez que le telefoneaban, según relata su hijo Javier en el libro ‘Nosotros, los Ybarra’. La familia pudo reunir 50 millones de pesetas para liberarlo, pero no fue suficiente para evitar la tragedia.

Cuando mi padre estaba negociando la liberación de mi abuelo, los etarras le dijeron que el siguiente sería él


Una de las personas que encabezó el grupo familiar de negociadores para intentar la liberación del cautivo fue Gaizka Ortuzar Wakonigg, casado con una de las hijas del empresario vizcaíno, Luz Ybarra, e hijo del fundador de la Ertaintza en 1936, Luis de Ortuzar. “Cuando mi padre estaba negociando la liberación de mi abuelo, los etarras le dijeron el siguiente sería él”, narra su hijo Iban a El Confidencial.

Como consecuencia del asesinato del industrial vasco y de esta última amenaza, los Ortuzar Ybarra se marcharon a Reino Unido. “Mi familia es en gran parte inglesa y nuestro patrimonio tiene su origen en Inglaterra”, señala Iban Ortuzar, quien no volvió a España, concretamente a Madrid, hasta que no terminó sus estudios universitarios. Agrega: “Nos obligaron a mudarnos. Varios familiares míos siguieron apareciendo en las listas de objetivos de la banda terrorista”.

Este portavoz de la familia reconoce que la diáspora no fue sólo física, sino que también expatriaron sus bienes. La documentación de la filtración de Paradise Papers que desvela también archivos internos del proveedor de servicios ‘offshore’ Appleby así lo corrobora. A partir 1978, unos meses después del atentado y huyendo del clima hostil del País Vasco, los Ortuzar Ybarra comenzaron a crear un complejo entramado de trusts y sociedades principalmente en el paraíso fiscal de Jersey que alcanzó su apogeo hacia el año 2000 y que, menguado, sigue hasta hoy. Ello se puede contar gracias a los documentos obtenidos por el diario alemán 'Süddeutsche Zeitung' y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), El Confidencial y La Sexta en España y otros 94 medios internacionales.

Una diáspora personal y patrimonial

El historiador Gaizka Fernández llama la atención sobre un hecho fundamental para entender esta historia: “En el manifiesto de ETA para el ‘Aberri Eguna’ de 1968, el dirigente etarra Txabi Etxebarrieta había incluido a los Ybarra entre los ‘dueños del Estado’ y ‘enemigos del pueblo vasco’, un año en que aún Javier de Ybarra era alcalde de Bilbao”. Lo fue entre 1963 y 1969.

Sobre la emigración personal y patrimonial de los Ortuzar Ybarra, el investigador lo ve dentro de una lógica histórica: “Efectivamente, hubo una diáspora física de la oligarquía de Neguri hacia Madrid, provincias limítrofes de Euskadi y el extranjero para evitar la presión que se ejercía desde ETA y su entorno”. Recalca Fernández: “A parte de los secuestros y las cartas para exigir el impuesto revolucionario, también había mucha presión que se fraguaba en pintadas, amenazas verbales, conflictividad social y sindical en las empresas de las que eran propietarios. La tentación de irse fue muy grande para esos empresarios”.

placeholder Atentado en 2008 de ETA contra el Real Club Marítimo del Abra en Getxo (Vizcaya) con furgoneta-bomba. (EFE)
Atentado en 2008 de ETA contra el Real Club Marítimo del Abra en Getxo (Vizcaya) con furgoneta-bomba. (EFE)

Así hicieron los Ortuzar Ybarra y Ortuzar Wakonigg. Desde finales de la década de los setenta, se diseminaron principalmente por Reino Unido, Francia y Estados Unidos, y ya en los años noventa algunos miembros volvieron a España. El padre, Gaizka Ortuzar, comenzó en 1978 a urdir una estructura ‘offshore’ en Jersey. Lo primero que se creó fueron dos fideicomisos -Luristan Trust y Ampudian Trust- a los que se asociaron varias sociedades.

Los trusts constituyen uno de los vehículos preferidos de las grandes fortunas para la gestión y ocultación de patrimonio. Su ‘modus operandi’ es muy similar al de una hucha. Mediante un acuerdo privado, una persona deposita bienes y activos en él con la intención de que en el futuro esa misma persona u otros beneficiarios —en el caso de donaciones o herencias— recuperen el patrimonio acumulado. Durante este periodo, un agente gestor como Appleby, en el papel de ‘trustee’, mantiene el fideicomiso y administra los fondos transferidos. El trust es una figura jurídica habitual en países de derecho anglosajón y en los paraísos fiscales de la órbita del Reino Unido como Isla de Man o Jersey.

Según la documentación interna del Appleby, despacho gestor de las sociedades del Ortuzar Group, en 2004 tenían en su haber en Jersey hasta siete trusts y no menos de diez compañías subsidiarias de esos fideicomisos. Además, tenían sociedades en Reino Unido y participación en empresas españolas como Segur Ibérica. Principalmente, las áreas de negocio estaban relacionadas con la promoción inmobiliaria y los servicios financieros.

Un documento de Appleby fechado en 2004 señala la lógica comercial del Ortuzar Group e indica que “la primera razón de esta acaudalada familia para establecer la estructura fue proteger los activos de su exposición a las amenazas de extorsión por parte de los separatistas vascos, quienes ya habían secuestrado y asesinado a un miembro de la familia”. Concluye ese documento que el valor de la estructura era de 50 millones de libras, unos 94 millones de euros de hoy.

placeholder Documento interno de Appleby que explica la lógica del entramado 'offshore' del Ortuzar Group
Documento interno de Appleby que explica la lógica del entramado 'offshore' del Ortuzar Group

Iban Ortuzar afirma que en la actualidad sólo hay dos estructuras activas en Jersey del Ortuzar Group. La información interna de Appleby a la que ha tenido acceso El Confidencial habla de al menos tres trusts y tres sociedades asimismo vinculadas a cuentas bancarias en Jersey y Guernsey. “Todo lo que tenemos realmente activo está ‘onshore’ y debidamente declarado en el Reino Unido y España”, subraya al teléfono Ortuzar.

Por escrito, el portavoz del conglomerado empresarial ante Appleby, manifiesta: “Es importante tener en cuenta que somos nacionales británicos, que hemos sido residentes fiscales en UK (o en Francia o en USA, según los miembros de la familia) en gran parte del periodo por el que nos preguntan”.

El descendiente de los fundadores del diario El Pueblo Vasco añade: “Hay que aclarar que la gran mayoría de los trusts que citan se liquidaron hace muchos años y que en otros los beneficiarios son miembros de la familia que nunca han residido en España. A pesar de todos estos condicionantes, hemos cumplido escrupulosamente con nuestras obligaciones fiscales en España”.

Un contexto convulso en Euskadi que ETA aprovechó

La segunda mitad de la década de los 70 fue un periodo de gran agitación política y socioeconómica en el País Vasco. La crisis del petróleo golpeaba a la industria siderúrgica y naval de Euskadi, creaba desempleo y, por tanto, malestar social y sindical, y ETA mostraba cada vez más sus garras. El libro ‘Vidas rotas’ desveló que fueron 858 las personas asesinadas por la organización terrorista entre 1960 y 2010. También explica que entre 1977 y 1980, los llamados ‘años de plomo’, hubo hasta 257 víctimas mortales, el 30 por ciento del total.

Todas esas circunstancias golpearon de lleno a los Ortuzar Ybarra, y a los Ybarra y a los Ortuzar por separado, como familias del barrio de Neguri que había convivido en cierta armonía con el régimen franquista. Estaban perdiendo patrimonio por la crisis e influencia político-institucional en favor de los adeptos al Partido Nacionalista Vasco con la llegada de la democracia. La crisis económica, a su vez, potenció la atracción de los jóvenes desempleados hacia organizaciones antisistema como la izquierda abertzale.

placeholder Vista del barrio de Neguri en Getxo desde el puerto deportivo. (EFE)
Vista del barrio de Neguri en Getxo desde el puerto deportivo. (EFE)

Así lo explica el historiador Gaiza Fernández, quien subraya: “El secuestro y asesinato de Ybarra fue un mensaje para la oligarquía de Neguri: ‘Si no pagáis, os vamos a matar’. Eso aceleró el proceso de extorsión y de pago”.

Florencio Domínguez, que se ha pasado más de media vida analizando la documentación interna de ETA y la incautada, estima que entre 1993 y 2011 unos 10.000 empresarios fueron sometidos al pago del 'impuesto revolucionario', a lo que habría que añadir un número indeterminado en años anteriores.

“El asesinato de Ybarra tiene que ver con decirles a los empresarios: ‘Cuidado, pagad’. Funcionó como mecanismo ejemplarizante y justo tras la muerte de Ybarra ETA mandó centenares de cartas de extorsión a los empresarios”, explica a este diario Izaskun Sáez de la Fuente, coautora del libro ‘Misivas del terror. Análisis ético-político de la extorsión y la violencia de ETA contra el mundo empresarial’.

ETA nunca supo realmente qué patrimonio tenía el empresario al que extorsionaba, pero Ybarra fue un chivo expiatorio que les funcionó

La sombra de ETA no se ha apartado de la realidad de España. Aún se cierne sobre la arena política, la sociedad de Euskadi y la autocensura de algunos investigadores. Uno de ellos, que prefiere ocultar su identidad, pero cuenta cosas a El Confidencial que merecen ser publicadas: “Es cierto que hubo una cierta diáspora de Neguri, no obstante se nota que el Neguri que se quedó estaba pagando. El secuestro fue muy rentable para ETA porque después de la muerte de Ybarra, muchos otros pagaron”.

Este historiador remacha: “Javier de Ybarra era un símbolo del Neguri franquista, aunque no tuviera mucho dinero. De hecho no pudieron pagar los 1.000 millones de pesetas que les solicitaron. ETA nunca supo realmente qué patrimonio tenía el empresario al que extorsionaba, eran un desastre, pero Ybarra fue un chivo expiatorio que les funcionó”.

Entretanto, ETA sigue sin disolverse. Y 379 de sus asesinatos aún no han sido resueltos judicialmente.

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