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De perder la ilusión por jugar a firmar uno de los mayores bochornos nunca vistos en el tenis
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LA VERGÜENZA DE BENOÎT PAIRE

De perder la ilusión por jugar a firmar uno de los mayores bochornos nunca vistos en el tenis

En el Challenger de Málaga se vio uno de los grandes bochornos de los últimos años, donde un jugador que llegó a estar entre los 20 mejores del mundo dio una imagen poco común

Foto: Benoît Paire, en el pasado Roland Garros. (Reuters/Kai Pfaffenbach)
Benoît Paire, en el pasado Roland Garros. (Reuters/Kai Pfaffenbach)

El tenis puede presumir de ser uno de los deportes más democráticos del mundo. Un jugador, con su raqueta y su habilidad, puede tratar de derrotar a cualquier rival que se ponga enfrente pero, para ello, solo es necesaria una clave: dar lo mejor de sí mismo. Pero muchas veces, incluso ofreciendo la mejor versión, es imposible acabar con el contrario por su mayor nivel, pero lo que es evidente es que, sin ganas ni pasión, no tiene sentido saltar a la pista.

Y eso es, precisamente, lo que ha pasado estos días en el Challenger de Málaga, donde el que fuera uno de los mejores tenistas del mundo ofreció un dantesco espectáculo que ha dado la vuelta al mundo. De hecho, Benoît Paire llegaba al torneo como un claro candidato a levantar el título, pero no tardó más que un par de juegos en pista en demostrar que su cabeza estaba puesta en otra parte y que no tenía ninguna intención de esforzarse por ganar.

Foto: Alcaraz, durante su partido frente a Musetti. (EFE/EPA/Andrés Martínez Casares)

Sucedió en el partido que enfrentó a Paire contra el español Pedro Martínez. Acababa de comenzar el partido y, después de que el español se hiciera con el primer juego, consiguió hacer un break al francés... y todo cambió. Según le rompió el saque, el galo comenzó a mostrar con claros y evidentes gestos que el partido ya no iba con él. No solo no estaba dispuesto a pelear por conseguir la igualada, sino que decidió tirar el encuentro con una desidia pocas veces vista.

El dantesco espectáculo que Paire dio en pista no es propio de un jugador que, hace no muchos años, podía presumir de estar entre los 20 mejores del mundo: mandando bolas directamente fuera, sin devolver las que le mandaba su rival y sin correr por la pista. Desde fuera, daba la sensación de que el tenista galo no quería estar en la pista, que buscaba que el encuentro acabara sobre antes y, sobre todo, que empezaba a recordar tiempos no demasiado pasados.

Paire debutó en 2008, mostrándose como un jugador con cualidades: consistente en pista, rocoso y con clase, podía hacer un tenis muy difícil de superar. A pesar de no destacar en exceso en grandes citas -con unas semifinales en Roma en 2013 como mejor resultado-, siempre aparecía en los torneos más importantes. Llegó incluso a ganar tres ATP 250, lo que le valió para llegar a ser el 18º del mundo en 2016. Pero mezclaba grandes golpes y partidos con continuas salidas de tono.

A partir de ese momento, empezó a sufrir en pista más de lo habitual y a pasarlo mal en demasiados torneos. Él mismo explicaría los motivos: "En el momento en el que la cabeza estuvo en condiciones, me dije que tenía que dejar de beber. Hice una desintoxicación. No era un alcohólico, pero bebía muchísimo. Me gustaba y lo hacía demasiado cuando salía de fiesta. No me puse ningún límite", explicaba en RMC Sport. Esta situación le hizo poco a poco alejarse de los puestos punteros.

Y aquel hecho llevó a Paire a una segunda lectura: ¿merecía la pena seguir jugando? "Todo cambió en Waco, el 28 de febrero de 2023. No podía encontrar la motivación y me preguntaba: '¿Qué hago jugando Challenger en una universidad delante de dos personas?'. Medité muchísimo al respecto y me marché hacia Puerto Vallarta con una mentalidad completamente distinta", explicaba. No solo ganaría el título, sino que también lo haría en San Benedetetto del Tronto.

Han pasado los meses y Paire da la sensación de que ha vuelto a dar un paso atrás. De hecho, ante Pedro Martínez no solo regaló el primer set, sino que se retiró en el segundo cuando perdía por 4 a 2. El francés volvió a mostrar su peor cara en pista, ofreciendo la imagen más fea del deporte: un bochorno en pista que será muy difícil de olvidar, especialmente de un jugador que hace no demasiados años llegó a estar entre los mejores veinte tenistas del mundo.

El tenis puede presumir de ser uno de los deportes más democráticos del mundo. Un jugador, con su raqueta y su habilidad, puede tratar de derrotar a cualquier rival que se ponga enfrente pero, para ello, solo es necesaria una clave: dar lo mejor de sí mismo. Pero muchas veces, incluso ofreciendo la mejor versión, es imposible acabar con el contrario por su mayor nivel, pero lo que es evidente es que, sin ganas ni pasión, no tiene sentido saltar a la pista.

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