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La banca renuncia a financiar coches y pierde el negocio a manos de las marcas
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LOS FABRICANTES CUBREN YA EL 61% DE LAS OPERACIONES

La banca renuncia a financiar coches y pierde el negocio a manos de las marcas

La crisis de la banca y el brutal colapso del crédito no perdonan a ningún sector, y no es salvoconducto ni ganar dinero ni acumular clientes

Foto: La banca renuncia a financiar coches y pierde el negocio a manos de las marcas
La banca renuncia a financiar coches y pierde el negocio a manos de las marcas

La crisis de la banca y el brutal colapso del crédito no perdonan a ningún sector, y no es salvoconducto ni ganar dinero ni acumular clientes con baja morosidad. Según los datos que maneja la patronal de los fabricantes de coches (Anfac), las financieras de las marcas sufragaban en 2007 el 30% de las operaciones. Cinco años de crisis después, ya soportan ellas mismas el 61% de las transacciones ante la deserción de la banca. Un cambio sustancial en una industria en la que entre el 80% y el 85% de las ventas se realizan a plazos.

“Las financieras de marca han sustituido a la financiación tradicional”, recuerda Mario Armero, vicepresidente ejecutivo de la asociación. Y deja claro que los bancos, en pleno saneamiento de sus balances, han renunciado a un negocio con pocos sobresaltos. “Los créditos para adquirir vehículos presentan una morosidad mucho más baja que la tasa total que afrontan cajas y bancos, incluido el préstamo hipotecario, que está en torno al 10%”, remata. Por ejemplo, la financiera de un gigante como Volkswagen generó un beneficio operativo a nivel mundial de 1.200 millones de euros en 2011, superando los 932 millones del año anterior. “Es un factor clave para el éxito del grupo”, subrayaba la marca.

El paso adelante dado por los propios fabricantes para financiar sus ventas ha resultado clave en el desarrollo del Plan PIVE, programa lanzado por el Gobierno a finales de septiembre para reactivar las maltrechas ventas del sector y que contemplaba una ayuda de mil euros del Ejecutivo y otros mil por las marcas para la adquisición de automóviles eficientes. “Se han aprobado el 85% de las operaciones en un entorno de severa restricción crediticia”, sacaba ayer pecho la patronal. El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), Miguel Martín, ha insistido en que “difícilmente el crédito puede crecer con una economía que se derrumba”. El Banco de España estimó ayer que el PIB se contrajo el 1,3% en 2012.

Ofertas insuficientes

En este escenario y además de facilitar la financiación, ¿tienen margen las compañías para bajar aún más los precios de los coches? Según los afectados, no. “El esfuerzo de las marcas no sólo enlaza con el Plan PIVE. Las ofertas han sido fantásticas. Ha habido coches bien equipados por 4.800 euros. Otros muy buenos por 8.000. Y espectaculares por 15.000. Y con el doble de equipamiento y tecnología. ¿Qué industria ha tenido una bajada de precios como esa? Son decisiones que tienen que ver con la política comercial de los fabricantes, pero es una industria con márgenes muy estrechos”, dijo Armero. Y cifró el descuento medio el año pasado en 3.800 euros por unidad, lo que supone una reducción de los precios del 4,6%.

El discurso no es muy diferente al que las propias compañías han venido haciendo en los últimos meses. Rafael Prieto, consejero delegado de Peugeot España, ya ensalzaba a finales de 2011 el sacrificio de las marcas y aseguraba que el esfuerzo económico para comprar un coche ya era entonces un 5% inferior al de antes de iniciarse la crisis. Según los datos que maneja Anfac, la compra de un turismo pequeño representaba en 2010 un 48% del salario anual, frente al 62% de 1990. En el caso de un coche mediano, hace 20 años suponía un 103% del sueldo, mientras que ahora estaría en el 84%. Datos reveladores pero que tampoco pueden refutar la realidad: el esfuerzo es insuficiente para casar con una demanda a la fuga o, en el mejor de los casos, retenida a la espera de que mejore la situación económica.

Y es que los datos en perspectivas son inquietantes. La previsión de Armero es que, si el Gobierno no prorroga el Plan PIVE, las matriculaciones este año descenderán hasta las 630.000, la cifra más baja de la historia y apenas una tercera parte de los guarismos en que se movía la industria en 2005. Entonces, los fabricantes cerraron el año con unas ventas récord de 1,65 millones de vehículos, nivel que lograron mantener durante dos años. La crisis llevó la cifra en 2008 al entorno de los 1,2 millones, para las empresas umbral natural de las matriculaciones en España. Cuesta abajo en la rodada, las compañías se repartieron en 2011 ventas de 808.000 turismos y no llegaron a las 700.000 el año pasado.

¿Cabría aprovechar esos descuentos y poner en marcha un plan privado de impulso a la compra de coches si la Administración no renueva el PIVE? Para el vicepresidente ejecutivo de Anfac, la cuestión está descartada. “No tendría el mismo efecto llamada”, subraya. Y pone de manifiesto las bondades del último plan de impulso, cuya prórroga -y ampliación- negocian con Industria. Según los datos de los fabricantes, su puesta en marcha ha incrementado la demanda en 25.000 vehículos, que han supuesto a Hacienda unos ingresos impositivos adicionales de 110 millones de euros. El sector ya descuenta un nuevo plan de estímulos. En el alero, su cuantía.

La crisis de la banca y el brutal colapso del crédito no perdonan a ningún sector, y no es salvoconducto ni ganar dinero ni acumular clientes con baja morosidad. Según los datos que maneja la patronal de los fabricantes de coches (Anfac), las financieras de las marcas sufragaban en 2007 el 30% de las operaciones. Cinco años de crisis después, ya soportan ellas mismas el 61% de las transacciones ante la deserción de la banca. Un cambio sustancial en una industria en la que entre el 80% y el 85% de las ventas se realizan a plazos.