FCC suspende el dividendo de 2012 para asumir pérdidas y cumplir con los acreedores

Al final la cuerda se rompió por el lado más previsible. El consejo  de administración de FCC celebrado este jueves ha decidido, “de acuerdo con un principio de gestión prudente y en el mejor interés de todos los accionistas de la compañía”, no distribuir dividendo a cuenta de los resultados del ejercicio 2012, como era habitual en pasados ejercicios, según ha informado en un comunicado a la CNMV.

La constructora apela al actual contexto económico y financiero para justificar su decisión y a la necesidad de asumir pérdidas como consecuencia del saneamiento de determinados activos de la compañía. Por este motivo, FCC ha decidido cancelar la retribución a sus accionistas y optar por fortalecer su balance reteniendo los recursos generados, entre otras cosas para reducir su deuda mientras gana tiempo para acelerar el proceso de desinversión en activos no estratégicos.

Originalmente, la decisión iba a ser tomada, como es tradicional, en la reunión que el órgano de gobierno de FCC celebró a principios de noviembre. Pero ante las divergencias internas y las negociaciones con la banca, se acordó ganar tiempo y esperar al último consejo del año celebrado hoy, que debía dirimir entre el deseo de Esther Koplowitz de mantener la retribución a todos los accionistas y la presión de los tenedores de su deuda de proteger la caja.

La medida tiene implicaciones directas tanto para los inversores particulares e institucionales que tienen títulos de FCC, como en la fortuna personal de la empresaria, que hace frente a unos préstamos con Bankia y BBVA de cerca de 1.100 millones de euros cuyas garantías son las propias acciones de la constructora. A ambos les afecta el brusco descenso de la cotización más de un 40% en lo que va de año.

Esther Koplowitz, que controla el 60% del grupo a través de la instrumental B-1998, necesita el dinero del dividendo para hacer frente a las obligaciones con la banca. Lo mismo les sucede a sus partners en esa sociedad tenedora de las acciones, las familias Aguinaga y Faustino, con los que tiene un pacto parasocial por el que FCC les tiene que pagar al menos el 50% de los beneficios obtenidos en el año.

En línea con ese discurso de fortalecer el balance, FCC ha conseguido refinanciar deuda por más de 1.000 millones en lo que va de año, un ejercicio en el que ha vendido activos no estratégicos, como el de servicios aeroportuarios, y ha arreglado la difícil situación de Cementos Portland. Sin embargo, no ha conseguido desprenderse del 50% del capital de su filial de energía, por la que pretendía obtener 500 millones, debido a la incertidumbre regulatoria. Estos ingresos habrían sido vitales para hacer frente a la provisión de 200 millones realizada por el fiasco de Alpine, que en octubre advirtió que este año perdería cerca de 250 millones.

Los malos resultados del negocio han terminado imponiendo la decisión más lógica. Al final, eran demasiados los obstáculos para una compañía que, desde su constitución como FCC, que siempre ha pagado dividendo, siguiera retribuyendo a sus accionistas. Los números marcaban el camino: desde que empezó la crisis, el beneficio se ha contraído un 85%, mientras que la retribución al accionista solo lo ha hecho en un 40%.