Es noticia
Empleado de banca, en la cuerda floja
  1. Economía
EL 73% DE LOS TRABAJADORES DE CAJAS CUESTIONA SU SEGURIDAD LABORAL

Empleado de banca, en la cuerda floja

Con incertidumbre, tensión y miedo. Así es como ve Ángel, de 54 años, su futuro laboral. Empleado de Bankia, y antes de Caja Madrid, lleva trabajando en una

Foto: Empleado de banca, en la cuerda floja
Empleado de banca, en la cuerda floja

Con incertidumbre, tensión y miedo. Así es como ve Ángel, de 54 años, su futuro laboral. Empleado de Bankia, y antes de Caja Madrid, lleva trabajando en una de sus sucursales toda la vida. “Nunca he temido por mi puesto, pero ahora es distinto. Nadie está a salvo con la crisis”, reconoce. Su mayor preocupación son sus hijos. “Yo ya no necesito nada, tengo casa y coche pagados pero también tengo dos hijos, adolescentes, que siguen necesitando muchas cosas: lo primero educación, que ahora no es barata precisamente”.

El miedo a quedarse sin trabajo de este profesional de la banca no es una excepción. El pesimismo es generalizado en un sector donde las fusiones entre entidades y el cierre de oficinas son frecuentes desde el inicio de la crisis. En los últimos cuatro años los bancos y cajas españolas han echado a la calle a más de 30.000 trabajadores. De ellos, algo más 20.000 salieron de las cajas y alrededor de 10.000 de los bancos.

Estas cifras explican la diferencia entre los empleados de uno y otro lado cuando se les pregunta si creen que peligra su puesto. Frente al 73% de los trabajadores de cajas que cuestiona su seguridad laboral, el porcentaje se reduce a 57% cuando se interroga a asalariados de bancos, según un estudio realizado por el portal de empleo Infojobs.

Santander y bancos extranjeros, un oasis

La fecha de los test de estrés estaba marcada en rojo en los calendarios de todos. Desde Rajoy hasta José Antonio, empleado del Santander, de 48 años, que lleva quince en la empresa. “Días antes de conocer los resultados se respiraba un ambiente un poco distinto, pero en general estábamos tranquilos. Y después de los famosos test, mejor. Se ha demostrado, una vez más, la solidez de este banco”, asegura.

Tranquilidad y buenas perspectivas son las que tiene Carlos, de 32 años y con tres lustros de experiencia en ING Direct. El banco holandés, que atraviesa una época de vacas gordas ante el aumento de la desconfianza de los españoles en las entidades nacionales, superó a lo largo de 2011 la cifra de 2,4 millones de clientes. “No paramos de crecer. A diario atendemos peticiones para abrir una cuenta. Hay mucho trabajo, así que no tenemos motivos para preocuparnos”, explica mientras atiende a un nuevo ahorrador.

Algo más nerviosos se muestran los empleados del Banco Popular tras la evaluación de Oliver Wyman, que señaló la necesidad de una inyección de capital de 3.233 millones de euros. “La tormenta estaba encima de las cajas y aquí lo veíamos con distancia, pero ahora hay un poco más de nerviosismo”, apunta Gustavo, empleado de la entidad, que atisba las orejas al lobo. Ante la delicada situación por la que atraviesa el banco Gustavo se está planteando ampliar su formación, por si se queda en la calle. Una opción de la que desconfía el 30,87% de los encuestados en el estudio de Infojobs.

“Es probable que me ponga con el inglés porque de moverme lo haría al extranjero. Aquí nos están sustituyendo las máquinas”, reconoce. Ya es normal que hasta los clientes más mayores realicen sus ingresos en los cajeros automáticos.

Enfrentamientos entre empleados y clientes

Al mismo ritmo que crece la inseguridad laboral empeora el trato humano. “Desde que empezó la crisis hemos vivido situaciones violentas con clientes. Llegan a la oficina muy cabreados y, sobre todo, preocupados por su dinero”, cuenta Elisa, trabajadora de La Caixa. “Lo entiendo. Día sí y día también salen casos en televisión de afectados por las preferentes o por ejecuciones hipotecarias y vienen dispuestos a llevarse lo que tienen. Les intentamos explicar que no es necesario, que cada caso es diferente, pero no escuchan. Cancelan la cuenta y se van”.

Elisa tiene tres hijos, está divorciada y no puede permitirse un despido. “Estar con esta incertidumbre no es sano”, reconoce. Ella, como el 30,47% de sus compañeros de profesión -de entre 35 y 44 años- se plantea la posibilidad de cambiar de trabajo en los próximos meses. El porcentaje crece hasta el 53,56% entre los más jóvenes -de entre 25 y 34 años-.

Con incertidumbre, tensión y miedo. Así es como ve Ángel, de 54 años, su futuro laboral. Empleado de Bankia, y antes de Caja Madrid, lleva trabajando en una de sus sucursales toda la vida. “Nunca he temido por mi puesto, pero ahora es distinto. Nadie está a salvo con la crisis”, reconoce. Su mayor preocupación son sus hijos. “Yo ya no necesito nada, tengo casa y coche pagados pero también tengo dos hijos, adolescentes, que siguen necesitando muchas cosas: lo primero educación, que ahora no es barata precisamente”.

Caja Madrid Banca