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La maldición de Borobia: bajo este pueblo soriano está el mineral que todos persiguen
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¿Es una mina desarrollo rural?

La maldición de Borobia: bajo este pueblo soriano está el mineral que todos persiguen

La magnesita es un material clave y estratégico para la industria global y España es uno de los pocos países que pueden extraer este recurso. Pero su explotación deja dudas entre los vecinos

Foto: Vista general de Borobia. (Guillermo Cid)
Vista general de Borobia. (Guillermo Cid)

Alberto Jiménez se acerca poco a poco a la carretera principal y, mientras narra sin desfallecer la situación de su municipio, señala al fondo. "Anda, mira, ahí va un camión lleno. Lo ves, es que con las más de 24 toneladas que llevan se cargan el asfaltado y están agrietando hasta las casas, porque pasan unos 50 al día y esto no está preparado. Se les dijo que tenían que hacer otro acceso, pero nada. Es que esto no puede ser". Jiménez es uno de los pocos vecinos que quedan en el pequeño pueblo de Borobia (Soria) en pleno otoño de 2021, y el vehículo que señala lleva el material sacado de la mina que debía cambiar eso, salvar su hogar de la despoblación. Sin embargo, lo que iba a ser el milagro de esta comarca olvidada se está convirtiendo en un castigo. "La verdad es que hubiera sido mejor que no estuviera aquí", reniega el vecino.

Este pequeño enclave empedrado en la falda suroccidental del Moncayo es una imagen perfecta de la España que ve cómo el fin le pisa los talones. Lugar histórico, escudos de armas, iglesia de altura y más de 1.000 habitantes hasta la segunda mitad del siglo XX, que se han quedado en algo más de 200 en la actualidad. Para parar esta sangría, se encontró en los años noventa con algo que muchos definirían como un tesoro que salvaría su futuro y el de cualquier lugar con su suerte: es uno de los pocos sitios del mundo que cuentan con magnesita. Bajo sus pies se esconde uno de los minerales más cotizados por la industria global y fundamental para el futuro de Europa. ¿El problema? Mientras el magnesio cada vez es más necesario y caro, los quebraderos de cabeza por su explotación se multiplican.

Foto: Vista de la costa canaria. (EFE)

Aunque Jiménez y otros vecinos llevan años en conflicto con la mina (se explota desde 2015, pero el proyecto se aprobó en 2007), el nombre de la magnesita ha vuelto a las portadas de los periódicos en las últimas semanas por otra razón. China, principal productor de óxido de magnesio (el producto que surge de este mineral y que se utiliza en todo tipo de sectores imaginables, desde fertilizantes a metalurgia e incluso en la papelería), ha decidido cortar el grifo de nuevo y el nombre de este mineral se suma a la lista de peligros para la economía mundial con una multiplicación de precios y una situación "catastrófica", según el sector automotriz europeo. Esta industria es una de las más afectadas por este movimiento.

Frente a este panorama, España se alza (gracias a su poder como fuente de recursos minerales) como uno de los pocos lugares del continente con reservas de este mineral con posibilidades de extracción, junto a Grecia, Austria y Eslovaquia (solo hay 12 países productores en el mundo y España lleva cerca del 3% de la producción). Pero la necesidad y el atractivo de la independencia industrial chocan con una dura realidad: una de las tres minas que hay ahora mismo en nuestro país (hay una en Lugo, otra en Navarra y otra en Soria) vive en conflicto con muchos de los vecinos. En Borobia, se muestra una batalla que se empieza a dar en todo el continente.

placeholder Situación actual de la mina de Borobia. La nueva explotación ocuparía hasta las montañas del fondo de la imagen aproximadamente. (Guillermo Cid)
Situación actual de la mina de Borobia. La nueva explotación ocuparía hasta las montañas del fondo de la imagen aproximadamente. (Guillermo Cid)

Europa necesita de sus recursos para no depender de terceros que juegan con precios y presiones. Sin embargo, no es tan sencillo. "Nos vendieron que iban a crear puestos de trabajo en el pueblo, que iban a financiar infraestructuras, que ayudarían al desarrollo... Pero de momento nada de eso se ha hecho. De los 15 operarios que tienen en la mina, solo uno es del pueblo, y nuestro ayuntamiento encima atiende todas sus peticiones, arregla lo que ellos deterioran y no les pone pegas. Todo por un canon de explotación bajísimo y la idea sin fundamento de que esto puede salvar el pueblo de acabar vacío", comenta Jiménez.

La guerra por la independencia

Este vecino de 54 años es uno de esos personajes con que cuentan todos los pueblos de España. Historiador del lugar, cronista, defensor del pueblo y conocedor de cada rincón del municipio. Y ahora, cómo no, se ha convertido en algo así como el portavoz de la lucha por la mina. Porque, al menos según él y otros vecinos que han alzado sus quejas a los medios, en Borobia están hartos de la extracción del 'oro blanco'. "Pusieron la mina después de perder un referéndum y convencer a la siguiente corporación con todo tipo de promesas y campañas de publicidad aprovechando el miedo a la desaparición, se les dieron unas condiciones muy favorables y aun así sigue habiendo problemas con la contaminación de los ríos, destrozo de las carreteras, afección a las tierras, a los acuíferos y al paisaje... Y encima ahora quieren duplicar la explotación con una concesión de 15 años".

La batalla de Borobia (ya están recogiendo firmas para un nuevo choque incluso judicial contra los gestores de la mina por no cumplir los condicionantes estipulados y así poder frenar la ampliación) choca con la necesidad de Europa de explotar sus recursos si quiere dejar de depender tanto de países como China. Tras la pandemia, la relocalización ha empezado a ganar tracción y crisis como la energética actual dan una idea de lo necesario que es poder controlar los recursos que necesitas. Pero no parece que vaya a ser fácil gestionar este cambio, ni siquiera en enclaves olvidados. "Se creían que les íbamos a regalar esto, sin embargo, aún quedamos unos pocos con ganas de pelear", añade este doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza.

placeholder Rocas de magnesita encontradas en los alrededores de la mina de Borobia como restos de las voladuras. (Guillermo Cid)
Rocas de magnesita encontradas en los alrededores de la mina de Borobia como restos de las voladuras. (Guillermo Cid)

La mina soriana es propiedad de MagSor (Magnesitas Sorianas), que a su vez es propiedad de Magna (Magnesitas Navarras), parte desde hace algunos años del grupo agrario francés especializado en piensos y nutrientes Rouiller. Una compañía que también maneja la mina navarra de Eugi y está cerca de abrir una nueva en la comunidad foral ante el agotamiento de la más longeva. Desde esta empresa, defienden su explotación con esos principios: es un bien escaso y con el que España puede jugar un papel estratégico y su explotación ayuda al desarrollo de la zona. "Obviamente, hay muchas cosas que mejorar, pero es un material mucho más necesario de lo que incluso llegamos a imaginar, todos lo necesitamos para nuestro día a día y estamos ayudando al desarrollo de la comarca", señala Jorge Baños, director general adjunto en Magnesitas Navarras.

Baños es transparente, a él tampoco le gustaría que encontraran un yacimiento en la puerta de su casa, pues el impacto visual es importante ante una mina a cielo abierto, pero cree que hay una mala imagen construida alrededor del sector minero que no es tal, que se debe mejorar esa comunicación y que su explotación puede ser fuente de riqueza para el entorno. "Estamos ayudando al ayuntamiento con todo tipo de proyectos. Reacondicionamiento de edificios, construcciones, mejoras de infraestructuras, llegada de nuevas familias al municipio, e incluso un plan de ecoturismo en destino que se acaba de presentar... Es verdad que tenemos que ayudar a fijar población con la gente que viene a trabajar a la mina para que se establezcan, no obstante estamos en ello. Solo llevamos seis años con la explotación", comenta el directivo.

Lo cierto es que a día de hoy el magnesio es una fuente clara de riqueza. La tonelada de óxido de magnesio rondaba a principios de año los 2.000 dólares, ahora se acerca a los 24.000. Desde Magna, no dan datos de cuántas toneladas extraen de Borobia, pero en su apertura se comprometieron a una vida útil de la mina de 33 años a razón de 250.000 toneladas de magnesita anuales. Esa magnesita debe pasar después por un proceso de calcinación para generar el perseguido óxido que se usará para casos como la construcción de los hornos de la metalurgia o como sustitutivo incluso del aluminio. Eso sí, en estos momentos, el 95% de todo ese óxido que se utiliza en España viene de China. "Es muy difícil competir con ellos por precios y condiciones. Claro, las diferencias de normas entre China y Europa son abismales y eso se nota, pero creemos que esto puede cambiar en el futuro, cuando se vea que no podemos vivir con estas dependencias".

Ahora, MagSor, con la ampliación de la mina, propone construir la fábrica de calcinación del material también en las faldas del Moncayo, y generar más puestos de trabajo para la comarca. "Tenemos un problema, porque en la zona apenas hay mano de obra, pero la idea es atraerla y que se asiente aquí", asegura Baños. Pero su propuesta choca ya con el desapego de los vecinos de Borobia, que creen que es un paso más hacia la destrucción de su entorno. "Nos van a meter aquí una fábrica en medio de la montaña. Es verdad que la magnesita en sí no es contaminante, es más, se puede usar para purificar las aguas, pues rodea los acuíferos. Pero van a destrozar todo el paisaje y encima para 15 años o así. ¿Luego qué?", rebate Jiménez.

Entre el observatorio y la macrogranja

España tiene una riqueza mineral impresionante, para no necesitar depender de muchas de estas materias en siglos, como también recuerda el presidente del Colegio de Geólogos, Manuel Regueiro, y la zona de Borobia es un buen ejemplo de ello. Al lado de la mina de magnesita, hay minas de hierro, plomo, plata y cobre que vienen desde la época celtíbera y también explotaron los romanos. Según Regueiro, sería ilógico que España no aprovechase estos recursos como un bien estratégico en un mundo con tantas necesidades geológicas, pero los problemas de esta comarca soriana a medio camino entre Navarra, Zaragoza y Soria van más allá.

placeholder Alberto Jiménez posa en uno de los miradores del observatorio astronómico de Borobia. (Guillermo Cid)
Alberto Jiménez posa en uno de los miradores del observatorio astronómico de Borobia. (Guillermo Cid)

Jiménez critica la mina y lucha por un cambio en la explotación, pero él no cree que sea algo aislado sino que responde a un cambio en la utilización del mundo rural español que se ha disparado en los últimos años con el problema de la despoblación. Los pueblos se vacían y se agarran a un clavo ardiendo que prometa mejoras en su entorno y que los salve de la muerte anunciada.

¿Cuáles son esos proyectos? "Solo tienes que mirar alrededor. Toda la montaña la han llenado de aerogeneradores que cuida una subcontrata que viene de fuera cada vez que hace falta algún arreglo, y quieren poner más. Tenemos la mina, y ahora un poco más atrás, en Noviercas, quieren meter una macrogranja de vacuno. Es un movimiento que busca esquilmar nuestra naturaleza con la promesa de salvar la zona, pero que en el fondo solo vienen a por nuestros recursos y cuando se agotan se marchan por donde han venido".

Frente a esta forma de explotar la zona, que está generando una gran tensión en toda la comarca, según Jiménez, incluso con agotamiento de acuíferos y guerras por los recursos entre los municipios, tanto él como otros lugareños apostaban por un modelo diferente. Un tipo de desarrollo rural que se ejemplifica en el observatorio astronómico (el primero construido en España pensado como un lugar abierto al público) que Jiménez dirige.

placeholder Cartel de la empresa Magsor que indica el camino desde el pueblo hasta la mina. (Guillermo Cid)
Cartel de la empresa Magsor que indica el camino desde el pueblo hasta la mina. (Guillermo Cid)

"Es curioso, porque se ven enfrentados dos modelos. Nosotros creíamos y creemos que se puede desarrollar esta zona protegiendo el entorno y poniendo en valor el conocimiento y la observación de la naturaleza que nos rodea. Generar puestos de trabajo de calidad y con gente que de verdad esté aquí porque quiere y le gusta nuestro entorno, no por unos puestos de trabajo que se pueden acabar mañana", comenta.

Todo apunta a que la lucha por la zona seguirá en los próximos años y cuadra con la guerra abierta en decenas de entornos rurales contra los megaproyectos. Un movimiento popular que ya contamos en El Confidencial y que puede marcar el futuro próximo del país ante la necesidad de una reindustrialización. Zonas de Teruel o Extremadura ya se han levantado contra proyectos de este tipo y que se asemejan mucho a lo que ocurre en la esquina oriental de Soria. "Nos llenan todo de molinos de viento para generar electricidad y aquí seguimos pagando la luz como el que más y teniendo cortes a la mínima. ¿Eso tiene algún sentido? Tengo la sensación de que están convirtiendo las zonas rurales en las fuentes de recursos de las ciudades, el lugar donde tener lo que necesitas pero que no te gusta ver. Lo que no quieren allí lo ponen aquí y listo".

Alberto Jiménez se acerca poco a poco a la carretera principal y, mientras narra sin desfallecer la situación de su municipio, señala al fondo. "Anda, mira, ahí va un camión lleno. Lo ves, es que con las más de 24 toneladas que llevan se cargan el asfaltado y están agrietando hasta las casas, porque pasan unos 50 al día y esto no está preparado. Se les dijo que tenían que hacer otro acceso, pero nada. Es que esto no puede ser". Jiménez es uno de los pocos vecinos que quedan en el pequeño pueblo de Borobia (Soria) en pleno otoño de 2021, y el vehículo que señala lleva el material sacado de la mina que debía cambiar eso, salvar su hogar de la despoblación. Sin embargo, lo que iba a ser el milagro de esta comarca olvidada se está convirtiendo en un castigo. "La verdad es que hubiera sido mejor que no estuviera aquí", reniega el vecino.

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