Es noticia
Esther Koplowitz afronta el Consejo más decisivo para FCC en una década
  1. Economía
DECIDE SI PODA EL DIVIDENDO O SI LO ANULA

Esther Koplowitz afronta el Consejo más decisivo para FCC en una década

Un año después de que FCC se viera obligada a vender el emblemático edificio de Torre Picasso, donde se concentra el mayor número de compañías industriales

Un año después de que FCC se viera obligada a vender el emblemático edificio de Torre Picasso, donde se concentra el mayor número de compañías industriales y financieras de España, su presidenta y máxima accionista, Esther Koplowitz, celebra en la planta noble en la que ahora está alquilada uno de los Consejos de Administración más importantes en más de una década: debe decidir hoy si mantiene en pie el dividendo, aunque sea famélico, o si lo suprime como le piden los acreedores.

La decisión iba a ser tomada, como es tradicional, en la reunión que el órgano de gobierno de FCC celebró a principios de noviembre. Pero ante las divergencias internas y las negociaciones con la banca, se acordó ganar tiempo y esperar al último consejo del año. El que se celebra hoy fluctúa entre el deseo de Esther Koplowitz de mantener la retribución a todos los accionistas y la presión de los tenedores de su deuda de proteger la caja.

La medida tiene implicaciones directas tanto para los inversores particulares e institucionales que tienen títulos de FCC, como en la fortuna personal de la empresaria, acuciada por unos préstamos de cerca de 1.100 millones de euros cuyas garantías son las propias acciones de la constructora. A ambos les afecta el brusco descenso de la cotización, que se ha depreciado más de un 40% en lo que va de año.

Especialmente a la propia Esther Koplowtiz, que en 2011 consiguió que Bankia y BBVA le refinanciaran su deuda personal hasta 2017. Pero lo hizo con el condicionante de que la garantía –las acciones- cubrieran el importe de los créditos, cosa que no ocurre debido precisamente al mal comportamiento de FCC en bolsa a lo largo del presente ejercicio. Por tanto, la empresaria debería aportar más capital o más activos a sus dos bancos principales, entre los que está uno nacionalizado que tiene orden expresa del Banco de España de cerrar todas las posiciones de riesgo.

Por ese motivo, Esther Koplowitz, que controla el 60% del grupo a través de la instrumental B-1998, necesita el dinero del dividendo para hacer frente a las obligaciones con la banca. Lo mismo les sucede a sus partners en esa sociedad tenedora de las acciones, las familias Aguinaga y Faustino, con los que tiene un pacto parasocial por el que FCC les tiene que pagar al menos el 50% de los beneficios obtenidos en el año.

Ese es el juego de equilibrios en el que se tiene que mover Esther Koplowitz, que empezó a acumular deuda cuando en la primavera de 1998 compró a su hermana Alicia la participación del 28,2% del capital por 136.624 millones de pesetas, unos 821 millones de euros, con la intermediación del grupo Veolia. Después, en 2004, Esther le compró ese paquete a la multinacional francesa por 914,5 millones, al abonar 28,6 euros por acción. Ahora, ese casi tercio de la empresa vale 374 millones de euros.

Mucho esfuerzo, poca renta

Lo mismo le sucede con el 5% que en enero de 2008 le recompró a Ibersuizas por 381,5 millones de euros, al pagar 55,84 euros por títulos, una participación por la que hoy solo obtendría 66,8 millones. Todas estas operaciones se hicieron con préstamos liderados por BBVA y la antigua Caja Madrid, ahora Bankia, que le exigen que lleve un extremo con sus finanzas.

A la empresa le ocurre lo mismo. FCC ha conseguido refinanciar deuda por más de 1.000 millones en lo que va de año, un ejercicio en el que ha vendido activos no estratégicos, como el de servicios aeroportuarios, y ha arreglado la difícil situación de Cementos Portland. Sin embargo, no ha conseguido desprenderse del 50% del capital de su filial de energía, por la que pretendía obtener 500 millones, debido a la incertidumbre regulatoria.

Unos ingresos que ahora le son vitales tras tener que provisionar 200 millones por el fiasco de Alpine, su constructora centroeuropea que en octubre advirtió que este año perdería cerca de 250 millones. Demasiados obstáculos para una compañía que, desde su constitución como FCC, siempre ha pagado dividendo. El problema es que, desde que empezó la crisis, el beneficio se ha contraído un 85%, mientras que la retribución al accionista solo lo ha hecho en un 40%. El próximo pago al accionista está fijado para enero, en función de lo que se decida hoy. 

Un año después de que FCC se viera obligada a vender el emblemático edificio de Torre Picasso, donde se concentra el mayor número de compañías industriales y financieras de España, su presidenta y máxima accionista, Esther Koplowitz, celebra en la planta noble en la que ahora está alquilada uno de los Consejos de Administración más importantes en más de una década: debe decidir hoy si mantiene en pie el dividendo, aunque sea famélico, o si lo suprime como le piden los acreedores.