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Ravi Mehra y Jesús Saá, los 'brokers' que sabían demasiado dejan España
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SON DOS DE LOS GESTORES FINANCIEROS MÁS CONOCIDOS DEL MUNDO

Ravi Mehra y Jesús Saá, los 'brokers' que sabían demasiado dejan España

La Moraleja pierde a unos inquilinos de lo más peculiares. El selecto barrio residencial situado a las afueras de Madrid ha visto cómo dos tipos aparentemente

Foto: Ravi Mehra y Jesús Saá, los 'brokers' que sabían demasiado dejan España
Ravi Mehra y Jesús Saá, los 'brokers' que sabían demasiado dejan España

La Moraleja pierde a unos inquilinos de lo más peculiares. El selecto barrio residencial situado a las afueras de Madrid ha visto cómo dos tipos aparentemente normales, nada estridentes, que trabajan desde el magnífico chalet que poseen en esta lujosa urbanización, están de mudanza. Al contrario que otros muchos, incluidos algunos ricos, su traslado no tiene que ver con la crisis. Más bien al contrario. La buena marcha de su negocio y las ganas de comenzar una nueva vida después de casi dos décadas viviendo al límite, saboreando éxitos y purgando fracasos, ha hecho que estos dos ilustres vecinos, primero Jesús Saá Requejo y ahora su amigo y socio Ravi Mehra, abandonen España con rumbo a la acogedora Suiza.

Anónimos para una inmensa mayoría, también para sus vecinos, estos dos financieros, uno español y el otro de origen hindú, pasan por ser dos de los gestores de fondos de alto riesgo más conocidos del mundo. Durante años, sobre todo a comienzos de siglo, sorprendieron al sofisticado mundo de las finanzas con los resultados de su proyecto. De forma insólita, una gestora de fondos con sede en Madrid, la popular Vega Asset Management, acaparó la atención de los inversores de cualquier rincón del planeta, deseosos de participar en su éxito. Su apogeo llegó en 2004, año en el que llegaron a gestionar fondos por importe de 12.000 millones de dólares, un hito que les convirtió en los mayores gestores de hedge funds del mundo.

Alcanzados los honores y la gloria, y también el dinero, Mehra y Saá sólo podían mantener el estatus alcanzado. Encarnaban la historia perfecta. Por un lado, el financiero hindú, de impecable expediente académico como economista, se curtió en las finanzas estadounidenses (Citi, HSBC…) antes de recalar en el Santander allá por 1990, cuando el aún pequeño banco de los Botín abrió sede operativa en Nueva York. Su destreza le llevó en pocos años a ser jefe internacional de tesorería y máximo responsable de gestión alternativa, hasta que en 1996 decidió montar su propia plataforma de la mano de Emilio Botín hijo, lo que les permitió contar con el apoyo del banco, el de la familia y con un gancho frente a los inversores.

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Por otro lado, antes de finales de los 90, el joven Jesús Saá hacía carrera como director de inversiones de BBVA. Sin embargo, su amistad con Mehra, forjada por compartir afición y filosofía sobre el mundo de la inversión, le llevaron a trabajar al lado de su mentor. El gurú fue capaz de reclutar a su futuro gestor estrella, su alter ego, un prometedor financiero de inteligencia fuera de lo común, lector compulsivo, con un coeficiente intelectual propio de un superdotado. Con estos ingredientes, una buena agenda de contactos vía Botín y algo de viento a favor, el proyecto de Vega sorteó la crisis puntocom y se hizo fuerte en el segmento de renta fija, como gestora de fondos con una estrategia global macro a la caza de oportunidades. 

En aquellos maravillosos años, Mehra y Saá hicieron equipo en el rascacielos Alfredo Mahou, la modesta torre de oficinas que la Mutua Madrileña tiene en el distrito financiero de Azca, bastante alejado del lujo y la sofisticación que se asocia al mundo de los hedge funds, aunque tenían sedes también en Irlanda, Nueva York y las Islas Cayman. A pesar del aparente barniz de normalidad, llegaron los buenos años y el dinero hacía cola por entrar en sus fondos, fenómeno que terminó alejando a la estrella hindú del día a día de la gestión. Con esta dinámica, Vega tardó poco en comenzar a torcerse y a sufrir reembolsos masivos de sus inversores, que retiraban el dinero por las severas caídas de rentabilidad de sus fondos.

Resurgir en solitario

Para recomponerse de este primer traspiés, Mehra y Saá consiguieron arrastrar a posteriori a BBVA, con el que de la mano de José Barreiro acordaron la creación de Próxima Alfa, un fondo de 3.000 millones para ser administrados bajo modelos de gestión alternativa. La filosofía del alpha y demás referencias de inversión tampoco llegaron aquí a buen puerto y pronto tardaron en surgir las diferencias con el socio institucional, que tenía la mayoría, que incorporó a la plantilla a ejecutivos que terminaron chocando con el financiero hindú. Por si fuera poco, en esa época, a finales de 2006, el hindú agasajó con un banquete gastronómico al vicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas, en el restaurante Zalacaín por la friolera de 1.400 euros.

Las discrepancias terminaron dos años más tarde con la pareja de fund managers recluidos en su mansión de La Moraleja, donde administrando su propio patrimonio, de cerca de 300 millones de euros, decidieron empezar de cero. Su back to basics terminó dando frutos al poco tiempo y consiguieron triplicar su fortuna operando en renta fija, sobre todo comprando posiciones de deuda soberana de hedge fund en liquidación. Esta buena marcha ha hecho reconsiderar a Mehra y Saá la posibilidad de reabrir sus fondos de inversión a otros inversores, aunque para esa nueva etapa prescindan de Madrid como sede operativa. Las bondades de los cantones suizos han pesado más que la deprimida Madrid para volver a la brega de manera pública. 

El pasado mes de julio, los fundadores de Vega terminaron de desmantelar jurídicamente la sociedad de valores con la que operaban. Era el último vestigio de sus casi 15 años al frente de la gestión libre en España. El verano fue el momento elegido para hacer las maletas. El primero en instalarse en Suiza como avanzadilla ha sido Saá, a la espera de que su amigo y socio Mehra se una antes de acabar el año. Al contrario que en otros lugares de Europa, el país alpino recibe con los brazos abiertos a este tipo de profesionales acaudalados, a los que ofrece la posibilidad de negociar el importe de impuestos a pagar. En otros como España, ni sabemos quiénes tienen dinero en cuentas suizas ni logramos retener al talento.

La Moraleja pierde a unos inquilinos de lo más peculiares. El selecto barrio residencial situado a las afueras de Madrid ha visto cómo dos tipos aparentemente normales, nada estridentes, que trabajan desde el magnífico chalet que poseen en esta lujosa urbanización, están de mudanza. Al contrario que otros muchos, incluidos algunos ricos, su traslado no tiene que ver con la crisis. Más bien al contrario. La buena marcha de su negocio y las ganas de comenzar una nueva vida después de casi dos décadas viviendo al límite, saboreando éxitos y purgando fracasos, ha hecho que estos dos ilustres vecinos, primero Jesús Saá Requejo y ahora su amigo y socio Ravi Mehra, abandonen España con rumbo a la acogedora Suiza.

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